"Exhortar a la castidad constituye una incitación pública a ir en contra de la naturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, y toda impurificación de ésta al tacharla de 'impura' representa el verdadero pecado contra el espíritu santo de la vida."

Friedrich Nietzsche

lunes, 18 de febrero de 2008

La formación de una sociedad represora: Primera Parte


"Fe significa no querer saber la verdad" Friedrich Nietzsche - El anticristo

Hola a todos, les habla el GORRIÓN nuevamente। Como ya habíamos señalados en otras oportunidades, el triunfo del cristianismo en occidente se dio de la mano del emperador Constantino, y tuvo como resultado el desmoronamiento del mundo romano y pagano clásico. Hubo un intento por reflotar el legado del mundo pagano, que llevaría a cabo el emperador Juliano (denominado el apóstata), pero la iniciativa no prosperó, dada, entre otras cosas, su prematura muerte. Apareció paulatinamente, un nuevo orden, más universal, ecuménico y totalitario al mismo tiempo. La estructura militarista y verticalista del Bajo Imperio Romano, fue particularmente conveniente para centralizar el poder de una religión que pretendía nuclear dentro de sí, al conjunto de las creencias de los diferentes grupos humanos en una nueva cosmogonía; sin embargo, la aún numerosa población servil, y los pocos y pobres agricultores independientes, que todavía subsistían, quedaron al margen de los sacramentos.





Muchos de los primeros cristianos, entre ellos el obispo Osio de Córdoba, amigo de Constantino, entendieron desde muy temprano, sobre la conveniencia de separar los poderes políticos y religiosos, por lo cual justificaron la existencia de un poder paralelo al político en sus escritos y epístolas; y le recomendaron a dicho emperador que hiciera eso (ver en búsqueda de los valores occidentales: parte II). De esta manera, la Iglesia Católica logró sobrevivir al derrumbe del poder político del Imperio Romano de Occidente, y de constituirse en un poder independiente, que atravesó, a lo largo de la historia, el período imperial, los gobiernos de los diferentes reyes germanos tras su caída, hasta convertirse en una piedra central del poder feudal, constituido definitivamente hacia el siglo X. Quizás algunos de ustedes tengan una idea equivocada sobre la Iglesia Católica, y supongan que, durante la toda la Edad Media, la Iglesia católica ejerció una suerte de “caza de brujas”. Ésto no es así, eso falso. Y no es que, sea falso porque la Iglesia Católica hubiera entendido que, era adecuado mantener buenas relaciones con todos los miembros de la sociedad, bajo la preceptiva “ilustrada” de tolerancia y respeto por los diferentes cultos religiosos; sino por la razón de que hasta el siglo X, aproximadamente, nunca logró tener ese poder totalitario que frecuentemente se le atribuye. Dejemos algunas cosas en claro, ¿sí? Desde el momento previo a su institucionalización (año 313), la Iglesia Católica combatió, por ejemplo a los cultos locales, y a las “herejías”; pero no pudo imponerse al conjunto de la sociedad por varias razones, entre algunas de ellas:



1º) Durante los siglos que van del V al XI inclusive, la existencia de esclavos en Europa va a ser aún muy grande, y la Iglesia mantendrá dentro de sus claustros, una gran cantidad de ellos, los cuales formaron un contingente nada despreciable de personas, a las que sin embargo, no era posible, ni conveniente “evangelizar”, dada por la “naturaleza” de las mismas; por lo cual el reino de Dios, no pudo hacerse extenso a todos los hombres aquí en la tierra.

2º) El principal peligro para la Iglesia Católica fue el arrianismo (una secta considerada herética por dicha Iglesia, que negaba los atributos divinos de Jesucristo) que consiguió imponerse de forma numerosa dentro de la mayoría de las distintas tribus germanas. Al erradicar el arrianismo, a fines del siglo VI, y convertir a la gran mayoría de los germanos al catolicismo, la Iglesia no volvió a verse amenazada por otro poder durante mucho tiempo, y sin esta amenaza, es lógico suponer que su poder no tendió a hacerse absoluto.

3º) La imposibilidad de darse un Estado político único, como fuera el Imperio romano, hizo que la Iglesia no tuviera oportunidades para acercarse a un poder político fuerte y centralizado.

4º) Los obispos locales, no tendrán durante mucho tiempo, un contacto muy directo con el poder papal, por la misma coyuntura antes planteada.

Ejemplifiquemos un poco sobre los puntos anteriormente planteados:
En la primer Epístola a los Corintios, 7, 20-24, nuestro amigo San Pablo dice:
Que cada uno quede en el estado en el que estaba cuando ha sido llamado. Tú has sido esclavo, no te apenes por eso; pero aunque ahora puedas recobrar tu libertad, aprovecha tu estado de servidumbre, pues quien ha sido llamado siendo esclavo es un liberto del Señor… Hermanos, que cada uno se quede ante Dios en el Estado en que fue llamado” .


En la Epístola a los Efesios, 6, 5-9, San Pablo dice:
Esclavos, obedeced a los que son vuestros amos según la carne, con temor y temblando, con la rectitud de vuestro corazón, como a Cristo, no sólo cuando tienen ojos sobre vosotros, como si no buscarais más que agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, que hacen de buen corazón la voluntad de Dios. Servidlos con afecto, como sirvierais al Señor, no a hombres… y vosotros amos, obrad igual con ellos” .

San Agustín inclusive, logra armar la siguiente argumentación para justificar la esclavitud antigüa:
La causa primera de la esclavitud es el pecado, que ha sometido al hombre al yugo del hombre y aquella no ha surgido sino de la voluntad de Dios, que ignora la inicuidad y ha sabido repartir las penas como salario de los culpables” .

Pierre Bonnasie dice: “Toda la legislación conciliara de los siglos IV a XI apunta, bajo modalidades diversas, a excluir a los esclavos del derecho de asilo. San Pablo devolvió a Filemón su esclavo Onésimo: conviene, pues, restituir a sus amos los mancipa (esclavos) fugitivos.
Dos ideas son aquí, dice Bonnasie, desarrolladas y estrechamente asociadas:

1º) la esclavitud es la sanción de los pecados cometidos por los hombres;
2º) es justo que esta sanción caiga sobre ciertos hombres y no sobre otros, ya que, Dios no puede equivocarse, los que reciben el golpe son los culpables.


Sin embargo, es justo señalarlo, en cuanto a su liberación, la Iglesia preconiza su práctica, colocándola entre las obras piadosas; pero mientras incita a los laicos a liberar a sus esclavos, ella permanece abiertamente esclavista.
Dice Bonnasie: “Se prohíbe a los obispos, a los abades, liberar a sus mancipa que trabajan en los dominios en los que tienen el cargo: los concilios no cesan de recordarlo en los términos más formales. Las razones invocadas son siempre idénticas: los esclavos, como los otros bienes de la Iglesia, pertenecen a Dios y nadie tiene el derecho de disminuir el patrimonio del Señor. A veces se precisa: liberar a los esclavos, sería perjudicar a los pobres”
¿Dónde están entonces los esclavos? Pues sencillamente, fuera de la sociedad. Hasta el siglo XI la Iglesia será el más importante propietario de esclavos, en occidente. No hay parroquia, ni abadía que no posea unos cientos de ellos.
La idea es justificar la esclavitud por la naturaleza del esclavo, hacer del esclavo un no cristiano. En fin, la esclavitud es practicada por el mismo papado: la correspondencia de Gregorio el Grande contiene órdenes de compra de esclavos.




Con respecto a la fe arriana, fue ganando adeptos entre los vándalos, burgundios, suevos, y más tarde también llegó a los lombardos, en la época del Bajo Imperio (S. IV y V) . Dice Heers, que el antagonismo religioso fue, a menudo, un obstáculo para la fusión entre germanos y romanos: iglesias separadas, matrimonios prohibidos, conversiones difíciles, etc. En África, los arrianos persiguieron a los cristianos romanos, mientras que en la Galia, los cristianos hicieron lo propio con arrianos y paganos.
En este mundo convulsionado, la obra de San Benito (480-547) fue decisiva, y fue apoyada de inmediato por el papado. Para dirigir a sus monjes, él mismo redactó una regla que se distinguía por un profundo sentido de la organización y el orden. San Benito (el fundador de los monjes benedictinos) se dedicó a organizar la Iglesia imponiéndole una estricta disciplina que le permitió controlar las elecciones episcopales de vastas regiones de occidente. La idea de la “Regla de San Benito” era que el abad tuviera un control total y patriarcal sobre una comunidad determinada.
El Norte de Italia fue rápidamente conquistado, posteriormente se intentó realizar una obra evangelizadora a través de distintas misiones, que comenzaron a fines del siglo VI, y que le permitió, paulatinamente a Roma constituirse de nuevo en la capital espiritual de Occidente, como lo fuera en la época del Bajo imperio.




Todos los pueblos bárbaros fueron convirtiéndose paulatinamente al cristianismo, principalmente a través del matrimonio de sus jefes guerreros, o sea de sus reyes. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que, el poder de éstos, era muy débil dentro de un los extensos territorios que supuestamente gobernaban. En la Galia, por ejemplo, la repartición de los territorios, a la muerte de un rey, fue una práctica que impidió la llegada del mensaje misionero a todas las regiones.
En el 589, tras la conversión del Rey visogodo Recaredo, la unión formal de las Iglesias católica y arriana hizo desaparecer por un tiempo prolongado el peligro de las “herejías” en Occidente. Durante cuatro siglos, hasta fines del novecientos (siglo X), no se registran persecuciones, ni ajusticiamientos, como los que sí comenzarán a realizarse en ese período.
Es evidente que hasta fines del siglo X, la Iglesia Católica no representó un poder totalitario como quizás mucho suponen. La formación de la sociedad represora, como la denomina Moore, comenzará con el sacrificio de dos pastores: Vilgardo de Ravena, y Leutardo de Champagne. El primero fue condenado por el obispo de Ravena, en 971, por decir que Ovidio, Virgilio, y Horacio habían recibido inspiración divina.
Otro hecho curioso, será la quema en la hoguera de Gerardo de Milán, y de sus compañeros que lo seguían (entre los que se encontraban una cuantas mujeres), en 1028. Al parecer Gerardo, había realizado una lectura neoplatónica de las escrituras; fue ajusticiado por el obispo de dicha ciudad por “el gran énfasis puesto en la liberación del individuo de la preocupación de los lazos de la carne mediante la abstinencia personal, y en la interpretación alegórica de las Escrituras, en especial del Nuevo Testamento”.





Por último, señalaré el asesinato de dos canónigos de la catedral de Orleáns: Esteban y Lisois, que fueron quemados en la hoguera en 1022 (iniciando así una secuencia descomunal de persecuciones y ajusticiamientos), tomando como relato básico y verosímil de los acontecimientos, los escritos de Pablo de Chartres, bajo la acusación de organizar orgías diabólicas de carácter promiscuo. Para el historiador Bautier, el juicio de Orleáns fue un episodio capital en una larga rivalidad entre el rey Roberto el Piadoso y el conde Eudes de Blois. Se ideó para desacreditar a la reina Constanza, cuyo matrimonio con Roberto había sido un serio revés para el linaje Blois. Esteban, el líder de los “herejes”, había sido capellán de la reina, y Lisois, recibía también protección regia. Por otro lado, la “secta” fue descubierta mediante las pruebas de Arésfast, que pretendía haberse infiltrado en ella. Éste era vasallo del conde de Normandia, que estaba estrechamente aliado con Eudes de Blois, y actuó según prescripciones del capellán de Chartres. En fin, el resultado de este asunto fue que el obispo Thierry fue depuesto en favor de Odalrico, candidato de Eudes.
Lo importante para nosotros, de este episodio, es tener en cuenta los argumentos que se utilizaban en aquellos tiempos. Siempre la acusación de practicar “orgías diabólicas”, o de “comerse a los niños”, serán los leimotivs más recurrentes a los que acudirá la Iglesia Católica. Se intentaba, con ello, dejar en claro que, ellos eran los portavoces de la pureza celestial; y que los enemigos a su poder “eran los amigos del diablo”. Es un ideal de pureza el que está en juego siempre; y será la Iglesia Católica la que lo va a representar; mientras que sus rivales serán siempre acusados de actividades “impuras y lascivas”. En el próximo post, lo veremos más claramente con las acusaciones de las mismas faltas, en otros grupos humanos disidentes.

Nada más por hoy.
Un abrazo a todos. GORRION pys

Bibliografía utilizada:

1º) Heers, Jacques, Historia de la Edad Media

2º) Bonnasie, Pierre; Supervivencia y Extinción del régimen esclavista en el Occidente de la Alta Edad Media.

3º) Moore, Robert; La formación de una sociedad represora. Poder y Disidencia en la Europa Occidental. 950-1250

4º) Motta Bastos, Mário jorge da; La religión en la transición de la antigüedad a la Edad Media: una mueva mirada.
Fotografías:
1º) El emperador romano Juliano, el Apóstata;
2º) monumento al obispo Osio de Córdoba;
3º) Venta de esclavos;
4º) Mosaico del baptisterio de los arrianos en Rávena;
5º) Representación de un Monasterio Medieval;
6º) El Rey Roberto II, el Piadoso de Francia.

12 comentarios:

Nicolás Lucca dijo...

Como siempre aclaro, soy muy poco parcial para poder opinar de la Iglesia como institución.

Respecto de los hechos cometidos por las personalidades que nombras, sinceramente son aberrantes. De todos modos, sin querer justificar a nadie, hasta hace 100 años atrás, era normal matar a gente por ser opositores y asì ser formaron los estados.

Por aquellos años, los que ejercían el papado, más que ser sucesores de San Pedro, eran tipos con ganas de tener poder, de allí los períodos en los que a veces ni registros de Papas hay.

Claude dijo...

¡El hereje musulmán del eje del mal!
No, en serio:

Las fuerzas dominantes que hasta ahora han luchado y prevalecido en el alma individual y en la comunidad contra los impulsos feroces, bajos e individuales que nos separan unos de otros, han sido las fuerzas de la religión y de la educación. Religión y educación, estas dos influencias íntimamente vinculadas han hecho posible las grandes sociedades humanas cuyo desarrollo hemos seguido en este ESQUEMA. Y ellas han sido las principales fuerzas sintéticas a través de esta gran historia de creciente cooperación humana que hemos venido trazando desde sus comienzos. En los conflictos intelectuales y teológicos del siglo XIX hemos basado la explicación de esta curiosa y excepcional manumisión de la enseñanza religiosa que lograra al fin la educación pública y que constituye uno de los rasgos característicos de nuestra época, y hemos apuntado las consecuencias de esta fase de discusión y confusión religiosas en la regresión de la política internacional hacia un nacionalismo brutal y de la vida industrial y financiera hacia un afán de lucro duro, egoísta y estéril. Es como si se hubiesen sacudido bruscamente ciertas sujeciones y frenos que la moral con tanto trabajo impusiera, y como si hubiéramos sufrido una verdadera descivilización. A este respecto, conviene que insistamos en la idea de que este divorcio de la enseñanza religiosa por que ha pasado la educación pública no puede ser sino temporal, una desarticulación transitoria, y en que, actualmente, es preciso que la educación se torne de nuevo religiosa en intención y espíritu, y que aquel impulso a la abnegación, al universal servicio y a la plena liberación del yo egoísta, impulso que fuera la común fuerza subyacente de todas las grandes religiones de estos últimos veinticinco siglos y que refluyera tan perceptiblemente durante la prosperidad, laxitud, desilusión y escepticismo de los pasados setenta u ochenta años, reaparezca de nuevo, sin disfraz y sin trabas, como el impulso reconocidamente fundamental y estructural de la sociedad humana.
La educación es la preparación del individuo para la comunidad, y su instrucción religiosa es la médula de esta preparación. Con las grandes reformas y expansiones intelectuales del siglo XIX, la confusión y desorientación de la enseñanza era, realmente, inevitable. Pues ¿cómo preparar al individuo para la comunidad, cuando nuestras ideas sobre esa comunidad se hallan en desbandada y reconstrucción? Las antiguas creencias, las antiguas y excesivamente limitadas y estrechas suposiciones políticas y sociales, las antiguas y excesivamente complicadas fórmulas religiosas, han perdido su fuerza de persuasión, y las ideas superiores de un Estado mundial y de una comunidad económica se han ido abriendo camino muy lentamente. Hasta ahora, puede decirse que sólo han conquistado a una minoría de espíritus de excepción. Pero de la confusión y tragedia de los tiempos actuales puede surgir un renacimiento moral e intelectual, un renacimiento religioso, de una simplicidad y finalidad capaces de unir a hombres de todas las razas y tradiciones en una común existencia al servicio del mundo. No sería prudente predecir el alcance y la fuerza de semejante renacimiento, ni aun aducir la menor prueba de su advenimiento. Los comienzos de estas cosas no suelen ser muy brillantes ni ruidosos. Los grandes movimientos del alma de la especie vienen al principio «como un ladrón en la noche», y he aquí que luego, súbitamente, se los descubre poderosos y mundiales. La emoción religiosa—despojada de corrupciones y libre de sus últimas ataduras clericales—puede soplar de nuevo a través de la vida como un gran viento, abriendo de par en par las puertas y ventanas de la vida individual, y haciendo posibles y fáciles muchas cosas que en estos días de agotamiento parecen difíciles hasta de desear.

H. G. Wells, Esquema de la Historia, XLII, 1.

The Shadow dijo...

Bruno: el tema no se va a agotar aquí, ni yo pretendo tener la verdad revelada sobre las religiones, ni nada que se le parezca; y en especial sobre la Católica. ¿Sí? La Iglesia Católica en particular, siempre fue, a lo largo de su historia, una gran concentradora de poder. A mí entender está en su esencia misma, el pretender lograrlo, por la sencilla razón de que se pretende Universal (ecuménica) y combatió, desde sus inicios a las demás religiones y movimientos sectarios. El poder es ciego, el poder no tiene límites es irracional, y muchas veces, los hombres que representan a las instituciones carecen por completo de escrúpulos. No se iban a privar de ser corruptos ni esos hombres, ni los del presente, ni dejarán de serlo los del futuro.

Un abrazo.

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Claude: Desde hace unas cuantas semanas, estoy sin Internet en mi casa, por culpa de Telefónica; así que no puedo publicar allí. Salgo a un cyber, con el material en un diskette o en un pent- drive, para publicar luego en el blog su contenido. Cuando hago ésto, muchas veces me doy cuenta al llegar al cyber, que me olvidé la cita para el epígrafe. Soy enemigo de poner o publicar citas que no tengan la fuente o el documento de donde provienen, pero esta vez, cometí el pecado de confiar en lo que había en Internet (prometo no volver a hacerlo). Desgraciadamente, tengo fuertes sospechas de que la cita de Wells es apócrifa.
Adoro a Wells, entre otras cosas, por su genial obra "La máquina del tiempo", y por su lucidez intelectual. Es sabido que él, no tenía una buena opinión del catolicismo, y por ello, juzgué como probablemente cierta la cita que encontré. Ya mismo la voy a cambiar.
Con respecto a la cita que vos publicás, es hermosa como declaración de principios para los hombres del futuro; pero no es más que una opinión injustificada y metafísica, sin ningún rigor histórico. Tiene un gran vuelo poético, filosófico y estilístico, en verdad; pero no constituye ningún documento válido para un historiador contemporáneo. Igual, me emocionó bastante su lectura, que desde ya te agradezco.

Un abrazo.

PD: Disculpá, una vez más, lo de la cita.

Anónimo dijo...

Qué curioso que es el paso del tiempo... lo de "comerse a los niños" sigue tan vigente como hace 1000 años. Pero parece que los sacerdotes católicos lo aprendieron de los herejes de la antigüedad porque -se supone- ya no queda ninguno después de tanta hoguera.

Gorrión, a pesar que poder religioso y político se separaron en el bajo imperio Romano, el poder "religioso" de Roma pasó a configurar un nuevo poder político, ¿no es cierto?

Jean Paul dijo...

Uy uy uy. Que loco la relación entre la Iglesia y los esclavos. Me cuesta mucho seguirte. Me voy a fumar lo que fuma Claude.
Guarda con Bruno que es de la inquisición. JEJE. No se calienten sobre cosas que a veces son subjetivas. Yo cuando iba al secundario -católico- quería prender fuego todas las iglesias. Después fui entendiendo que hay procesos históricos y como es la naturaleza del ser humano. Un ser complejo, jodido y destructivo casi desde siempre.
Muy buen blog gorrión.

Jean Paul dijo...

Bueno es la segunda vez que intento hacer el comentario.
Decía que el blog era muy bueno, que bruno era de la inquisición, y que Claude se fuma algo raro. AH... si y que locura la relación entre la Iglesia y los esclavos.

The Shadow dijo...

Hola Cebolla: Como siempre, muy buena tu lectura. El poder religioso y el político en occidente nunca han estado unidos en realidad, como lo ha estado en Oriente Medio, por ejemplo; pero es cierto que, a partir del siglo XII -ya lo vamos a ver- se fundieron en una ideología que, George Duby, denominó "Los tres órdenes". Occidente no ha tenido, como en el Egipto antiguo, por ejemplo, un Faraón que fuera el sumo sacerdote de una religión oficial, y en ocasiones a un Hombre-Dios, que exigiera genuflexión ante su presencia. En la época dorada del Imperio Romano, la figura del César podía representar al de un sumo sacerdote, pero como se trataba de una religión politeísta, y particularmente tolerante con los demás cultos familiares, que se desarrollaban en una esfera pivada, no significaba gran cosa. También es cierto que existió, durante un época, una tendencia a deificadar a ciertos hombres en vida (pensá en el divino Augusto, el divino Julio César, o el divino Claudio); pero se debió a momentos de crisis políticas, y no hubo continuidad en el tiempo de esas medidas.
Cuando triunfa el cristianismo a partir del siglo IV, aquella Roma, muy poco tenía que ver con la de la República. La iglesia Católica insistió en constituirse en un poder paralelo, que le permitió "acomodarse" con los diferentes poderes políticos a lo largo la la historia (lo menciono en el post). La Iglesia Católica ha apoyado a diferentes poderes a lo largo de su historia. Apoyó a los Reyes Católicos en España, apoyó a regímenes dictatoriales, y a repúblicas democráticas también; sin embargo, ella siguió en pie, siempre. Como cualquier institución con poder (aunque no político), necesita revalidar constantemente su poder en la sociedad, y por ello, "no se casa" con nadie; y ésto le ha permitido seguir siendo en el tiempo. Acá en la Argentina son muy pocos los que se han atrevido a quitarle sus "privilegios". Yo te diría que el único que se atrevió a hacerlo, en serio fue Bernardino Rivadavia; todos los demás han negociado siempre con ella. La Iglesia Católica apoyó a Juan Manuel de Rosas y a Perón, por ejemplo. Y a este último después le quitó su apoyo.

Bueno, no sé si respondí la pregunta.

Un abrazo.
GORRIÓN pys

The Shadow dijo...

Jean Paul: Muchas gracias por tu visita y por tus palabras. Claude y Bruno son amigos de la casa, así que, no voy a hacer comentarios respecto de los tuyos, en relación a ellos.
Vení cuando quieras, man; pero no quemes ninguna Iglesia, por favor.
Podés leer los anteriores posts si querés. Hay algunos que son un poco más sencillos que este último... Fijate.

Un abrazo.
GORRIÓN pys

Anónimo dijo...

Tengo varias dudas, Gorrión. ¿Se le puede llamar "religioso" a un poder que en realidad tiene aspiraciones políticas? Me cuesta ver la división, más que nada porque la diferencia parece ser en los fundamentos de uno y de otro.

Mientras el poder político civil se funda sobre una ley escrita por el hombre, el poder religioso lo hace sobre una divinidad, una autoridad más allá de todo juicio, lo que le da cierta impunidad entre los mortales terrestres. De hecho, sobre este tipo de autoridad construían su poder los faraones y otras teocracias y absolutismos.

¿Existió alguna vez el poder religioso?

Claude dijo...

Ja, ja, Jean Paul, no te olvides de Wells, ese sí que fumaba algo que todos quisiéramos fumar, tenía un vuelo imaginativo impresionante.
Lo de la Iglesia y sus esclavos yo lo tomo por el lado del patrimonio de la Iglesia, que fue siempre algo de lo que la Iglesia fue muy "celosa".
Me parece.

The Shadow dijo...

Cebolla: No te desesperes. Si no podés ver la diferencia, volvé a leer los anteriores posts: En búsqueda de los valores occidentales: Parte II, y las cuatro aproximaciones a la naturaleza del poder. Ya lo he dicho muchas veces en el blog, el conocimiento lleva su tiempo. Cuando estudiaba química en la Escuela Técnica, había cosas que me llevaban más tiempo entender que otras, a pesar de que a algunos de mis compañeros, les resultaba más fácil. Alguna vez, me pude aprender el mecanismo de esterificación y la formación de complejos químicos. Te hago un par de preguntas para que te las formules vos mismo, y te las puedas (vos mismo) responder, ¿Sí?
1) ¿Qué es el poder para vos? (Podés releer los siguientes posts: Primera y Segunda aproximación a la noción de Poder.
2) ¿El poder puede estar ajeno a las creencias, los valores y las mentalidades de una sociedad o de una comunidad?
3) Para que haya ley escrita, ¿es necesario que haya normas? ¿Sí, cuáles? ¿Cuáles son aceptables, y cuáles no? ¿Quiénes las formulan?
4) ¿Los sacerdotes en la actualidad, no están acaso sujetos a las mismas leyes que nos gobiernan a todos? Es decir, no puede, un clérigo, ser procesado; no se le puede abrir una causa penal? Pensá en el Padre Grassi, por ejemplo.
Yo creo que la División de Poderes (aunque muchas veces exista de manera formal, y acá en el país haya una tendencia instituida a tolerar los abusos del poder político sobre las instituciones) en: Ejecutivo, Legislativo y Judicial ha hecho un inmenso bien a nuestra civilización, para evitar las arbitrariedades propias de los despotismos. Cuando existían las Monarquías absolutas, era conveniente llevarse bien con el rey, porque no tenías a quien acudir en tu defensa. La Iglesia también le temía al rey. Los Jesuitas fueron expulsados de América por la Corona española (por Carlos III) en 1767, si mal no recuerdo la fecha.
Me preguntás si existió alguna vez el poder religioso. Bueno, no sé si entiendo tu pregunta, pero el “poder religioso” en sí mismo, existe en tanto esté institucionalizada la religión; la institucionalización no exige que sea parte del poder político. La educación, en Occidente, también está institucionalizada, y no tiene nada que ver con el Poder Político, forma parte del Estado, pero no deberían responder al poder político (como ocurre en los regímenes totalitarios); pero los gobiernos, y los “poderes políticos” son efímeros o momentáneos, mientras que el Estado se supone que es perdurable en el tiempo. En la Casa Rosada han estado Sarmiento, Roca, Yrigoyen, Perón, Uriburu, Videla, Galtieri, Menem, Kirchner, etc. No son lo mismo. En una sociedad segmentaria, por lo general, no existe el Poder Religioso, pues no hay ninguna división, ni de tareas, ni de funciones, ni de competencias, ni de nada. Todo es lo mismo. Por eso, el poder allí es difuso (lo he dicho en el blog)
¿Cómo creés que logró institucionalizarse la Iglesia Católica en Occidente, sino a través de “hacer la guerra” a los cultos locales y paganos? ¿Soy claro en este último punto? Relacionalo con lo que dijimos en el post: Segunda aproximación a la Naturaleza del Poder: camino a su institucionalización.
Te garantizo que cuando sigamos viendo algunas cuestiones que aún no he podido desarrollar en el blog, lo vas a entender perfectamente.

Un abrazo.

Ahora para todos: soy consciente de que en el blog hay mucha información, pero hay que buscarla para que cada uno pueda responder sus propias preguntas.

Un abrazo a todos.

Anónimo dijo...

Gorrión, se nota que tenés vocación docente, por tu pasión por explicar.

Voy a aprovechar tus tres semanas de vacaciones para releer las entradas que mencionás, así puedo preguntarte con un enfoque más claro o, al menos, hacer menos preguntas.

Pero para acotar el concepto de poder te cuento que me refiero exclusivamente al de poder político que es -para mí- la cúspide, la máxima aspiración de todos los poderes: transformarse en poder político. ¿O no es así?

Repaso las otras entradas para que contestes ya de vuelta de tus refrescantes vacaciones.