"Exhortar a la castidad constituye una incitación pública a ir en contra de la naturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, y toda impurificación de ésta al tacharla de 'impura' representa el verdadero pecado contra el espíritu santo de la vida."

Friedrich Nietzsche

lunes, 28 de enero de 2008

Siguiendo la dirección de la ética sexofóbica en occidente



"La campana de aldea
Le dice con su voz
Al pájaro, que crea" (Ramón del Valle- Inclán)



Hola a todos, les habla el GORRIÓN, otra vez. Me gustaría que repasemos un poco lo visto hasta el momento, en relación a los conceptos que De Marchi observa, sobre la sexualidad. Recordarán que el autor veía dos concepciones claramente identificables en el mundo antiguo sobre el sexo:
1º) Concepción sagrada del sexo;
2º) El sexo como algo pecaminoso asociado a un sentido de culpa.

En Occidente, durante siglos, y hasta no hace mucho tiempo, la moral tradicional se articulaba en esta última categoría. Para los que dudan, aún, de las huellas, o de la pertenencia de los americanos a la civilización occidental, señalaremos que ésta última es fruto de dos grandes tradiciones:
1º) La jurídico-social-cultural grecorromana; y
2º) La religiosa judeo-cristiana.

La fuente directa de la ética y de las costumbres siempre ha sido la religión en todas las sociedades; pero a medida que avanzamos en el tiempo y vemos desvanecerse la impronta, o la fuerza de las religiones en las sociedades, la moral se constituye más bien como una disciplina autónoma y problemática, producto de la secularización (ya hemos hablado de ello en el blog: En búsqueda de los valores occidentales). La ética, como preocupación filosófica, arranca con los griegos (los iniciadores del proceso de secularización en occidente), pues los mismos entendieron de inmediato que, sin el poder de los preceptos religiosos (y sin el peso de los valores de una sociedad tradicional a la que rendir cuentas), el hombre quedaba "a la deriva", o a merced de sus "instintos". Es entonces, cuando, la ética se constituirá como una disciplina autónoma dentro del ámbito filosófico.



Sin embargo, hemos visto ya, como el Imperio Romano de Occidente, a partir del siglo III de nuestra era, se desmoronaba (y junto a él) el legado del mundo clásico. Los valores de libertad, razón, individualismo, sensualismo, etc. que construyera la civilización helena, y que en parte recogiera la civilización romana, se desplomaba en beneficio de una creciente "orientalización": influencia de valores y creencias procedentes de Oriente. Cuando el Cristianismo, luego de tres siglos de persecuciones, logra finalmente imponerse, como religión oficial del Imperio Romano, murieron muchos valores de la antigüedad y afloraron otros. Los extranjeros dejaron de verse como tales, pues todos éramos, al fin de cuentas, "hijos de un mismo Dios", un Dios único, universal, un Dios que era de todos los hombres.
Esta nueva religión tuvo desde sus comienzos, tres puntos muy importantes que, me interesa subrayar, los cuales son:
1º) Pretendía desterrar el odio entre los pueblos (incluso entre sus dogmas se enseñaba a "amar a los enemigos", poniéndole la otra mejilla.
2º) Combatió a los cultos locales que tenían cientos (y quizás miles) de años entre sus creyentes; y con ello, a muchos de los valores que dichos cultos entrañaban.
3º) Desarrolló una concepción pecaminosa del sexo, que legó del pensamiento y de las costumbres hebreas.
Como señala De Marchi, desde las primeras páginas del génesis, donde Adán y Eva cubren avergonzados sus propias desnudeces, a la visita del espíritu santo para fecundar por vía extrasexual a María, se observa que, para ambas religiones la sexualidad es un producto vergonzoso del hombre natural. La sexualidad ha sido siempre un tema tabú e innombrable para ambas religiones; pero lo que es más importante destacar es la pestilente misoginia que se desprende de ambas religiones, en especial de la hebrea. Como dice De Marchi, la "ética y la religión judaica" aparecen desde la iniciación inficionadas de elementos sexofóbicos.




Oigamos estas palabras del Eclesiastés (7, 26): "Más odiosa que la muerte considero a la mujer, cuyo corazón está erizado de trampas y engaños, y cuyas manos son cadenas: quien desee ser grato a Dios deberá evitarla" .
Y ahora, oigamos a De Marchi:
"La virginidad fue exaltada no sólo por las ventajas financieras que su enajenación podía procurar al padre de la virgen (quien yacía con una virgen debía pagar al padre una indemnización) sino sobre todo, por su valor moral (…) Se predicó que debía impedirse a los niños cualquier juego junto a las niñas, evitar la convivencia de la suegra con el yerno por temor a hechos incestuosos, se maldijeron a las cortesanas como portadoras de maléficas miasmas"
También, señala el autor, el temor a la homosexualidad, y el temor a la exposición de la propia desnudez ante personas del mismo sexo. Se consideró pecado monstruoso la vista del padre desnudo, pues cuenta De marchi que, para los judíos- toda la raza negra estaría condenada a la esclavitud, porque su fundador, Cam (uno de los hijos de Noé), penetrando en la tienda del padre, involuntariamente lo sorprendió desnudo. De Marchi, también señala, en este punto, la influencia que los hebreos habrían recibido del mazdeísmo (antigua religión persa).
Dejemos, a los hebreos en paz, antes que alguno me quiera acusar gratuitamente de antisemita, ocupémonos de los Cristianos. En el Nuevo Testamento, las referencias a la sexofobia, son igualmente importantes. En el Evangelio Según San Mateo (V, 27-28) Jesús dice: "Cualquiera que mira a una mujer para desearla ha cometido adulterio con ella en su corazón" .




En el Evangelio según San Mateo, también se lee (XIX, 10-12): "Sus discípulos le dijeron: Si así debe proceder el hombre con la mujer –Jesús había condenado la Institución hebraica del divorcio y proclamado la indisolubilidad del matrimonio- no vale la pena casarse. Pero él dijo: No todos son capaces de comprender lo que decís, sino sólo aquellos a quienes ha sido dado. Porque hay eunucos que han nacido así del vientre de la madre; hay eunucos que a sí mismos se hicieron tales por el reino de los cielos. Quien puede ser capaz de comprender, comprenda".
En la evolución del cristianismo, encontramos posteriormente las palabras de San Pablo, quien en los Corintos dice: "Sería bueno para el hombre no tocar a la mujer", pero para las fornicaciones, cada hombre tenga a la esposa y cada mujer a su propio marido…Digo esto por concesión, no por mandato, ya que quisiera que todos los hombres fueran como yo…" (Corintios, VII, 1-2). Hay que observar, el tono despreciativo del pasaje, como dice De Marchi: "La más profunda y misteriosa comunicación humana es humillada con un lenguaje ultrajante"




La verdad es que durante todo el medioevo, el mundo cristiano de occidente fue invadido por un delirio sexofóbico sin precedentes. La Iglesia, se las ingenió, a través de sus propaladores principales, para construir representaciones gráficas muy ilustrativas del pecado; y de asociar a éste con la figura del diablo, del mal y de la tentación. Una de ellas, fue la del mismísimo demonio, que a través de San Agustín primero, y Gregorio Magno después lograron construir esa imagen de Satanás que aún persiste en nuestra cultura. San Agustín identificó al demonio con las figuras paganas de los silvanos y faunos; mientras que Gregorio, calcó su descripción del dios Pan (con cuernos, pezuñas, barbita).




Paralelamente del desprecio (y temor) por el sexo surgirá un desprecio inaudito por el cuerpo humano (pueden leer, los tres post publicados aquí al respecto), que ha quedado inmortalizado en las palabras de San Bernardo: "El hombre no es otra cosa que esperma fétido, montón de estiércol, alimento de gusanos".
Parafraseando a otro Bernardo: "Lo dejamos aquí", por hoy
Un abrazo a todos.
GORRIÓN pys
Nota: Bibliografía utilizada
1º) De Marchi; Sexo y civilización
2º) Foustel de Coulonges; La ciudad Antigua
Fotografías:
1º) San Pablo.
2º) San Agustín.
3º) Noé con sus hijos.
4º) el dios Pan.
5º) Faunos acechando a ninfas.
6º) El dios Pan.

martes, 22 de enero de 2008

Rastreando los orígenes de las instituciones feudales: Primera Parte


Hola a todos, les habla el GORRIÓN. Hoy quiero hacer una primera aproximación histórica al concepto de feudalismo que, suele ser muy mal comprendido, y que se lo utiliza indistintamente tantas veces, como a tantos otros, de manera laxa, y sin rigor epistemológico, aplicándose a cualquier relación de poder "asimétrica" de hecho. ¿Pero qué es esto de las relaciones feudales? ¿Qué es el feudalismo? El historiador Ganshof (uno de los más grandes historiadores del feudalismo, del pasado siglo XX, junto a los geniales medievalistas: Georges Duby y Jacques Le Goff) da dos acepciones al respecto. Dice en su libro El feudalismo:
"Una primera acepción, puede concebir, al feudalismo, como un tipo de sociedad cuyo caracteres determinantes son: un desarrollo elevado a grandes extremos de los lazos de dependencia de hombre a hombre, con una clase de guerreros especializados que ocupan los peldaños superiores de dicha jerarquía; una fragmentación extrema del derecho de propiedad; una jerarquía de los derechos sobre la tierra nacidos de dicha fragmentación. Otra acepción, define al feudalismo como, un conjunto de instituciones que crean y rigen obligaciones de obediencia y servicio –principalmente militar- de un hombre libre, llamado ‘vasallo’, hacia un hombre libre llamado ‘señor’; y obligaciones de sostenimiento y protección por parte del "señor" (dominus) respecto del "vasallo", dándose el caso de que la mayoría de las veces como efecto de la concesión, por parte del señor al vasallo, de un bien llamado ‘feudo’.
En Europa tiene su origen en la antigüedad tardía: en el Bajo Imperio romano, y en dos figuras provenientes de las culturas, tanto romanas, como germánicas: el buccellarii galorromano, y el comitatus germano.










Hagamos una breve reseña histórica de la antigüedad tardía, del llamado Bajo Imperio Romano.
Entre los siglos III y V de nuestra era, en el mundo romano de occidente, se dan una serie de acontecimientos que llevan a la ruptura política del Imperio Romano de Occidente, y al advenimiento en el mediterráneo de unos nuevos actores, que van cobrando con el correr del tiempo un protagonismo cada vez mayor, y que modificarán definitivamente el rostro de la región: los "bárbaros" de origen germano, que se apoderarán en sucesivas migraciones del mencionado Imperio. ¿Cuáles fueron los cambios en la economía durante el período tardorromano? ¿Qué papel jugaron los invasores? ¿Qué significó para la sociedad antigua romana la incorporación a su economía de unos pueblos, que fueron paulatinamente transformando el orbis romanus?




Desde el siglo III, de nuestra era, llovieron los ataques sobre las fronteras (limes) imperiales del Nordeste y Este del imperio romano, desapareciendo entre los habitantes del orbis, la conciencia de seguridad que había imperado hasta entonces en dicha región. De allí en más, en la política del imperio, el tema de los enfrentamientos con las tribus bárbaras, y la dificultad de acrecentar sus ejércitos, constituyeron las principales preocupaciones de los emperadores. Esta preocupación incidiría, por un lado, en la necesidad de incorporar vastos contingentes de hombres, que procederían en su inmensa mayoría de las distintas tribus germanas aliadas, e incluso de algunas de las que se intentaba combatir; y por el otro, en medidas económicas de tipo coercitivas para incrementar la recaudación impositiva, que le permitiera al Estado, sostener la inmensa burocracia secular y eclesiástica cristiana (ya afirmada, para ese entonces en el Imperio), y sus costosas legiones. Dichas medidas traerán consigo una fuerte crisis económica y social, que hará que muchos hombres libres de las ciudades migren hacia el campo; generando así, una transmutación del centro de gravedad económico: desde las ciudades (característico de toda la antigüedad occidental) hacia las grandes propiedades agrarias; éstas últimas formaron parte de un proceso que acompañó, simultáneamente, a la paulatina desaparición de los pequeños propietarios agrarios. Al mismo tiempo, se dará un lento proceso de decadencia, de agonía de las ciudades, que durará siglos, desde el siglo III hasta el IX: comienzo para algunos autores, del feudalismo, al menos en la actual región de Francia.
La transformación de la estructura económica hacia una economía agraria, como ya hemos señalado, se produjo en buena medida por la depauperación de la burguesía mercantil y artesanal de las ciudades y del campesinado libre; la crisis del siglo III fue dividiendo a la sociedad en dos clases: clase baja (oprimida por los altos impuestos) y alta (grandes propietarios terratenientes, protegidos por amplias exenciones de impuestos). La absorción de pequeños campesinos independientes, colonos y esclavos urbanos, por los grandes propietarios latifundistas, hizo que se fueran desdibujando las diferencias de rango que antiguamente existían entre las clases medias y la población servil.
Es evidente que, un Estado que rompe deliberadamente con un papel de protección de los derechos de sus gobernados, está en crisis y quizás en vías de sucumbir; sin embargo, nada parecido a ello ocurre en lo inmediato, pues el Estado aún se mantendrá por casi dos siglos. ¿Tenemos que pensar, entonces, que las mentalidades de aquella época comenzaron a cambiar de forma notable en esos días, para aceptar de forma tan resignada a "ese atropello".
El historiador Maier dice que la política exterior fue el catalizador para los cambios que se operaron en el plano político interno; sin embargo, también la cultura de la antigüedad había comenzado a modificarse, lo que influyó en definitiva, en el comportamiento social: "la insatisfacción e inseguridad del individuo en el orden tradicional condujeron a un cambio fecundo en la mentalidad de la sociedad. La religión politeísta pagana y del mundo cultural clásico, fueron sustituidos poco a poco por nuevas formas religiosas de pensamiento". Estas "formas religiosas de pensamiento", que refiere Maier, tienen que ver con el monoteísmo, la revelación y la salvación, de raigambre oriental, que a diferencia de los antiguos cultos romanos y extranjeros, que se desarrollaban en la esfera privada y dentro de los pueblos ligados por su raza, exigían una difusión pública y ecuménica, donde ya no había extranjeros. El cristianismo fue la expresión mejor lograda de esto. Dios comenzaba a convertirse, por otro lado, en el principal y ulterior garante de justicia; que al mismo tiempo, no era de este mundo, y al que cualquier hombre, sin importar su condición jurídica y social debía confiar. A este respecto, la antigua tesis de Fustel de Coulanges, de que el cristianismo cambiará las condiciones de gobierno parecería recobrar sustento. "En cuanto al gobierno del Estado, puede decirse que el cristianismo lo transformó en su esencia, precisamente por no ocuparse de él. En las antiguas edades de la religión, ésta mandaba sobre el Estado y le designaba sus jefes por medio de la suerte o de los auspicios (…) En lugar se esto, Jesucristo enseñó que su reino no es de este mundo y separó la religión del gobierno (…) Separó las virtudes públicas de las privadas (…) cambió la naturaleza del derecho (…) El cristianismo fue la primera religión que no pretendió que el derecho dependiese de ella, porque se ocupó de los deberes de los hombres y no de sus intereses".
¿Cómo explicar la ausencia de movilidad social (en un sentido ascendente) que se observa desde el siglo III, cuando incluso, durante el apogeo del sistema esclavista (del s. II a.C. al s. II d.C) podía encontrarse dicho ascenso, y no sólo en los estratos medios, sino entre los mismos esclavos, que podían dejar su condición de tales para devenir en libertos, sino por un cambio que se opera primeramente en la mentalidad, y que posteriormente se traslada a la praxis? ¿Podría, por ejemplo, explicarse el totalitarismo del régimen estalinista tan sólo por el accionar de la policía secreta y la represión estatal, sin un mínimo de legitimidad, emanada de la creencia colectiva de estar efectivamente ante un gobierno revolucionario, que "trabajaba" para el "hombre del mañana"? Y esta esperanza metafísica, descansaba en una cosmovisión optimista y alienada, que toleraba el accionar sórdido y truculento de un gobierno totalitario, que hoy rechazaríamos de plano, por atentar contra los derechos humanos. Esperamos, sin embargo, no ser malinterpretados, no estamos diciendo que, el Imperio Cristiano Romano del siglo IV fue un régimen totalitario en un sentido moderno, simplemente, creemos que su posibilidad fue el producto de una buena lectura, por parte del gobierno, del cambio cultural que se estaba produciendo.



¿Qué sucede entre tanto con los germanos? Desde el siglo I d. C, dice el historiador Perry Anderson, la estructura social de los pueblos germanos más cercanos a los limes de Roma se estaba modificando; ya que estaba cambiado rápidamente la antigua tradición de repartos de tierras entre los clanes, por una redistribución de tierras a personas concretas. La política romana de aquel período fue favorecer a determinados jefes tribales (optimates) con la posesión de tierras, estimulando de este modo las diferencias sociales dentro de la sociedad germana; ya que fue generando una aristocracia terrateniente entre los propios germanos aliados, con séquitos y esclavos. Este sistema se conoció como hospitalitas, que nos dice Anderson, derivaba de una antigua costumbre de hospedaje (hospes) de mercenarios germanos. Hacia fines del siglo IV, se les concedía a los hospes bárbaros las siguientes fracciones de tierras: "Para suprimir toda injusticia por parte de los agrimensores o de los huéspedes, en cualquier ciudad en la que no nos encontremos nosotros o quienes nos sirven, el señor (dominus) podrá tener, con plena seguridad y sin temor, dos partes de su propiedad, y la tercera será para el huésped, según los términos que siguen: una vez dividida la propiedad en tres partes, el señor tendrá la facultad de elegir la primera, el hospes pedirá la segunda que desee, la tercera quedará para el señor". Sin embargo, en algunas regiones como en Borgoña y Aquitania (ubicadas en la Galia), la fracción llegó a ser de dos tercios. Es probable, dice Anderson que, los optimates asentaran allí a hombres de su tribu, como arrendatarios o como propietarios pobres, que pronto cayeron bajo su dependencia económica. Desde entonces, los distintos pueblos germanos aliados (burgundios, visigodos, ostrogodos, alamanes, etc.), presionaron constantemente (sin encontrar demasiadas resistencias) para obtener ese beneficio, que significaba para ellos el régimen de "hospitalitas". Como hemos visto, según lo manifestado en el Código Teodosiano, se intentaba regir sobre una superficie que iba a ser parcelada; lo curioso de esto es que esas parcelas (sortes), que comenzaron siendo temporarias, terminaron siendo hereditarias y permanentes; lo que le permitió a los optimates convertirse en iguales (socialmente hablando) de la aristocracia romana provincial, que nos permite implicar que, los germanos con estas medidas, se estaban incorporando poco a poco a la economía del bajo Imperio. Se fue consolidando así, una aristocracia germánica en el propio territorio romano. Pero hay más, hemos ya señalado, que las amenazas de los limes del Este y Noreste, por pueblos provenientes de Asia (como los hunos), principalmente, habían hecho que las legiones romanas se incrementaran de forma notable con la incorporación de germanos en sus filas; éstos apreciaban muchísimo este tipo de empleo, ya que les permitía lo que hoy llamaríamos el ascenso social, escalando posiciones dentro del ejército, sin desestimar, por otro lado, la paga por los servicios. Esto, además, significó lo que se dio en llamar la barbarización del ejército, es decir, la adopción de usos y costumbres ajenos a la tradición romana, en el seno mismo del cuerpo armado. Claudiano (poeta latino, 370-404) nos dice al respecto, y sobre un oficial llamado Rufino: "… Sus cómplices lo acompañan en multitud, y a su alrededor marchan los batallones armados de sus clientes, quienes sólo sirven bajo sus estandartes. Este hombre, aunque montado en el carruaje de los cónsules y encargado de administrar justicia, no se avergüenza de cambiar el exterior imponente y la toga del magistrado romano por los usos groseros y las vestimentas de los godos. Las leyes gimen, oprimidas por un juez vestido con pieles de fiera"




De lo expuesto por Claudiano parecería desprenderse que, los mismos germanos que conformaban el cuerpo armado de este oficial, fuesen leales sólo a él, por encima de cualquier otra autoridad: ¿estaremos ante la presencia de clientelas armadas? ¿Será ésta una prueba de que el comitatus germano (grupo de guerreros libres, comprometidos voluntariamente al servicio de un jefe y que combatían por él y para él) podría hallarse aún dentro de la misma institución castrense romana? ¿Cuándo aparecen este tipo de vínculos fuera del ejército?
El historiador Ganshof, afirma que en el territorio de la Galia durante el Bajo Imperio era frecuente encontrar ya, guerreros privados de condición libre (buccellarii) rodeando a futuras personalidades.



Muchos desgraciados de condición libre entonces, acudían a estos poderosos, solicitándole protección y ofreciéndole algún servicio a cambio. Este tipo de vínculos se denominó con frecuencia clientelas armadas, y existieron, como ya indicamos en la Galia y también en muchos otros lugares del Bajo Imperio. Por otro lado, lo mencionamos ya, entre los germanos, el comitatus, una suerte también de clientela armada, ejercía una tarea análoga dentro de las distintas tribus bárbaras que, posteriormente se trasladarán al territorio mediterráneo, tras la caída definitiva del Imperio Romano de Occidente, que se produjo en 476 d. C, cuando los Hérulos tomaron Roma, y desplazaron al joven emperador Rómulo Augústulo.
Bueno, ya estarán cansados supongo, así que dejésmolo aquí, por hoy.
Nota: Bibliografía utilizada:
1º) Ganshof; El feudalismo
2º) Maier, Franz; Las Transformaciones del mundo mediterráneo (Siglos III A VIII)
3º) Código Teodosiano, citado en Teodoro Mommsen
4º) Claudiano; Invectivas contra Rufino
5º) Foustel de Coulanges; La ciudad antigua
Fotografías:
1º) Constantino (Emperador Romano)
2º) Georges Duby
3º) Jacques Le Goff
4º) Mapa del Imperio romano de occidente a fines del siglo IV
5º) Representación de un guerrero godo.
6º) Germano con su comitatus atacando una villa
7º) Ostrogodos invadiendo Roma.

jueves, 17 de enero de 2008

Poder y Sexualidad: la vigilancia del comportamiento sexual en la antigua Atenas


Hola a todos, les habla en GORRIÓN nuevamente, hoy quiero retomar el tema de las coacciones al deseo en la antigua Grecia, según nos mostrara el profesor norteamericano John Winkler, en su obra “Las coacciones del deseo” del que ya habláramos en este blog. Recordarán que habíamos dicho que en aquellos tiempos existían actos naturales (convencionales) y actos antinaturales (no convencionales); y que el criterio para establecer qué era apropiado y qué no lo era, estaba supeditado a la condición social del “penetrado”; y que sin éste prerrequisito no podría hablarse de una forma lícita de “amor”. Por si alguien no leyó el anterior post, les recuerdo que, el estudio realizado por Winkler se basaba en la interpretación de un libro: La interpretación de los sueños del griego Artemidoro. Según interpreta Winkler, de dicho libro, la sexualidad se interpretaba de forma asimétrica, subrayando el papel que la misma debía tener dentro del entramado de las relaciones de poder.
Ahora bien, conocer los protocolos no nos dice mucho sobre la manera en qué realmente se comportaba la gente, pues si pretendiésemos, por ejemplo, conocer el comportamiento de la sociedad argentina basados en su constitución caeríamos, en un grave error epistemológico como investigadores. Winkler, ha optado finalmente, por buscar la información sustanciosa al respecto, en los abundantes datos literarios y sociales, que se gestaron en el período que va del 430 al 330 A.C. Por un lado, la interpretación de las imágenes culturales de la virilidad correcta y errónea; en segundo lugar, se intenta constatar el efecto que ha tenido la aplicación de esa imagen en los individuos; y por último, decide encarar el lenguaje popular en su dimensión moral (lo que sería un análisis del discurso), y que se vislumbra en las comedias y en los oradores públicos.



Es notorio, observar que en los mencionados protocolos, la figura del Hoplita (ciudadano soldado) es vista de manera positiva; mientras que en la figura del Kínaidos (varón social y sexualmente desviado, pero no por el hecho de ser “homosexual”, sino por serlo de una forma inapropiada, en relación a su status social (para más detalles, busquen en este blog el post mencionado). Algo muy importante que acota Winkler, es que el kínaidos es distinto a lo que hoy podríamos llamar homosexual, pues la invención de esta última categoría es muy reciente, y no da cuenta del mismo, como una categoría de persona solamente, sino en relación a sus actos. El kínaidos, por lo tanto, no es un homosexual en un sentido moderno, sino un trasgresor de las convenciones, que para la consideración social de aquella sociedad, era algo así como un personaje que causaba gracia, y por momentos molestaba; pero no era visto como alguien que tuviera una psicología distinta del resto de los hombres, como efectivamente hoy pensamos al respecto. A ver si se entiende, si el hoplita es la imagen ideal del varón que la sociedad debe imitar, el kínaidos era como el anti-ideal, el mal ejemplo; pero sólo eso. Sigamos. Para la mentalidad ateniense del período clásico, en particular, el no demostrar valentía u hombría hacía que el hombre se degradase como tal; por lo tanto, el kínaidos, que evitaba el servicio militar, y que descuidaba su cuerpo, a diferencia del hoplita (que lo ejercitaba diariamente), era visto como una efigie de hombre, como una caricatura de la naturaleza; pues lo que se veía mal en éste, no era su naturaleza “homosexual”, sino su incapacidad para hacerse amar por un igual (recuerden lo que vimos en el primer post de este tema): el kínaidos era penetrado por su esclavo, y frecuentemente le pagaba a jóvenes hoplitas para que lo penetraran. Pero el hoplita, o el mancebo, que brindaba este servicio, no estaba mal visto. Recuerden que para los griegos, el hecho de penetrar a un hombre –siempre y cuando fuera un inferior social, era considerado como un acto natural.
A la sociedad ateniense la tenemos que pensar como fuertemente competitiva, donde existía un claro contraste entre los hombres duros y las mujeres blandas; pues la fuerza y la virilidad eran para ellos, verdaderos ideales, únicos motores que dan sentido a la vida.



En la democrática Atenas, no existía una diferenciación clara, como hoy podríamos hacer entre el dominio de lo público y lo privado. Cada ciudadano era considerado en la totalidad de su actividad social. No había nada peor, para un ciudadano ateniense, que se descubriera que había pagado a un robusto muchacho para que éste le hiciera los servicios correspondientes. Como todo habitante de pueblo chico sabe, el chisme, el rumor y la maledicencia son moneda corriente, y tienen un fuerte impacto en la vida social. Las polis griegas, como las de Atenas, Corinto, o Tebas, eras ciudades de pocos habitantes, a menudo no pasaban de los 50.000 o 100.000 habitantes, sin contar entre ellos, claro está, a los esclavos, ajenos por completo a la consideración de hombres (pues según la definición aristotélica, los esclavos eran “ instrumentos provistos de voz”). Los oradores públicos en Atenas, eran un grupo muy reducido, y una acusación de kínaido, por ejemplo, era algo muy difícil de sobrellevar en ese ámbito; sin embargo, la vida privada, para los demás ciudadanos, transcurría de forma libre y segura, al completo margen de ese tipo de artimañas políticas. Los oradores, eran los que frecuentemente exponían su pellejo, pues su continua exposición los hacía blanco fácil para cualquier tipo de acusaciones. Oigamos un famoso discurso del orador Demóstenes:



La ley de Solón prohibía a los ciudadanos-prostitutos hablar en la Asamblea o proponer decretos. Puesto que él veía que la mayoría de ustedes, auque tienen el derecho de hablar, no lo hacen, por lo que esta ley, calculó, no era gravosa. Si hubiera querido castigar a esa gente, podría haber impuesto una ley más dura. Pero no hizo hincapié en eso [la existencia de ciudadanos-prostitutos], sino que, más bien, en vuestro interés y el de vuestro orden político, les prohibió específicamente ser oradores, ya que sabía, sí que los hombres cuyas vidas son vergonzosas no pueden prosperar en un orden político en el que cualquiera puede criticar abiertamente sus vicios. ¿Qué orden es ése? ¡Una democracia! (Demóstenes)

Impresionante, ¿no es así? Winkler cree que, sin embargo, el comportamiento sexual en sí mismo no importa aquí, sino cierta preservación del orden político, mediante restricciones puestas a sus dirigentes en la cima. Para pensar, ¿no es así?
No es la sexualidad lo importante aquí, sino la posibilidad de que un kínaido pudiera tomar el poder, y establecer una suerte de oligarquía, donde ellos tuvieran libertad para hacer lo que quisiesen, y donde nadie los pudiera criticar: los acusadores (como "oficio lucrativo") además desaparecerían. Todo parece reducirse a un ámbito estrictamente político, en donde las alianzas políticas intentan impedir, por este medio, el avance de un sector a los puestos del liderazgo de la ciudad. Pongamos en limpio la estrategia de éstos sectores de la sociedad ateniense. A nadie se lo acusaba ante un tribunal de prostituirse, ¿sí?, que ésto quede claro; sólo se lo hacía, en el caso de que el imputado quisiese acceder al ámbito político.
La idea de todo esto es que entendamos que la “desviación sexual masculina” estaba articulada más bien de forma selectiva, dentro de un entramado político y social, y dentro de un juego político: se apelará a lo normativo, a lo convencional para sacar del “campo de batalla” a un potencial enemigo que pertenece (en la mayoría de los casos) a un sector de la sociedad venido a menos: el sector oligárquico- terrateniente. El poder en el período clásico de la antigua Grecia, lo tenían los sectores comerciantes de la costa.

Nada más por hoy.

Un abrazo a todos. GORRIÓN pys

Nota: Bibliografía utilizada:
John J. Winkler; Las coacciones del deseo: antropología del sexo y el género en la antigua Grecia
Imágenes:
1º) Sócrates hablando a la juventud
2º) Prostitución masculina
3º) Hoplitas
4º) Demóstenes



lunes, 14 de enero de 2008

Seducción en el mundo posmoderno: Primera Parte

Dedicado a Flavio, Guillermo, Nicolás y Noelia

Hola a todos los lectores y lectoras, les habla otra vez el GORRIÓN pys, desde Buenos Aires. Hoy les traigo un tema muy polémico, y para ser franco, poco usual dentro de este espacio de reflexión que hace unos meses he iniciado. Quiero hablarles un poco sobre seducción (término poco usado en nuestro vocabulario, y cuando se lo emplea, es en un sentido más bien negativo). Hace tiempo que les vengo prometiendo hablar sobre seducción en el mundo posmoderno, sobre los fundamentos biológicos y culturales de la atracción que, según pude descubrir hace unos meses, se está investigando seriamente en algunas Universidades de EEUU y del Reino Unido, aunque también de manera independiente por algunas personas en varias partes del mundo; pero primero, creí que, era necesario hablarles previamente sobre posmodernidad (prometo darles pronto, una segunda parte del concepto que ya ensayáramos). Hace unos meses, descubrí algo que, no sabía, ni intuía, francamente, que existía: un movimiento mundial, en el que científicos de psicología, y de disciplinas análogas, y de varios estudiosos-autodidactas independientes parecen coincidir sobre los fundamentos de la seducción. Se trata de un campo de investigación en el que, se intenta comprender de qué forma las personas se atraen, cuáles son las causas para que alguien nos guste y cuáles no (luego les daré las direcciones en castellano, de alguna de ésta gente que, se ha tomado en serio este asunto, y para mí han arrojado resultados sorprendentes). ¿Es posible entrenarse para volverse atractivo, es algo que pueda adquirirse con el tiempo?




La idea de esta introducción es que entiendan que, el tema central de la seducción tiene, por un lado, un fundamento científico (en el sentido de que se lo estudia, no en el sentido de constituir saber absoluto, como podría ser la matemática), que obedece a razones "científicas" ; y por el otro, que en nuestra actual cultura, las parejas, muchas veces, no logran conformarse por la acción de patrones de comportamientos pasados de moda; que no se ajustan a la nueva realidad que la mujer experimenta dentro de lo que se comúnmente se denomina posmodernidad.
A las mujeres en la actualidad, ya no es posible seducirlas con poemas de amor, o con una demostración cabal de que estamos perdidamente enamorados de ella, o que sin ella, nuestras vidas no tienen sentido. Nada es más falso, y ajeno, por completo a la realidad que, la pretensión de llegar a despertar una atracción en ellas por esta vía. Sin embargo, aún abundan las películas de Holliwood, y las creencias populares de que es posible conseguir el amor de una mujer, a través de la manifestación más patética de nuestra total abnegación ante ella. Lo repito: a las mujeres esta actitud le parece de cuarta, de poco hombres, o en el mejor de los casos, de babosos que lleva varios meses de sequía. ¿Sí? ¿Por qué? Porque de esta manera le comunicamos a la mujer nuestra debilidad, nuestra inseguridad, que nuestra mente tiene un horizonte estrecho… y de que si actuamos de esta forma, no es más que porque carecemos de opciones. Nada atrae menos a un mujer que un hombre que, “no es deseado por otras mujeres”, un hombre que no se tiene a sí mismo como primera opción en la vida, que vive para ella, etc.





Desde ya que, este principio ha actuado a lo largo de la historia, no es nuevo el hecho de que, las mujeres, se sienten atraídas por un tipo de hombre cercano al “atorrante rebelde” (pongamos por caso, los papeles interpretados por el actor Richard Gere); pero con el correr del tiempo, la mujer al sentirse (y de hecho ser) más libre, tomando más debida cuenta del poder que, a la hora de elegir tiene, huye de quien da muestras de una necesidad apremiante. A lo que voy con ésto es que, nuestra actual cultura ha pasado en las últimas décadas por un proceso de reacomodamiento a nuevas realidades; y el hecho de que ésta, pueda trabajar independientemente, ha hecho que el varón en su función de proveedor no sea tan necesaria. La mujer ya no necesita a ese poltrón malhumorado, aburrido y taciturno que la ocupe con varios hijos. Hay, en la actualidad, una enorme cantidad de hombres exitosos que, sin embargo, no logran “retener” a una mujer a su lado. Para mí, esto se explica en parte por la siguiente razón: el hombre no se resigna a aceptar que la mujer es libre e independiente, y de que si bien es cierto que le exige a éste ser una figura un tanto dominante, hay un abismo enorme entre el modelo o figura paternal con la que se educó y las necesidades reales de ellas. El varón posmoderno debe “reeducarse dentro de una nueva realidad, dentro de un nuevo sistema de valores, que en muchas sociedades aún está por descubrirse (la sociedad argentina aún es fuertemente tradicionalista en muchos sentidos). No niego que aún existen mujeres aferradas a esos viejos patrones de comportamiento, deseando ser mantenidas por un hombre emprendedor, como lo fueron su abuela, y quizás hasta su madre que, se quedaban en su casa, cumpliendo un mandato social impuesto por la tradición. Hoy tal mandato social no existe: al menos como tendencia. Sólo existe, como tendencia generalizada, el individualismo hedonista de los sexos que, busca satisfacer sus necesidades inmediatas. Sin embargo, es posible hallar aún parejas sólidas, y planes de matrimonio (afortunadamente, de lo contrario las sociedades desaparecerían); pero son hombres y mujeres que, luego de mucho fracasar, han entendido que deben “negociar” un montón de cosas antes de realizar esos planes. Otra cosa importante que, todos sabemos es que, la edad para “asentar cabeza” es muy superior en promedio al de unas décadas atrás (igual esto depende de varios factores, incluido el origen social de las personas: la gente de los sectores populares o marginales se casan a edades más tempranas. Volveré sobre éste tema). Hace unos treinta años la gente se casaba a los 22, o 23 años. Hoy las parejas formalizan (y muchas no se casan) entre los 32 y 38 años en promedio.
Pero volvamos al tema de la seducción. La idea es entender de que ésto debe entenderse como un juego. El hombre es el que guía la misma a través de su “juego” o “estrategias”; sin embargo, el papel de la mujer es determinante. La “seducción posmoderna o científica” propone reproducir las fases del cortejo animal, por llamarlo de alguna manera: donde lo que se intenta es generar un fuerte y consistente lazo a nivel emocional con la mujer en cuestión; ya que, en el caso de las mujeres, es fundamental activar en su cerebro determinadas zonas que se abran al juego. Es por eso que la seducción se juega en un plano mental (yo, ya lo he mencionado a ésto, en algún lugar en este blog). En primer lugar, el hombre debe generar Atracción (deseo de involucrarse con esta persona) usando algunos recursos; en segundo lugar, debe darse un Confort (sensación de que se está bien con la persona en cuestión); y en tercer lugar, la Seducción propiamente dicha (fase donde el hombre embiste como un “predador” ante la "invitación" de la mujer). Para todo esto es necesario desarrollar una gran experiencia en el campo de la “comunicación no verbal” (fundamental para poder interpretar correctamente a la mujer).
Varios maestros de este “Juego de la seducción” (como Mistery que desarrolló este esquema llamado M3, Naxos y Mario Luna) dicen que la atracción puede disparase con los siguientes tips:
- Haciendo bromas (en especial referidas a su persona).
- Soltando Negas (o también llamados piropos negativos).
- Desarrollando en la interacción un fuerte lenguaje corporal que interpele a la imaginación de la mujer).
- Mostrando valor, confianza y mucho dominio de sí mismos.



Naxos, por ejemplo, que es psicólogo, trabaja desde la PNL (programación neurolingüística), y propone hacer previamente un fuerte "Juego Interno” con el fin de adquirir una gran confianza, ya que la seducción requiere de una altísima dosis de autoestima para ser efectiva. Dice, este psicólogo colombiano, que es fundamental desarrollar un estilo propio, vencer los miedos internos y el temor al ridículo. ¿Qué opinan Uds. de esto? Mejor, júzguenlo por sí mismos. Igual el tema da para mucho más.
Si les interesa el tema, les dejo las dos direcciones de las dos páginas en castellano que, a mí criterio, son las más serias, aunque es posible encontrar diferencias en lo que ambos dicen:

Nada más por hoy. Un abrazo a todos.
GORRIÓN pys

lunes, 7 de enero de 2008

Sacralidad y erotismo en el mundo antiguo: una segunda panorámica


Hola a todos, les habla el Gorrión. Hoy quiero terminar con la panorámica del mundo antiguo, iniciada en el post anterior sobre “lo sagrado y lo erótico de la sexualidad en dicho ámbito”; y desarrollar, por otro lado, una explicación sobre el “tabú” en el sexo, según algunas teorías que se han propuesto. No es un capricho mío, o una cuestión antojadiza personal, lo que aquí se afirma: la sexualidad en ninguna época histórica ha estado al margen del poder, tanto sea del político como del poder en sí mismo, entendido como algo inherente al accionar humano, a su quehacer (cuando comience a hablarles de seducción, posiblemente en unos días, verán más claramente que, el poder está presente de una forma natural, en las relaciones humanas y en especial, en las parejas; y yo me atrevería a decir que, en el mundo animal). Es imposible negar la presencia del poder en las relaciones amorosas, como es imposible no encontrarlo en las relaciones humanas en general: en las instituciones educativas, las empresas comerciales, la estructura de los partidos políticos, y hasta en un círculo de amigos, etc. El poder, para la perspectiva de quien lo padece, suele ser visto como algo molesto, fastidioso, arbitrario, injusto, o lo que sea; pero debemos recordar lo que sostiene Foucault, a ese respecto; de que el poder es una “red que se ramifica a toda la sociedad, pues no existen sociedades sin poder; pero que no va desde una dirección, sino desde múltiples direcciones (véase, para tener una mejor idea de ésto: Segunda aproximación a la noción de poder, en este mismo blog). No perdamos de vista tampoco, la facultad de goce que el poder entraña, ¿sí?
En la época del Imperio romano, hacia principios del siglo I de nuestra era (cuando gobernaba el mundo la dinastía Julio-claudiana) afluyeron a occidente, numerosos cultos orientales (también, sobre ésto, algo hemos dicho en este blog), algunos de los cuales, tenían un carácter místico sexual (como ciertas tribus marroquíes, donde parece ser que realizaban orgías sexuales en las mezquitas); otros, en cambio, como los de la tradición hebrea y cristiana, poseían una concepción ligada con el “pecado original”. Dice De Marchi que, “la tradición republicana y militarista de los romanos”, también poseía un trasfondo sexofóbico, que según él, se haya presente en todas las moralidades agresivas, y que a diferencia de la moralidad libertaria y pacifista de los etruscos y en buena medida de los helenos (ésto para mí es discutible), se manifestó excesiva y violenta (los romanos, más de una vez, han sido recordados y señalados como una civilización sádica que realizaba banquetes donde no reinaba ningún tipo de mesura sobre la mesa, ni sobre el lecho). Los romanos adoptaron ciertos cultos griegos, pero no los concibieron, ni con la periodicidad, no con la mesura que éstos las realizaban. El alma helena prefería transitar por la medianía, y sobre todo, de no sobrepasarse.






Los antropólogos durante el siglo XX han estudiado diversas sociedades en África, en las Nuevas Hébridas, y en Oceanía, donde la sexualidad es promovida a través de ritos religiosos, donde no existe el componente sexofóbico ya señalado, y donde prácticamente no existen los celos o las exigencias de fidelidad. Dice De Marchi: “Si la muchacha después de un acto carnal con él recibe a otro hombre en la misma noche, él no se siente ultrajado en su honor, ni en sus derechos exclusivos de patrón de la mujer; sino humillado solamente por la propia incapacidad de satisfacer a la mujer amada”. Los amigos no lo juzgarán impotente sin embargo, o incapaz de hacerse respetar, sino más bien torpe o inexperto.” . Otra cosa, para señalar en éstas sociedades “primitivas” es la "ausencia casi total de perversión o inversión”. Me preguntarán ustedes, a esta altura: ¿Hey, GORRIÓN que querés decirnos, que la culpa de la sexofobia la tienen los militares romanos, los hebreos y los cristianos? Bueno, bueno; pero no tan rápido... Lo que digo, simplemente, es que, el temor y la vigilancia del comportamiento sexual (voy a hablar de ello, en la antigua Grecia en un próximo post), además de ser cultural (desde ya), no son, ni fueron vividos de la misma manera por toda la humanidad a lo largo de la historia; por el contrario, los ejemplos antes mencionados de las culturas de Oceanía, África y de la polinesia, dan cuenta de una posición social relativamente elevada de la mujer, y de una discreta libertad, que no se observa ni entre los griegos siquiera; y ni que hablar entre el mundo musulmán, y el hebreo. En Occidente: a pesar de la gran libertad –inclusive de la erótica- entre los griegos, por ejemplo, éstos no pudieron establecer con la mujer una relación del todo satisfactoria. Aquí radica, probablemente, parte del componente altamente neurótico de nuestra civilización; pues somos herederos directos de esa tradición (véase En búsqueda de los valores occidentales). Para los griegos no invertidos (a los que hoy llamaríamos heterosexuales), la mujer no era más que un instrumento de placer, y el hombre no podía establecer con ella un contacto que trascendiera este aspecto; pues era considerada inferior. Para los orientales: donde la mujer goza de una libertad muy restringida, la misma, no debe existir más que para ser la “acompañante fiel y sumisa del hombre” en este cruel y despiadado mundo; debe obedecerlo y respetarlo. Dice De Marchi, que en esas condiciones anteriormente descritas en la antigua Grecia, "la búsqueda del amor psicofísico en la homosexualidad, es decir, en el amor de otros seres sentidos como psíquicamente no inferiores, puede convertirse en una desviación instintiva fácilmente comprensible” ¿Qué piensan ustedes de todo ésto?




Volvamos a Occidente, a nuestros queridos padres espirituales, los europeos. La concepción sagrada del sexo (presente en el mundo pagano; sea éste griego, etrusco, o de la polinesia) entró en contradicción con esa otra concepción que lo considera como algo malo y pecaminoso. Según De Marchi, que interpreta al etnólogo Crawley, el origen de la moralidad sexofóbica, estaría dada por el tabú sexual originario, representado en la idea de: “La necesidad de defensa” ¿Cómo es ésto GORRIÓN, se pregutarán? Según E. A. Crawley, en The Mystic Rose, cuando un macho y una hembra del mundo primitivo se encuentran copulando, su atención está concentrada en este acto; dejando, claramente expuestos sus flancos al peligro de ser atacados por la retaguardia, ya sea por una fiera o un enemigo. Además, luego de la cópula (y el cigarrillo) la energía tanto del macho como de la hembra sufre declinación, por lo tanto la vulnerabilidad del individuo aumenta considerablemente. Es quizás, por esto, sostiene el autor que desde un principio, los grupos humanos hayan sentido en la sexualidad una fuente de debilidad; y por ello de peligro mortal, induciendo a rodearla de una serie de restricciones y prohibiciones. Piensen en las típicas películas de terror norteamericanas, donde el muchacho y la vírgen rubia están dale que dale…en ese momento, aparece de atrás Jason o Freddy Kruger (no se rían, que ese es un temor muy primario, como es la mente del que hace esas películas; hay un mensaje allí muy fuerte para esos jóvenes que fornican a espalda de sus padres).

Con el correr del tiempo, es lógico suponer que, estas restricciones y prohibiciones hayan sido usadas con un carácter estrictamente político, y para controlar a las sociedades, así como la confesión entre los católicos (¿para qué piensan ustedes que ha sido creada la confesión entre los cristianos de la Edad Media, sino para controlar a la gente?) Bien, recapitulemos un poco. Occidente, al sufrir un fuerte influjo de la moral judeo-cristiana (innegable si tomásemos en cuenta al monoteísmo del que ambas religiones participan) fue modificando su cultura, hasta desarrollar un sentimiento en extremo lamentable del pecado; sin embargo, no es nada despreciable cierto puritanismo que practicaban las élites militares romanas. Si bien los romanos fueron de alguna manera discípulos de los etruscos y de los griegos, en materia amorosa, las tenaces rémoras sexofóbicas presentes en la mentalidad de las élites republicanas e imperiales fueron haciendo cada vez más evidentes sus simpatías por el pensamiento oriental. A partir de Cicerón, en siglo I a. C. y hasta el emperador Marco Aurelio se sucederán los pensadores moralistas hasta el advenimiento definitivo del cristianismo con el emperador Constantino en 313 d. C.


Notas: Bibliografía utlizada: De Marchi; Sexo y Civilización Fotografías:
1º) Esposos romanos
2º) Mujeres de la polinesia
3º) Príapo
4º) Esposos Hebreos

miércoles, 2 de enero de 2008

Sacralidad y erotismo en el mundo antiguo: una primera panorámica

Mundo mediterráneo hacia el siglo I a. C.

Hola a todos nuevamente, les habla el GORRIÓN pys desde Buenos Aires. Quiero, antes que nada, desearles a todos un muy buen comienzo de año. Hoy les traigo un post que se estaba haciendo esperar, como aquél, que aún les debo sobre la seducción, que les había prometido en mis primeras entregas, pero que, al ocuparme de otros temas, aún no lo había podido desarrollar. Espero poder hacerlo en estos días. Bien, vayamos a lo nuestro, sin dilatarlo más.
El autor que tomo para este post es el gran psicólogo social y politólogo Luigi De Marchi, cuya obra, “Sexo y Civilización” produjo un gran impacto en el ámbito académico en el momento de darse a conocer. Este post, será, probablemente, queridos lectores, uno de los más recordados, por lo cual, he decidido dividir el material, también por entregas, para no agotar rápidamente, ni el libro de De Marchi, ni sus principales conceptos.
Siguiendo las líneas que hemos desarrollado en este blog, allá por septiembre u octubre del año pasado, De Marchi sostiene que, en el mundo, hay un antes y un después de la moral judeo-cristiana, esparcida por el mundo mediterráneo hacia el siglo III d. C. Él, va a llamar, a dichas sociedades emergentes: sexofóbicas. Los etnólogos, antropólogos e historiadores pueden dar cuenta de que han existido en el mundo antiguo pre-cristiano, pueblos y culturas donde la experiencia sexual es sentida y honrada como el bien supremo de la vida. De lo expuesto, queda claro entonces que la sexualidad es vivida de dos formas completamente distintas, según como el poder previo, la haya concebido. Si Adán y Eva serán condenados por Dios, por pecadores al tomar conciencia del poder de sus cuerpos, ocultándolos con hojas de vid, en la Grecia antigua, por ejemplo, Príapo (el hijo de Dionisos) será honrado por la increíble magnitud de su falo.
Volvamos a De Marchi, quien nos dice: “La tradición ética y el hábito de la civilización cristiana han condicionado hasta tal punto nuestra mentalidad que nos resulta difícil imaginar civilizaciones donde el acto sexual, más que esa cosa obscena y secreta que es entre nosotros, sea un rito religioso, que es exaltado, y a veces también celebrado, públicamente.
Pensemos en las siguientes divinidades y comparémoslas con el ideal expresado entre las mujeres emblemáticas de la tradición judía: Cibeles entre los frigios, Astarté entre los fenicios, Rea entre los cretenses. Ahora hagamos lo mismo con María, Raquel, Rebecca, y Sara. Muy bien. Si bien, en todas estas divinidades paganas y mujeres representativas, que aparecen en la Biblia se exaltan sus cualidades maternales (para la que fueron diseñadas) entre las primeras, a diferencia de lo que ocurre con las hebreas, su sensualidad es exaltada. Cibeles es un símbolo de la maternidad socorredora, pero al mismo tiempo, es del deseo y del goce sensual. Lo mismo puede decirse de Rea, y de Astarté; sin embargo, el segundo grupo de mujeres es “condenado”. La mujer es concebida como la gran culpable de los males del mundo. Oigamos lo que se relata en el génesis sobre dos mujeres que no participan adecuadamente de los preceptos morales de Moisés: “Judit y Basemat tienen, pues, en la Escritura la mala fama de ser puestas como ejemplo del tipo de mujer que el hijo de una familia que teme a Dios no puede recibir por esposa (…) Isaac y Rebecca estaban perpetuando las tradiciones de Abraham y Sara en su hogar. Vivían una vida quieta y piadosa. Ahora, ya en su ancianidad, aparecieron estas dos mujeres que no tenían el temor de Dios en su corazón. Tenían tendencias sensuales y paganas, lo que hoy llamaríamos mundanalidad, que chocaba con la piedad de los padres. Por ello, sus últimos años, los pasaron en amargura" (*). En el génesis a Raquel se le advierte que: “Con dolor dará a luz a sus hijos”. No debemos, tampoco olvidar que el propio Adán fue seducido por Eva, una mujer que lo arrastró a éste al pecado; es por esto que Dios, guardó para ella y para todas sus descendientes, una vida de dolor y subordinación al menos frágil de los seres humanos: el hombre.
De Marchi dice que “desde la egipcia Isis a la mesopotámica Ishtar, y a la misma Afrodita helénica, las sacerdotisas se unían ritualmente con los fieles de sexo masculino”. Ésto, ha sido interpretado por muchos antropólogos y demás estudiosos europeos, del pasado siglo XX, durante años como “prostitución ritual”; sin embargo, no se ha tenido en cuenta, dice De Marchi que, el ánimo festivo con que eran oficiados estos actos, lejos estaban de la atmósfera de vergüenza y de abyección que caracterizó a la prostitución de nuestra civilización occidental durante tantos siglos.
Más delante de Marchi nos relata de qué forma se realizaba el culto a la Venus Ericina entre los helenos, que toma éste, del historiador griego Estrabón:

Afrodita de Bouguerau

“Tuvo su centro de irradación en un gran templo, del cual todavía subsisten algunas ruinas, erigido, según la leyenda en la edad monoica (período previo al dominio heleno sobre la hélade) por el mismo Dédalo, para honrar la memoria a la bellísima Licusta. Las sacerdotisas del templo oficiaban llevando en la cabeza guirnaldas de mirto (la planta sagrada de Afrodita). El rito comenzaba cuando ellas entraban en el templo dirigiéndose a la estatua de a Afrodita, a los pies de la cual depositaban ánforas con leche y miel. Luego era encendido el fuego sobre el altar de la diosa y en él eran quemados gajos olorosos e incienso”.[1] Posteriormente iniciaban unas nenias (cantos realizados en forma dialogada) en donde entonaban fórmulas que eran respondidan por los fieles. Terminado el canto, se acercaban al altar con una cabrita blanca para sacrificarla.
“Terminada esta fase de la ceremonia, las sacerdotisas y las suplicantes se volvían a los fieles, que habían asistido al rito (…) y se arrodillaban todas, salvo la sacerdotisa sacrificante, que alzaba los brazos y soltaba algunas blancas palomas. Con aquella señal, comenzaba la orgía sexual.”[2]
Para participar de las grandes orgías primaverales y otoñales, que tenían carácter particularmente solemne, nos dice De Marchi, miles de peregrinos llegaban al templo desde tierras muy remotas, como las de Asia Menor y las costas jónicas.
La sexualidad entre estos pueblos del mediterráneo tenía un carácter misterioso, sagrado, y debemos entender que se apreciaba, principalmente, en un aspecto: como vehículo hacia la experiencia mística. Pensemos en el culto a Dionisos, que era celebrado con música, danza y alcohol, y cuyo sentido no era develado a los que no estuvieran iniciados en “sus misterios” ¿Sí, se entiende? También las Bacantes (séquito de mujeres que acompañaban a Dionisos) concluían sus rituales con una orgía sexual. Como bien apunta De Marchi, Dionisos era el dios del júbilo, del placer y de la vida; por lo tanto, era el dios enemigo de lo opuesto; es decir de la tristeza, del dolor y de la muerte. Dionisos, para Eurípides, era el que curaba todo el dolor del mundo. El que reanudaba el ciclo de la vida.
Más delante de Marchi nos dice: “Esta gran libertad, aún más, esta exaltación del amor expresada en las divinidades eróticas de la Hélade, no era de ninguna manera la expresión, ni el trámite de una sensualidad brutal, privada de matices y articulaciones estéticas. Los griegos han sabido también ser los más refinados cultores de la belleza. Los griegos, a pesar de esto, no pudieron desprenderse de todos los elementos propios de las sociedades patriarcales; tenían de aquella mentalidad, resabios fuertemente asimétricos en relación a los géneros (algo hemos dicho ya en el blog, aunque volveremos sobre ello). Las mujeres griegas no alcanzaron jamás el grado de libertad sexual del que sí gozaron las damas romanas en la época imperial: se le exigía, que se atuviera a su papel de dadora de vida: es decir, de madre; es por ésto, cree De Marchi, que entre ellos se haya presentado con mucha frecuencia entre las élites, la homosexualidad; sin embargo, ésto, no bastó para que en la mitología, o un plano religioso o artístico se llegase a percibir su “moda”; lo que predominará en la cultura helénica será la manifestación de la sexualidad libre como fenómeno profundamente milagroso y divino de la misma.
Entre los etruscos (civilización que antecedió a la romana), la libertad erótica fue aún más extrema que entre los griegos. A menudo olvidamos que los etruscos pueden ser interpretados como uno de los antecedentes más directos de nuestra civilización occidental, pues su cultura fue absorbida por la romana.
Este pueblo reconocía a la mujer una posición moral bastante superior a la que le asignaron los griegos y los romanos; y ni que hablar de la que tenía en Oriente, donde la misma era poco menos que flagelada con el primer objeto que se tuviera a mano.




Sarcófago de esposos etruscos


De lo poco que sabemos, de esta civilización, podemos señalar que: su libertad erótica estaba determinada por una armonía y comunión con la naturaleza, en donde la interpenetración de los hombres con la naturaleza hacia surgir una concepción simétrica y hedonista de todos los seres que habitaban el mundo. Para los etruscos, hombres y mujeres vivían en un plano de comunicación panteísta, donde se cumplían, de ordinario, ese tipo de ritualidad señalada para los cultos helenos.

Nota: Fuentes y material utilizado:

1º) http://www.adorador.com/

2º) De Marchi, Luigi; Sexo y civilización

(*) http://www.adorador.com/

[1] De Marchi, Luigi; Sexo y civilización
[2] Idem 1