"Exhortar a la castidad constituye una incitación pública a ir en contra de la naturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, y toda impurificación de ésta al tacharla de 'impura' representa el verdadero pecado contra el espíritu santo de la vida."

Friedrich Nietzsche

martes, 26 de febrero de 2008

Quinta Aproximación a la Naturaleza del Poder: Una tipología política de sistemas políticos preindustriales. Primera parte


Hola a todos, les habla el GORRIÓN pys, nuevamente. Antes de empezar este post, les digo que voy a tomarme unas vacaciones de tres semanas al menos, por distintos motivos; pero principalmente porque se me quemó el monitor de mi computadora, y tengo que hacer magia para poder escribir y publicar. Veré si puedo comprarme, antes de fin de mes, algo mejorcito. Si bien tenía pensado publicar la segunda parte del post anterior, tendrán que esperar, ya que no pude ni sacar del disco duro el contenido, ni terminar de escribir el post prometido. Afortunadamente, como tengo aun, en diferentes formatos y archivos, algunos textos que finalmente no publiqué, aprovecho la oportunidad para que repasemos algunos conceptos, en relación a lo que ya hemos trabajado sobre la “naturaleza del poder”. Creo que vendría bien que veamos un poco de tipologías políticas.
La siguiente clasificación es el resultado de cuarenta años de progresivo perfeccionamiento de la tipología política, cuyo objeto es central en el campo de la antropología política. Se deben tener en cuenta para dicha clasificación los siguientes aspectos:

Integración política.
Acceso a los puestos de liderazgos.

Las relaciones entre la sociedad y el medio son las de un constante feedback (de adaptación y cambio) entre el mundo físico y social.
Hay que tener presente que existen mejores indicadores para acercarse a un tipo político; uno de ellos es la densidad de población. No hay ruptura entre los siguientes tipos, sino más bien un continuun.
No debe esperarse que alguna sociedad “encaje” con todas las características propias de su tipo.

Sistemas no centralizados

Carecen de un “gobierno en un sentido permanente”. El poder es temporal y fragmentario y está repartido entre varias familias, bandas y asociaciones.
Seguiremos la tipología teniendo en cuenta el aspecto de la densidad demográfica (que supone una evolución en aumento del nivel de complejidad cultural). Dos cosas a tener en cuenta para estos sistemas:
- Son grupos fluidos (pues se unen por temporadas para formar unidades “tribales”, para luego desintegrarse en unidades más pequeñas.
- Son sistemas igualitarios que, sin embargo sólo parecen más “democráticos” en los niveles más inferiores.

Bandas

Entre 25 y 150 miembros. No existe prácticamente especialización del conocimiento práctico.
Se practica una estricta exogamia – alianzas matrimoniales entre diferentes bandas, y este grupo más amplio está también unido por medio del parentesco bilateral.

¿En qué sentido son igualitarios para el antropólogo Fried?
1) En la Economía.
2) “ “ Organización social.
3) “ “ Estructura política.

En 1º: reciprocidad
En 2º: la toma de decisiones incumbe a todo el grupo
En 3º: el liderazgo (puesto de cabecilla) es temporal, y carece por otro lado de poder coercitivo.


Pueden subdividirse desde el punto de vista de la Estructura Social:

a) Patriarcal (basada en la exogamia de la banda y en unas reglas matrimoniales, forman alianzas periódicamente y se enriquecen con más miembros que provienen de otros grupos)

b) Compuestas (fueron consideradas por Service como el resultado del colapso de las estructuras patriarcales, sin leyes matrimoniales de residencia; casi una aglomeración).

c) Anómalos (con estructuras sociales tan fragmentadas que han sido identificados como el “nivel familar”. Ejemplo: los Esquimales y los Shoshone.





Los Bosquimanos:


Habitan en el desierto de Kalahari unos 1000 bosquimanos repartidos en 37 bandas.
Las mujeres proporcionan el 80% del alimento, que consiste en la recolección de frutos silvestres y raíces.
Los hombres se ocupan exclusivamente de la caza (búfalo, antílopes y jirafas)
El cabecilla (cargo hereditario) se ocupa exclusivamente de la administración de los recursos (entre ellos del agua) y de los movimientos del grupo. Es un cargo de responsabilidad, pero que no conlleva ninguna recompensa. Las decisiones importantes se toman a nivel grupal.






Los esquimales:

Habitan el territorio que va desde Siberia a Groenlandia.
Los argumentos propios del determinismo ecológico, aquí parecen especialmente tentadores, dado que los esquimales viven en una de las regiones habitables por el hombre posiblemente más hostiles de la tierra.
Su unidad básica es la familia extendida, que puede beneficiarse de las relaciones de parentesco bilaterales para juntarse con otras familias. La unidad doméstica puede llegar a incluir una familia de doce miembros.
El liderazgo fuera de la unidad doméstica es muy elemental; un poblado puede carecer, a veces de cabecilla inclusive, y si alguien tiene algo de influencia es el chamán local, cuya autoridad no es coercitiva.

Tribus

Según Fried nos informa Lewellen, es el término con evidente menor sentido de todos, ya que el concepto de “tribu”, como el de “raza” se utiliza para referirse a una ampliada gama de entidades que, apenas tienen nada en común entre sí.

Existen tres objeciones básicas al concepto de “tribu”:
1ª. No comprende un grupo diferenciado de sociedades que compartan rasgos comunes entre sí;
2ª. No es suficientemente distinto de otros tipos (de las bandas o de las jefaturas, por ejemplo);
3ª. Sugiere un cierto grado de integración social o al menos de vinculación que, muchas veces, es inexistente.
¿Por qué sigue utilizándose todavía este término?
Supone la aceptación de que tiene que haber una forma que haga de puente entre las bandas cazadoras-recolectoras y los sistemas centralizados, tanto por lo que se refiere a la complejidad sociopolítica como al desarrollo evolutivo. Por otro lado, estudios interculturales revelan ciertamente rasgos comunes entre muchos de estos grupos.
Las tribus son sistemas igualitarios no centralizados en los que la autoridad está repartida entre varios grupos reducidos. Dado que estos grupos se basan en recursos alimentarios domesticados, están más densamente poblados y son más sedentarios que las bandas cazadores-recolectores. Según Service, la cualidad definitoria de la tribu (lo que la distingue de la banda) es la existencia de comunidades autosuficientes en grupos sociales más amplios. Una sodalidad es simplemente una asociación formal o informal, una congregación.
Existen dos tipos de sodalidades:


las que derivan del parentesco, y
las que no derivan del parentesco.

Entre las primeras:
- linajes y clanes
-linaje segmentario
-estratificación ritual


Entre las segundas:
-Multitud de asociaciones,
-Consejo de Aldea,
-Asociaciones.





Los Kpelle:

En África occidental. El mayor grupo kpelle está fragmentado en varias comunidades autosuficientes, cada una de las cuales posee un “propietario de la tierra” hereditario, pero que coexiste con un consejo de ancianos que toma las decisiones por consenso. Como complemento de estos grupos encontramos también la “sociedad secreta” masculina. Esta sociedad, llamada Poro trasciende a los mismos kpelle, incluyendo a una multitud de culturas de Nigeria, Costa de Marfil, Liberia, etc. Aquí encontramos la centralización y la jerarquización propias de las jefaturas, la organización segmentaria y las sodalidades pantribales, propias de las tribus.





Los Yanomamos:

En Venezuela y norte de Brasil. Son un grupo de horticultores que viven en poblados dispersos. Este pueblo es extremadamente agresivo y belicoso, practica un infanticidio femenino que conlleva a que escaseen las mujeres. Esto genera problemas políticos y guerras entre hermanos. El mantenimiento del orden en estas circunstancias parece como si necesitara un cabecilla fuerte; pero como en las bandas un cabecilla no tiene autoridad coercitiva. En el poblado se impide que los hombres se maten entre sí, por medio de un sistema de violencia institucionalizada: se intercambian puñetazos por riguroso turno. El cabecilla oficia de “árbitro”.
En muchos puntos los yanomamos se presentan como una tribu típica: su organización social es, sin duda, más compleja que la de los cazadores-recolectores nómadas, sus poblados son permanentes y relativamente estables; sin embargo, no existe liderazgo coercitivo centralizado y todos los hombres del poblado tienen igual acceso al puesto de cabecilla.
A este pueblo parece faltarle lo único que Service consideraba como “cualidad definitoria de las tribus”, es decir las sodalidades pantribales.




Los Nuer:

Del sur de Sudán. Aquí se da el caso de linaje segmentario. Unos 200.000 nuer viven en poblados, cultivando maíz y mijo.
Son ferozmente independientes, y existe una completa falta de autoridad centralizada o de cualquier autoridad formal; “estado acéfalo”, sin órganos legislativos, judiciales ni ejecutivos”. Posee una forma permanente y coherente que podríamos llamar “anarquía ordenada”.
La unidad económica corporativa compuesta es la unidad doméstica compuesta por varios hombres relacionados patrilinealmente entre sí. Varias de estas unidades domésticas pueden agruparse y formar una “aldea dentro del poblado” (linaje menor), unos cuantos de ellos formarán unidades cada vez mayores, para finalmente formar un linaje máximo, que se extiende por todo el territorio nuer.
La guerra es casi constante. Por medio del proceso de “oposición complementaria”, grupos territoriales más y más amplios pueden llegar a unirse con fines militares. La unidad política de los nuer puede definirse en términos de provisionalidad. La oposición complementaria soluciona el problema de la integración tribal: conviene perfectamente a una tribu que se introduce en un territorio ya ocupado. Este es el caso de los nuer, que históricamente se expandieron hacia la tierra de los Dinka, con los que se viven peleando.
Un sistema así, extremadamente flexible y al mismo tiempo capaz de formar una poderosa fuerza unida, canaliza la expansión hacia fuera y libera las tensiones internas en forma de guerra contra otros pueblos.
Nada más por hoy. Un abrazo a todos.
GORRIÓN pys



Bibliografía utilizada:
LEWELLEN, Ted C: Introducción a la antropología política.


Fotografías:

1º) Mapa político de África;
2º) Bosquimanos;
3º) Esquimal pescando;
4º) Mujeres de la tribu kpelle;
5º) Yanomamos;
6º) Cazadores Nuer de Sudán.

lunes, 18 de febrero de 2008

La formación de una sociedad represora: Primera Parte


"Fe significa no querer saber la verdad" Friedrich Nietzsche - El anticristo

Hola a todos, les habla el GORRIÓN nuevamente। Como ya habíamos señalados en otras oportunidades, el triunfo del cristianismo en occidente se dio de la mano del emperador Constantino, y tuvo como resultado el desmoronamiento del mundo romano y pagano clásico. Hubo un intento por reflotar el legado del mundo pagano, que llevaría a cabo el emperador Juliano (denominado el apóstata), pero la iniciativa no prosperó, dada, entre otras cosas, su prematura muerte. Apareció paulatinamente, un nuevo orden, más universal, ecuménico y totalitario al mismo tiempo. La estructura militarista y verticalista del Bajo Imperio Romano, fue particularmente conveniente para centralizar el poder de una religión que pretendía nuclear dentro de sí, al conjunto de las creencias de los diferentes grupos humanos en una nueva cosmogonía; sin embargo, la aún numerosa población servil, y los pocos y pobres agricultores independientes, que todavía subsistían, quedaron al margen de los sacramentos.





Muchos de los primeros cristianos, entre ellos el obispo Osio de Córdoba, amigo de Constantino, entendieron desde muy temprano, sobre la conveniencia de separar los poderes políticos y religiosos, por lo cual justificaron la existencia de un poder paralelo al político en sus escritos y epístolas; y le recomendaron a dicho emperador que hiciera eso (ver en búsqueda de los valores occidentales: parte II). De esta manera, la Iglesia Católica logró sobrevivir al derrumbe del poder político del Imperio Romano de Occidente, y de constituirse en un poder independiente, que atravesó, a lo largo de la historia, el período imperial, los gobiernos de los diferentes reyes germanos tras su caída, hasta convertirse en una piedra central del poder feudal, constituido definitivamente hacia el siglo X. Quizás algunos de ustedes tengan una idea equivocada sobre la Iglesia Católica, y supongan que, durante la toda la Edad Media, la Iglesia católica ejerció una suerte de “caza de brujas”. Ésto no es así, eso falso. Y no es que, sea falso porque la Iglesia Católica hubiera entendido que, era adecuado mantener buenas relaciones con todos los miembros de la sociedad, bajo la preceptiva “ilustrada” de tolerancia y respeto por los diferentes cultos religiosos; sino por la razón de que hasta el siglo X, aproximadamente, nunca logró tener ese poder totalitario que frecuentemente se le atribuye. Dejemos algunas cosas en claro, ¿sí? Desde el momento previo a su institucionalización (año 313), la Iglesia Católica combatió, por ejemplo a los cultos locales, y a las “herejías”; pero no pudo imponerse al conjunto de la sociedad por varias razones, entre algunas de ellas:



1º) Durante los siglos que van del V al XI inclusive, la existencia de esclavos en Europa va a ser aún muy grande, y la Iglesia mantendrá dentro de sus claustros, una gran cantidad de ellos, los cuales formaron un contingente nada despreciable de personas, a las que sin embargo, no era posible, ni conveniente “evangelizar”, dada por la “naturaleza” de las mismas; por lo cual el reino de Dios, no pudo hacerse extenso a todos los hombres aquí en la tierra.

2º) El principal peligro para la Iglesia Católica fue el arrianismo (una secta considerada herética por dicha Iglesia, que negaba los atributos divinos de Jesucristo) que consiguió imponerse de forma numerosa dentro de la mayoría de las distintas tribus germanas. Al erradicar el arrianismo, a fines del siglo VI, y convertir a la gran mayoría de los germanos al catolicismo, la Iglesia no volvió a verse amenazada por otro poder durante mucho tiempo, y sin esta amenaza, es lógico suponer que su poder no tendió a hacerse absoluto.

3º) La imposibilidad de darse un Estado político único, como fuera el Imperio romano, hizo que la Iglesia no tuviera oportunidades para acercarse a un poder político fuerte y centralizado.

4º) Los obispos locales, no tendrán durante mucho tiempo, un contacto muy directo con el poder papal, por la misma coyuntura antes planteada.

Ejemplifiquemos un poco sobre los puntos anteriormente planteados:
En la primer Epístola a los Corintios, 7, 20-24, nuestro amigo San Pablo dice:
Que cada uno quede en el estado en el que estaba cuando ha sido llamado. Tú has sido esclavo, no te apenes por eso; pero aunque ahora puedas recobrar tu libertad, aprovecha tu estado de servidumbre, pues quien ha sido llamado siendo esclavo es un liberto del Señor… Hermanos, que cada uno se quede ante Dios en el Estado en que fue llamado” .


En la Epístola a los Efesios, 6, 5-9, San Pablo dice:
Esclavos, obedeced a los que son vuestros amos según la carne, con temor y temblando, con la rectitud de vuestro corazón, como a Cristo, no sólo cuando tienen ojos sobre vosotros, como si no buscarais más que agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, que hacen de buen corazón la voluntad de Dios. Servidlos con afecto, como sirvierais al Señor, no a hombres… y vosotros amos, obrad igual con ellos” .

San Agustín inclusive, logra armar la siguiente argumentación para justificar la esclavitud antigüa:
La causa primera de la esclavitud es el pecado, que ha sometido al hombre al yugo del hombre y aquella no ha surgido sino de la voluntad de Dios, que ignora la inicuidad y ha sabido repartir las penas como salario de los culpables” .

Pierre Bonnasie dice: “Toda la legislación conciliara de los siglos IV a XI apunta, bajo modalidades diversas, a excluir a los esclavos del derecho de asilo. San Pablo devolvió a Filemón su esclavo Onésimo: conviene, pues, restituir a sus amos los mancipa (esclavos) fugitivos.
Dos ideas son aquí, dice Bonnasie, desarrolladas y estrechamente asociadas:

1º) la esclavitud es la sanción de los pecados cometidos por los hombres;
2º) es justo que esta sanción caiga sobre ciertos hombres y no sobre otros, ya que, Dios no puede equivocarse, los que reciben el golpe son los culpables.


Sin embargo, es justo señalarlo, en cuanto a su liberación, la Iglesia preconiza su práctica, colocándola entre las obras piadosas; pero mientras incita a los laicos a liberar a sus esclavos, ella permanece abiertamente esclavista.
Dice Bonnasie: “Se prohíbe a los obispos, a los abades, liberar a sus mancipa que trabajan en los dominios en los que tienen el cargo: los concilios no cesan de recordarlo en los términos más formales. Las razones invocadas son siempre idénticas: los esclavos, como los otros bienes de la Iglesia, pertenecen a Dios y nadie tiene el derecho de disminuir el patrimonio del Señor. A veces se precisa: liberar a los esclavos, sería perjudicar a los pobres”
¿Dónde están entonces los esclavos? Pues sencillamente, fuera de la sociedad. Hasta el siglo XI la Iglesia será el más importante propietario de esclavos, en occidente. No hay parroquia, ni abadía que no posea unos cientos de ellos.
La idea es justificar la esclavitud por la naturaleza del esclavo, hacer del esclavo un no cristiano. En fin, la esclavitud es practicada por el mismo papado: la correspondencia de Gregorio el Grande contiene órdenes de compra de esclavos.




Con respecto a la fe arriana, fue ganando adeptos entre los vándalos, burgundios, suevos, y más tarde también llegó a los lombardos, en la época del Bajo Imperio (S. IV y V) . Dice Heers, que el antagonismo religioso fue, a menudo, un obstáculo para la fusión entre germanos y romanos: iglesias separadas, matrimonios prohibidos, conversiones difíciles, etc. En África, los arrianos persiguieron a los cristianos romanos, mientras que en la Galia, los cristianos hicieron lo propio con arrianos y paganos.
En este mundo convulsionado, la obra de San Benito (480-547) fue decisiva, y fue apoyada de inmediato por el papado. Para dirigir a sus monjes, él mismo redactó una regla que se distinguía por un profundo sentido de la organización y el orden. San Benito (el fundador de los monjes benedictinos) se dedicó a organizar la Iglesia imponiéndole una estricta disciplina que le permitió controlar las elecciones episcopales de vastas regiones de occidente. La idea de la “Regla de San Benito” era que el abad tuviera un control total y patriarcal sobre una comunidad determinada.
El Norte de Italia fue rápidamente conquistado, posteriormente se intentó realizar una obra evangelizadora a través de distintas misiones, que comenzaron a fines del siglo VI, y que le permitió, paulatinamente a Roma constituirse de nuevo en la capital espiritual de Occidente, como lo fuera en la época del Bajo imperio.




Todos los pueblos bárbaros fueron convirtiéndose paulatinamente al cristianismo, principalmente a través del matrimonio de sus jefes guerreros, o sea de sus reyes. Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que, el poder de éstos, era muy débil dentro de un los extensos territorios que supuestamente gobernaban. En la Galia, por ejemplo, la repartición de los territorios, a la muerte de un rey, fue una práctica que impidió la llegada del mensaje misionero a todas las regiones.
En el 589, tras la conversión del Rey visogodo Recaredo, la unión formal de las Iglesias católica y arriana hizo desaparecer por un tiempo prolongado el peligro de las “herejías” en Occidente. Durante cuatro siglos, hasta fines del novecientos (siglo X), no se registran persecuciones, ni ajusticiamientos, como los que sí comenzarán a realizarse en ese período.
Es evidente que hasta fines del siglo X, la Iglesia Católica no representó un poder totalitario como quizás mucho suponen. La formación de la sociedad represora, como la denomina Moore, comenzará con el sacrificio de dos pastores: Vilgardo de Ravena, y Leutardo de Champagne. El primero fue condenado por el obispo de Ravena, en 971, por decir que Ovidio, Virgilio, y Horacio habían recibido inspiración divina.
Otro hecho curioso, será la quema en la hoguera de Gerardo de Milán, y de sus compañeros que lo seguían (entre los que se encontraban una cuantas mujeres), en 1028. Al parecer Gerardo, había realizado una lectura neoplatónica de las escrituras; fue ajusticiado por el obispo de dicha ciudad por “el gran énfasis puesto en la liberación del individuo de la preocupación de los lazos de la carne mediante la abstinencia personal, y en la interpretación alegórica de las Escrituras, en especial del Nuevo Testamento”.





Por último, señalaré el asesinato de dos canónigos de la catedral de Orleáns: Esteban y Lisois, que fueron quemados en la hoguera en 1022 (iniciando así una secuencia descomunal de persecuciones y ajusticiamientos), tomando como relato básico y verosímil de los acontecimientos, los escritos de Pablo de Chartres, bajo la acusación de organizar orgías diabólicas de carácter promiscuo. Para el historiador Bautier, el juicio de Orleáns fue un episodio capital en una larga rivalidad entre el rey Roberto el Piadoso y el conde Eudes de Blois. Se ideó para desacreditar a la reina Constanza, cuyo matrimonio con Roberto había sido un serio revés para el linaje Blois. Esteban, el líder de los “herejes”, había sido capellán de la reina, y Lisois, recibía también protección regia. Por otro lado, la “secta” fue descubierta mediante las pruebas de Arésfast, que pretendía haberse infiltrado en ella. Éste era vasallo del conde de Normandia, que estaba estrechamente aliado con Eudes de Blois, y actuó según prescripciones del capellán de Chartres. En fin, el resultado de este asunto fue que el obispo Thierry fue depuesto en favor de Odalrico, candidato de Eudes.
Lo importante para nosotros, de este episodio, es tener en cuenta los argumentos que se utilizaban en aquellos tiempos. Siempre la acusación de practicar “orgías diabólicas”, o de “comerse a los niños”, serán los leimotivs más recurrentes a los que acudirá la Iglesia Católica. Se intentaba, con ello, dejar en claro que, ellos eran los portavoces de la pureza celestial; y que los enemigos a su poder “eran los amigos del diablo”. Es un ideal de pureza el que está en juego siempre; y será la Iglesia Católica la que lo va a representar; mientras que sus rivales serán siempre acusados de actividades “impuras y lascivas”. En el próximo post, lo veremos más claramente con las acusaciones de las mismas faltas, en otros grupos humanos disidentes.

Nada más por hoy.
Un abrazo a todos. GORRION pys

Bibliografía utilizada:

1º) Heers, Jacques, Historia de la Edad Media

2º) Bonnasie, Pierre; Supervivencia y Extinción del régimen esclavista en el Occidente de la Alta Edad Media.

3º) Moore, Robert; La formación de una sociedad represora. Poder y Disidencia en la Europa Occidental. 950-1250

4º) Motta Bastos, Mário jorge da; La religión en la transición de la antigüedad a la Edad Media: una mueva mirada.
Fotografías:
1º) El emperador romano Juliano, el Apóstata;
2º) monumento al obispo Osio de Córdoba;
3º) Venta de esclavos;
4º) Mosaico del baptisterio de los arrianos en Rávena;
5º) Representación de un Monasterio Medieval;
6º) El Rey Roberto II, el Piadoso de Francia.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Estructura de las creencias e Imaginario social



“¿En qué tienes fe? –En esto: es preciso determinar de nuevo el peso de todas las cosas” Friedrich Nietzsche

Las creencias son el motor indispensable para el funcionamiento estructural y/o dinámico de las sociedades, sean éstas: arcaicas, tradicionales o modernas; sin embargo, todas éstas poseen un grado muy diferente de aceptación a lo nuevo: las sociedades arcaicas son prácticamente inmutables y fuertemente estructuradas, las tradicionales son un poco más abiertas, y las modernas se suponen que abiertas al cambio; dicho de otra manera, poseen diferentes niveles de resignificación de su propia materialidad cultural. En las sociedades tradicionales con escaso nivel y desarrollo de los intercambios comerciales, por ejemplo, la importancia de las creencias es mucho mayor que en las sociedades actuales, donde se ha conquistado una opinión pública (ésta, apenas tiene unos 200 años de historia, y es esencial para el desarrollo y sostenimiento de la democracia y de su dinámica). Para comprender la mentalidad colectiva de una sociedad en el tiempo, no sólo es importante, como sostiene Braudel, conocer el marco geográfico y los procesos de larga duración vinculados a la actividad económica, también será necesario, acercarnos a las huellas más persistentes de sus creencias y de sus valores, pues los mismos son más duraderos aún, que las propias mentalidades; ya que éstas engloban a las primeras, y las creencias pueden encontrar la forma de camuflarse para reaparecer en otro momento histórico, con un rostro remozado. La pena capital por razones políticas, por ejemplo, quizás nos estén hablando de una sociedad o de un Estado con fuertes valores tradicionales.






Las creencias dan como resultado, algo así como, una seguridad psicológica a los miembros de las sociedades (se pueden tener diferentes creencias y valores, pero se participa de una misma realidad social, de una misma mentalidad. ¿Se entiende?) Podríamos establecer como principio que cuanto más fuertes y resistentes sean las creencias de una sociedad a la innovación, más perdurables serán las huellas de lo que los sociólogos llaman el “pensamiento tradicional”. Las creencias, como las religiosas, por ejemplo, se hacen más fuertes en las sociedades que se sienten amenazadas de muerte por otro poder (no necesariamente religioso); por lo tanto, cuando un poder amenaza con rebatir a otro poder previo se desencadena una lucha en “campo abierto”. La lucha de poderes lleva a que en algún momento el enfrentamiento de poderes se haga manifiesto (como sucedió cuando se produjo en Europa la Reforma protestante); sin embargo, siempre es posible encontrar de forma latente “un potencial conflicto”: ese potencial conflicto está presente en las mentalidades. ¿Soy claro? Cuando una sociedad se ve amenazada por un peligro externo, las creencias fundacionales resurgen como un amortiguador, y como un estandarte de su esencia (mitos fundacionales); es decir que afloran en ella, los fundamentos que le permiten a la sociedad decir quién es y por qué está en el mundo. Esto, desde ya, es utilizado por los diferentes poderes para recobrar legitimidad en un tiempo histórico determinado.





En las sociedades más tradicionales, donde la ciencia, por ejemplo, no está aún institucionalizada, y sólo se posee algún rudimento del saber científico, es más frecuente encontrar resistencias a los cambios, pues no existe un sucedáneo para suplantar el orden generado por esas creencias, y los sectores dominantes tienden a volverse ultra-conservadores, por temor a perder sus prerrogativas.
Ya hemos hablado en el blog de secularización, de naturaleza del poder, y de huellas culturales; pero aún no hemos dicho nada sobre imaginario.
Para estudiar este último concepto, tenemos que pensar en un sistema ideológico y en postulados teóricos que le den sentido a su campo de estudio. El historiador Georges Duby, en un artículo (Histoire des mentalités, en L’Histoire et ses méthodes. Encyclopedie de la Plèyade) propone los siguientes postulados para conformar un programa para la Escuela de las mentalidades:

1º) El estudio del instrumental mental (el lenguaje, las formas de las percepción, etc.);
2º) Los sistemas de información y educación;
3º) Los mitos y las creencias.





Para Duby, el espacio de lo mental, de las mentalidades y de lo imaginario es distinto a lo real, pero el conjunto de las actitudes mentales dirigen las conductas y las actitudes de los miembros de las sociedades; por lo tanto, las ideologías se insertarán también dentro las mentalidades, que son exteriores a la realidad, puesto que, las ideologías deforman la realidad en beneficio de los grupos de poder. La labor del historiador de las mentalidades será descubrir con las herramientas, que su presente le permita, aquellos signos materiales que una cultura produce para poder estender su mentalidad en un período histórico determinado. Reformulo un poco la idea anterior: las ideologías entrañan una carga significativa de poder para hacer girar a la sociedad sobre ellas. Las ideologías son construcciones imaginarias que el poder fabrica para su propio provecho.
Para el filósofo Cornelius Castoriadis, quien fuera el creador de ese concepto, el imaginario, no tiene que ver con una simple representación de algo, como si fuera una “imagen especular” de la realidad; sino más bien, y ante todo, como la existencia de un “espejo mismo”, que estaría presente en todo momento, regulando las actividades todas de la sociedad, que vive bajo la presencia de determinados signos semióticos. El imaginario, para Caroriadis, es una creación incesante de la sociedad, que se alimenta de las creencias y de las normas que el poder establece. Para Castoriadis, al contrario de lo que piensa Duby, el imaginario es la realidad misma de los individuos de una sociedad dada en el tiempo.





Ejemplifiquemos un poco esto último. Durante el régimen comunista de Stalin, la producción cultural debía ilustrar la gesta revolucionaria de la “revolución proletaria”, mostrándole al mundo, y a su sociedad que ellos habían sido capaz de “hacer una sociedad distinta” donde el poder lo tenía el proletariado; durante parte de la Edad Media, los pintores debían dejarle a la gente en claro que, el espíritu santo había fecundado a María, que los ángeles existían, que los demonios eran lascivos, etc. En el mundo capitalista norteamericano, por ejemplo, la publicidad debe convencer a la gente de que tal producto los hará más libres. ¿Se entiende? Acá en la Argentina, la figura sacrificada de don Domingo Faustino Sarmiento sirvió para construir una sociedad que durante décadas ha creído en la educación como medio para salir de su atraso: esa fue la herencia sarmientina, hoy bastante olvidada.


Bibliografía utilizada:

1º) Zorrilla, Rubén; Principios y leyes de la sociología;
2º) Firpo, Arturo; en Prólogo a Los Tres Órdenes de Georges Duby;
3º) Castoriadis, Cornelius; El imaginario social.
4º) Nietzsche, Friedrich; La Gaya Ciencia.
Fotografías:
1º) Lo real y lo imaginario
2º) Gráfico de la estructura de las creencias.
3º) Cuervos revoloteando sobre los tejados.
4º) Brujas en un aquellarre.
5º) Cornelius Castoriadis.

jueves, 7 de febrero de 2008

Introducción a las Mentalidades: Segunda Parte


Hola a todos, les habla nuevamente el GORRIÓN pys desde Buenos Aires. En el post anterior, habíamos dicho que Febvre había iniciado el camino para el posterior desarrollo de las Mentalidades, con una obra revolucionaría: La tierra y la evolución humana.
Un camino bastante similar recorrerá su colega Marc Bloch (1886-1944) quien desarrollará líneas investigativas muy originales, y para ello, aprovechará tanto de su amistad con Febvre, como del clima de efervescencia intelectual reinante en la Universidad de Estrasburgo; pues la misma estaba “tomada” por un grupo de investigadores de distintas disciplinas, que trabajaban con ahínco, día y noche en círculos interdisplinarios. Marc Bloch sintió, desde sus primeros tiempos de estudiante, una atracción muy particular por la sociología y en una medida menor por la geografía; pero será el psicólogo social Charles Blondel quien le abra las puertas para realizar una obra revolucionaria: Los Reyes Taumaturgos
Como señalamos hace un momento, la obra de Febvre, La Tierra y la evolución humana, significó un avance importantísimo hacia el desarrollo de la llamada escuela de las mentalidades, al hacer hincapié en las implicaciones de la vida cotidiana y las actitudes individuales, en la conformación de una conducta humana colectiva, que dejaría a la larga una huella en las tradiciones, y que nos señalaría la presencia de un componente persistente en la mentalidad de las sociedades. Sin embargo, no es sino hasta la aparición de la obra Los Reyes Taumaturgos, escrita por Marc Bloch, en 1924 cuando comienza a perfilarse más claramente, lo que luego sería la Escuela de los Annales. En dicha obra Bloch explorará el marco de creencias religiosas y el devenir de las mismas en dos sociedades, la inglesa y la francesa, desde el siglo XIII al siglo XVIII. Tanto en una sociedad como en la otra existía la creencia de que los reyes podían curar las escrófulas (enfermedad ganglionar, conocida como ‘mal del Rey’), a través de lo que se denominaba ‘toque real’. Para Bloch el toque real no era ningún desvío (en el sentido de enfermedad, tal como lo entendiera cierto historiador), sino que por el contrario, se trataba de una carretera real, una vía real en todo sentido”. Según nos refiere Peter Burke, Bloch observaba que algunos pacientes regresaban para que se los tocara una segunda vez, lo cual significaba que sabían que el tratamiento no había dado resultado; pero así y todo esa circunstancia no minaba la fe de los creyentes. El aporte principal de esta obra reposa en haber planteado, por primera vez en un trabajo histórico, la influencia de lo que se llama “psicología religiosa” en las conductas sociales cotidianas.
La obra muestra esclarecedoras comparaciones y contrastes entre Francia e Inglaterra; en esta investigación emplea el método regresivo, indicaba la necesidad de leer la historia hacia atrás, ya que sabemos más de los períodos cercanos, y se debe proceder de lo conocido a lo desconocido.






Un tema también importante dentro de esta obra es el de la larga duración del tiempo, al cual remitiremos más adelante (cuando nos refiramos a Braudel); y por el momento señalaremos la importancia del método comparativo en la construcción de una historia científica; cómo se pasa de la simple descripción a una explicación de los procesos históricos. Él pensaba que este método es la forma de sustituir en la investigación histórica al método experimental. Practicaba la historia comparada de las sociedades europeas; distinguía el estudio de las similitudes y diferencias entre las sociedades, así como el estudio de las sociedades vecinas en el tiempo y en el espacio del estudio de las sociedades alejadas.Él plantea a la historia como una ciencia de los hombres en el tiempo, ciencia del cambio de las sociedades humanas y necesario reajuste a las nuevas condiciones de existencia material, moral, religiosa e intelectual.






La idea de fundar una revista científica de difusión masiva, estaba presente en la cabeza de Febvre desde los días en que asistía a la Uiversidad como alumno. El proyecto estaba pensado para que Henri Pirenne se encargara de la dirección, pero a último momento éste, quizás ya muy agotado en sus energías (tenía 67 años) declinó el ofrecimiento, y fueron nomás esos dos brillantes historiadores (Febvre y Bloch) los que de forma conjunta se hicieron cargo de su dirección. La misma se llamó primeramente Annales de la Historia Económica y Social, y fue como sostiene Burke, un verdadero vocero de las aspiraciones de los editores que abogaban por un nuevo enfoque interdisciplinario de la historia; que es el eje central de la disciplina, ya que sin ellas, y sus adecuados “intermediarios” la Historia Social nunca hubiera podido ser.
Tanto Febvre como Bloch esperaban lograr, a través de este medio transformar de raíz el sesgo meramente político de la historia tradicional, y propiciar en el futuro de la disciplina, un espíritu crítico más libre y flexible, acercando el conocimiento histórico no sólo, a las demás y viceversa, sino también al conjunto de la sociedad. El enfoque analítico por sobre el narrativo; la comprensión de la realidad en un sentido holístico; la introducción del método comparativo; las nuevas medidas del tiempo histórico y la historia como disciplina, que va desde el presente hacia el pasado, son algunos de los preceptos y legados más importantes, que estos hombres dejaron a la posteridad académica; y que nos permiten afirmar junto a Burke que, efectivamente estamos ante la presencia de una revolución historiográfica. Hay que darle, me parece, unas vueltas de tuerca, aún a la idea de una historia regresiva, para entender la magnitud del cambio propuesto; pensemos, por ejemplo, en los cuentos de hadas, donde generalmente se comenzaba con el siguiente exordio: “Érase una vez” (y completemos ahí con el cuento que se nos ocurra), y digamos, por ejemplo, “Donde ahora hay, antes hubo”; el impacto que produce esa sola afirmación en nuestra capacidad asociativa es inmenso. Ese juego del presente con el pasado es la clave para la construcción de una historia social. Es el presente quien nos transporta al pasado, envolviéndonos como en una ráfaga, y no un narrador omnisciente y oculto, quien nos lo devela.






La escuela de Annales, desde sus inicios había advertido que algo andaba mal en relación con la forma convencional de medir el tiempo, tal había sido la noción del mismo, heredera del cientificismo newtoniano aplicado a las ciencias sociales; no servía demasiado a la historia social, pues los siglos cronológicos no eran relevantes y muchas veces hasta dificultaba su labor; eran algo así como rémoras positivistas, cuyo uso indebido podía estropear una investigación. La noción de temporalidad en la cual se apoyaba resultaba limitada, y pronto advertirán la necesidad de buscar sucedáneos; proponen por lo tanto hablar de un tiempo social-histórico, que pronto se convertirá en siglos históricos, cuyas duraciones cronológicas serán más diversas; así es que hablarán de un largo siglo XVI (de aprox. 200 años, de 1450 a 1650), o como actualmente Hobsbawn, de un siglo XX corto (1914-1989). La razón que aquí subyace es la que considera que, la duración de cada siglo histórico depende, esencialmente de los principales procesos y fenómenos históricos, que le dan apertura y cierre. Esto es preciso no perderlo de vista, ya que la Escuela de Annales “redescubrirá literalmente al tiempo”, pues el mismo va a acomodarse en relación con las hipótesis que el estudio desee enmarcar: serán los fenómenos y las estructuras mentales, económicas o culturales las que nos permitan manejar un tiempo más flexible, relacionado con lo que Braudel llamó: tiempos largos, medio o cortos.

Fernand Braudel (1902-1985) en 1949 publica una obra que fue inmediatamente bien recibida por la crítica, aunque posteriormente las mismas comenzaron a hacerse sentir: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II; esta obra estudiaba el espacio geográfico del mediterráneo en el siglo XVI en un sentido cultural, en el que se insertaría una noción de tiempo largo o de larga duración (que mencionáramos ya en la obra de Bloch, Los Reyes Taumaturgos); pero también dos “planos temporales” más simultáneos, el tiempo medio o de coyuntura y un tiempo corto o de acontecimiento.
Pero, sin duda, lo “novedoso” en dicha obra residirá en la idea de un tiempo estático o estacionario, de larga duración, donde no se producirían grandes cambios, y los mismos se enmarcarían en acontecimientos políticos sin demasiada importancia, que nos dará lugar para que hablemos de cierto determinismo geográfico en las actividades humanas; y de una dialéctica entre éstas y el acontecer político. Este planteo, además de retomar la polémica, que tuviera lugar décadas anteriores entre Febvre y Ratzel (donde Braudel se inclinaría más por la posición de este último), también deja ver, claramente, que la política es en última instancia una realidad emergente de los fenómenos sociales. Es la sociedad la que le marca la dirección a lo político. Por eso será más importante para la Historia Social, la sociedad que la política; aunque ésta no debe ser desestimada cuando se intente analizar un tiempo corto (podríamos pensar en las políticas neoliberales en la Argentina en la década de 1990, y en su impacto en lo social).
Braudel, en su ensayo sobre “la larga duración”, está convencido de que la historia está en condiciones de aportarle algo a las demás disciplinas, de las cuales se venía nutriendo desde la época en Febvre y Bloch, quienes descubren “la historia de las mentalidades”. Una noción cada vez más precisa de la multiplicidad del tiempo y del valor excepcional del tiempo largo se va abriendo paso.




Braudel, insistirá en combatir, lo que él llama, la historia tradicional, y (añade una más al combate), la historia de la coyuntura moderna. Él ve, en esta última, una fórmula análoga en la construcción de un relato –él lo llama despectivamente recitativo- “precipitado y de corto aliento”. Considera que la historia de larga duración se halla muy por encima de estas formas de escritura, y su principal característica sería su “aliento mucho más sostenido”.
Braudel teme, por otro lado, la reaparición de un interés en las investigaciones históricas por el tiempo corto, unido a los conceptos económicos de “ciclos” y “semi-ciclos; por eso verá necesario apelar a las demás ciencias sociales, para que superen las barreras y los prejuicios que la apartan de la historia. Cree, además, que en la actualidad ya no existen diferencias significativas de unas a otras, y que todas están contaminadas entre sí. Volviendo al oficio del historiador, cree que aquellos que se resisten a aceptarla, lo hacen en virtud de una complejidad que la larga duración le plantea; pues exige desde un cambio de estilo a una inversión del pensamiento. En definitiva, a la esencia de lo que es Annales: una nueva concepción de lo social.




Uno de los aportes más importantes de la obra de Braudel es el haber contribuido como nadie a cambiar nuestras nociones de tiempo y espacio; más aún su división del tiempo histórico en: geográfico, social e individual y en la importancia de la larga duración para la investigación histórica. Cuando continuemos avanzando con el desarrollo histórico de Annales lo veremos más claramente, sobre todo a partir de las investigaciones de la llamada tercera generación.
Pero miremos un poco más esta idea tripartida de encarar el trabajo histórico: no sólo esta será una constante en la producción posterior de Braudel, sino que la misma le posibilitará convertirse en un referente ineludible de las generaciones posteriores. Esta concepción tripartita descasará sobre algunos leitmotiv’s, que éste repetirá hasta el cansancio: la aspiración a una historia total, la idea de estructura como rectora de la vida cotidiana, y el condicionamiento de la geografía en la mentalidad de los seres humanos. Hacia principios de la década del ’70, se suceden cambios, en relación al sesgo que tomaría la escuela. En primer lugar, se comienza a advertir que ninguna figura domina la “escena”, sino que por el contrario proliferan una cantidad de personajes nuevos que, “experimentan” en la disciplina. Por otro lado, París dejará de ser el centro intelectual: se observarán muchos lugares como centros productores de “saber”.

Bueno, nada más por hoy.
Un fuerte abrazo a todos.
Bibliografía utilizada:
Ídem el post anterior, al cual se suma en ensayo "La larga duración" de Braudel.
Fotografías:
1º) Felipe II
2º) Reloj de arena
3º) Los segadores de Pieter Brueghel; el viejo (nos pinta a los segadores, en el verano, que se confían a los rítmos anuales que repiten procesos de larga duración). La vida humana se somete a esos ciclos de forma "fatal".
4º) Calendario astronómico.
5º) El mar Mediterráneo de Braudel
6º) Fernan Braudel
7º) Misma ilustración que en 5º) que describe el Imperio de Felipe II de España.

viernes, 1 de febrero de 2008

Introducción a las Mentalidades: Primera Parte



Hola a todos, les habla el GORRIÓN pys, desde Buenos Aires. Quizás, se hayan preguntado qué es eso de las mentalidades de la que tanto hablo. Bien, considero que en primer lugar es necesario hacer una breve reseña histórica para entrar paulatinamente en ese concepto, que voy a desarrollar en varias entregas.
La historia, así como la antropología, la sociología, las ciencias políticas, la economía, la lingüística, la psicología, la filosofía del lenguaje, y casi todas las disciplinas que actualmente constituyen áreas del saber humano, en torno al hombre, y que comúnmente se denominan ciencias sociales unas, y humanas otras, conforman una red de intereses y enfoques relativamente recientes en la vida de los hombres. Cuesta, a menudo, entender que la historia de la humanidad se ha desarrollado a un ritmo cuasi cadencioso, si tomásemos formalmente el tiempo cronológico y lo comparásemos con el tiempo histórico (ya voy a explicar ésto); obstaculizada por "bloqueos culturales" que, preservaban ante todo las tradiciones, por encima de los intentos reformistas, que se pudieran insinuar; y que le permitían a la humanidad reproducirse una y otra vez, en ciclos más o menos idénticos de formas de vida, con leves y ligeros sobresaltos. Cada disciplina tiene una palabra para referirse a los "obstáculos" del pensamiento. Para los antropólogos se trata de "bloqueos culturales", y para los educadores de "conflictos cognitivos". Todo nuevo conocimiento altera una estructura cognitiva previa, que debe reacomodarse en una nueva estructura insurgente. Los historiadores tenemos una palabra para referirnos al conjunto de creencias y de valores que dominan a las sociedades en el tiempo: las mentalidades.




La idea de progreso es muy reciente en la historia de a humanidad, fue introducida de forma inequívoca, por los optimistas científicos positivistas del S. XIX que, bajo los auspicios del pensamiento político y económico liberal, dieron un impulso sin precedentes a las ciencias en su totalidad, produciendo en un breve período, una de las transformaciones más espectaculares que viviera la humanidad desde entonces; ya sea en términos económicos, sociales, culturales, tecnológicos y de densidad demográfica (todos esos aspectos están interrelacionados).
Lo que más nos cuesta, a menudo, es entender algunas ideas, que las suponemos invariables en el tiempo y en la historia; sin embargo, no es así. Las ideas, así como las tecnologías de las distintas épocas, han cambiado a los hombres, y con ello a las sociedades y a la cultura. Cuando no existían los aviones las nociones de espacio eran más amplias de lo que las calculamos actualmente. El teléfono fue una de las cosas más revolucionarias que produjo el siglo XIX, que le permitió a los seres humanos comunicarse a través de enormes distancias al instante. La mente va incorporando estos cambios, no tan graduales, que se producen en las sociedades y altera todas las prácticas corrientes y tradicionales (he insistido mucho con ello). Todos y cada uno de nosotros somos sujetos pasivos y activos de la cultura, pues la vamos modificando; y mientras las sociedades que son dinámicas (también he insistido mucho con ésto en el blog) se reacomodan a nuevas realidades y a nuevos paradigmas, las nuevas generaciones crecen en un mundo distinto, con nuevos valores y medidas para las cosas. Regresar a lo que se supone superado es indicio de pensamiento reaccionario. El reaccionario es un tipo humano cuyo atributo distintivo es la nostalgia por una época pasada, pero no toda nostalgia es reaccionaria, así como no todos los reaccionarios son nostálgicos. El reaccionario típico es aquél que anhela la vuelta a la monarquía cuando ha sucedido un proceso revolucionario, como el que se llevó a cabo en 1789 (muchos desconocen la magnitud y el significado de esa gesta que apenas tiene 200 años). Otro tipo de reaccionario, más autóctono es el que anhela que la Argentina regrese a 1945. Este tipo humano, que es muy corriente encontrar, cree en "tercera posición" como una realidad no negociable. El reaccionario quiere que las cosas sean como en la época de sus abuelos, que la mujer se quede en la casa tejiendo un par de escarpines para el bebé, o viendo la telenovela de las tres de la tarde, y ser atendido como "un señor" al llegar a su casa.







Nosotros hemos nacido ya – y actualmente vivimos- en un mundo donde escasea el tiempo de reposo, donde la vertiginosidad de los cambios y acontecimientos diarios se suceden minuto a minuto, sin la posibilidad, muchas veces, de asimilar el caudal informativo y cognoscitivo del legado de la modernidad; y más aún, en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI, podría decirse que la revolución tecnológica (con Internet a la cabeza) ha colaborado, en buena medida, para fragmentar la cultura de los individuos, que fabrican realidades mentales como castillos en el aire. Esto está, hoy en día, en el centro del debate filosófico, de lo que se ha dado en llamar la posmodernidad.
Es frecuente encontrar desde el final de la Primera Guerra Mundial, intentos reiterados de circunscribir el campo y el objeto de estudio de las "nuevas disciplinas" (las anteriormente mencionadas), surgidas a lo largo del S. XIX, y algunas más, después de la Segunda Guerra Mundial.
La historia, ni bien dio sus primeros pasos "profesionales", cayó pronto en un cerco bastante justificable de cuestionamientos; pues durante el siglo XIX., la hoy conocida como Escuela alemana (con su centro intelectual ubicado en Berlín), cuya figura más destacada fue el historiador Ranke (1795-1886), creó un método conocido como histórico-crítico, que generaría después de la Primera Guerra Mundial, una catarata de críticas desde todas las disciplinas anteriormente mencionadas, incluyendo a la historia propiamente dicha
Muchos se atrevieron a dudar de que la historia fuese una ciencia, como por ejemplo Collingwood (1889-1943), que sostenía que dicha disciplina se "acercaba a la ciencia" por su búsqueda de un conocimiento razonado, pero se diferenciaba de ésta, en que se ocupaba de lo concreto y particular, por sobre lo abstracto y universal, que predominaba en el conocimiento científico. También en esa línea, Carl Hempel y Patrick Gardiner sostuvieron el carácter no científico de nuestra disciplina, y en sus vaguedades, basadas en la utilización de esquemas pocos rigurosos. William Dray, por otro lado fue más lapidario, y llegó a afirmar que la Historia era una ciencia que no "explicaba", tan sólo describía.
En este clima académico de continuas críticas y debates, surge una posición filosófica, aún más dura que las anteriores, la del filósofo austro-británico Kart Popper, "que, confundiendo abusivamente la condición de ciencia con la capacidad de predecir, negaría a la historia todo valor científico".






Pero, decíamos más arriba, que el fin de la I Guerra Mundial suscitó un intentó reformista de la disciplina en aquellos países europeos que participaron directamente en dicha conflagración. La contienda no sólo dejó millones de muertos, y un nuevo orden político para europea, también despertó inquietudes en el nuevo campo intelectual que, a partir de allí comenzaría a perfilarse.
En Alemania surgieron, por un lado visiones decadentistas, como la de Spengler, y por el otro, un grupo de historiadores que comenzaron a volcar su mirada sobre la vida cotidiana del pueblo, reparando en su idiosincrasia y en las condiciones psicológicas de éste, y no ya sobre la de reyes, de funcionarios, en la cual se narrasen acontecimientos históricos, con protagonistas-héroes a la cabeza, tal como en las novelas de Alexandre Dumas. El historiador holandés, educado en Alemania, Johan Huizinga (1872-1945) escribió una obra llamada "El otoño de la Edad Media", que describía la literatura, el arte y las formas de vida cotidiana, en donde estructuraba una comprensión del período en una visión más compleja, interesada en las imbricaciones sociales y culturales.
Esta tendencia reformista, no fue inmediatamente acogida por los gobiernos de post-guerra, sino que por el contrario, en Alemania e Italia, principalmente se manifestaron como fenómenos marginales; y no es casual que haya sido así, pues estos países, derrotados muy duramente en Versalles, manifestaran pronto más bien una visión reaccionaria de la historia; la exacerbación del ultranacionalismo, que se había iniciado hacia finales del S. XIX, a través de los respectivos gobiernos, se acentuará, pero no ya desde los mismos, sino desde la sociedad, generando un clima favorable para el surgimiento del nazismo y el fascismo, en dichos países.
Si en el bando perdedor se perfilarían tendencias políticas reaccionarias, en los bandos vencedores, como en Inglaterra y Francia, se generarán polos intelectuales donde sí tendrán lugar las voces "progresistas", ligadas con la tradición de la social democracia, sea ésta cristiana o marxista. Tawney y Rostovzeff en Inglaterra, y Jaurès y Simiand en Francia.
Como señala Fontana, todas estas líneas investigativas tienen por objeto responder a la insatisfacción del tradicional modelo de historia, que se circunscribía a describir y dar cuenta de la actividad política, realizada por la "elite" dirigencial, dejando de lado el quehacer de la sociedad en su conjunto.
El economista y sociólogo francés François Simiand (1873-1935) desde principios del S.XX venía combatiendo el historicismo de la historia eventual, que marginaba de sus investigaciones las causas sociales de esos acontecimientos puntuales que se describían. A él podríamos sumar muchos más.
Estos antecedentes, sumados a ciertas condiciones particulares del mundo académico francés de finales de la década del ‘20, darán en Francia como resultado, la aparición de una nueva Escuela: Los Annales de Historia Económica y Social, también conocido como Escuela de las Mentalidades.





El historiador Peter Burke, señala a dos hombres como iniciadores de lo que él llama la revolución historiográfica francesa: Lucien Febvre y Marc Bloch. El primero de ellos, escribió una de las obras revolucionarias del siglo XX: La tierra y la evolución humana.



Según nos refiere Peter Burke, esa obra molestó muchísimo a los geógrafos profesionales, en particular a Ratzel, quien criticó la idea de "posibilidades" que ofrecía la geografía, ya que para él había cierto "determinismo" del ambiente físico sobre el destino humano. En cambio, para Febvre, no era el ambiente físico lo que decidiría para una conducta humana colectiva, sino que eran los hombres, sus modos de vida y sus actitudes las que en última instancia jugarían un papel fundamental sobre la misma. Es claro, entonces, que estamos entrando ya, en el terreno de las mentalidades. Nada más, es todo por hoy.
Un abrazo a todos.
Bibliografía Utilizada:
Peter Burke, La revolución historiográfica francesa: La escuela de los Annales 1923-1984, Gedisa editorial.
Josep Fontana, La historia de los hombres, Barcelona Crítica.
Fernand Braudel, La historia y las ciencias sociales, Editorial Alianza.
Fotografías:
1º) Leopold Ranke.
2º) Cierta idea de progreso.
3º) Clérigos del siglo XVII.
4º) Trincheras de la Primera Guerra Mundial.
5º) El historiador Josep Fontana.
6º) El genial Marc Bloch