"Exhortar a la castidad constituye una incitación pública a ir en contra de la naturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, y toda impurificación de ésta al tacharla de 'impura' representa el verdadero pecado contra el espíritu santo de la vida."

Friedrich Nietzsche

viernes, 1 de febrero de 2008

Introducción a las Mentalidades: Primera Parte



Hola a todos, les habla el GORRIÓN pys, desde Buenos Aires. Quizás, se hayan preguntado qué es eso de las mentalidades de la que tanto hablo. Bien, considero que en primer lugar es necesario hacer una breve reseña histórica para entrar paulatinamente en ese concepto, que voy a desarrollar en varias entregas.
La historia, así como la antropología, la sociología, las ciencias políticas, la economía, la lingüística, la psicología, la filosofía del lenguaje, y casi todas las disciplinas que actualmente constituyen áreas del saber humano, en torno al hombre, y que comúnmente se denominan ciencias sociales unas, y humanas otras, conforman una red de intereses y enfoques relativamente recientes en la vida de los hombres. Cuesta, a menudo, entender que la historia de la humanidad se ha desarrollado a un ritmo cuasi cadencioso, si tomásemos formalmente el tiempo cronológico y lo comparásemos con el tiempo histórico (ya voy a explicar ésto); obstaculizada por "bloqueos culturales" que, preservaban ante todo las tradiciones, por encima de los intentos reformistas, que se pudieran insinuar; y que le permitían a la humanidad reproducirse una y otra vez, en ciclos más o menos idénticos de formas de vida, con leves y ligeros sobresaltos. Cada disciplina tiene una palabra para referirse a los "obstáculos" del pensamiento. Para los antropólogos se trata de "bloqueos culturales", y para los educadores de "conflictos cognitivos". Todo nuevo conocimiento altera una estructura cognitiva previa, que debe reacomodarse en una nueva estructura insurgente. Los historiadores tenemos una palabra para referirnos al conjunto de creencias y de valores que dominan a las sociedades en el tiempo: las mentalidades.




La idea de progreso es muy reciente en la historia de a humanidad, fue introducida de forma inequívoca, por los optimistas científicos positivistas del S. XIX que, bajo los auspicios del pensamiento político y económico liberal, dieron un impulso sin precedentes a las ciencias en su totalidad, produciendo en un breve período, una de las transformaciones más espectaculares que viviera la humanidad desde entonces; ya sea en términos económicos, sociales, culturales, tecnológicos y de densidad demográfica (todos esos aspectos están interrelacionados).
Lo que más nos cuesta, a menudo, es entender algunas ideas, que las suponemos invariables en el tiempo y en la historia; sin embargo, no es así. Las ideas, así como las tecnologías de las distintas épocas, han cambiado a los hombres, y con ello a las sociedades y a la cultura. Cuando no existían los aviones las nociones de espacio eran más amplias de lo que las calculamos actualmente. El teléfono fue una de las cosas más revolucionarias que produjo el siglo XIX, que le permitió a los seres humanos comunicarse a través de enormes distancias al instante. La mente va incorporando estos cambios, no tan graduales, que se producen en las sociedades y altera todas las prácticas corrientes y tradicionales (he insistido mucho con ello). Todos y cada uno de nosotros somos sujetos pasivos y activos de la cultura, pues la vamos modificando; y mientras las sociedades que son dinámicas (también he insistido mucho con ésto en el blog) se reacomodan a nuevas realidades y a nuevos paradigmas, las nuevas generaciones crecen en un mundo distinto, con nuevos valores y medidas para las cosas. Regresar a lo que se supone superado es indicio de pensamiento reaccionario. El reaccionario es un tipo humano cuyo atributo distintivo es la nostalgia por una época pasada, pero no toda nostalgia es reaccionaria, así como no todos los reaccionarios son nostálgicos. El reaccionario típico es aquél que anhela la vuelta a la monarquía cuando ha sucedido un proceso revolucionario, como el que se llevó a cabo en 1789 (muchos desconocen la magnitud y el significado de esa gesta que apenas tiene 200 años). Otro tipo de reaccionario, más autóctono es el que anhela que la Argentina regrese a 1945. Este tipo humano, que es muy corriente encontrar, cree en "tercera posición" como una realidad no negociable. El reaccionario quiere que las cosas sean como en la época de sus abuelos, que la mujer se quede en la casa tejiendo un par de escarpines para el bebé, o viendo la telenovela de las tres de la tarde, y ser atendido como "un señor" al llegar a su casa.







Nosotros hemos nacido ya – y actualmente vivimos- en un mundo donde escasea el tiempo de reposo, donde la vertiginosidad de los cambios y acontecimientos diarios se suceden minuto a minuto, sin la posibilidad, muchas veces, de asimilar el caudal informativo y cognoscitivo del legado de la modernidad; y más aún, en las postrimerías del siglo XX y principios del XXI, podría decirse que la revolución tecnológica (con Internet a la cabeza) ha colaborado, en buena medida, para fragmentar la cultura de los individuos, que fabrican realidades mentales como castillos en el aire. Esto está, hoy en día, en el centro del debate filosófico, de lo que se ha dado en llamar la posmodernidad.
Es frecuente encontrar desde el final de la Primera Guerra Mundial, intentos reiterados de circunscribir el campo y el objeto de estudio de las "nuevas disciplinas" (las anteriormente mencionadas), surgidas a lo largo del S. XIX, y algunas más, después de la Segunda Guerra Mundial.
La historia, ni bien dio sus primeros pasos "profesionales", cayó pronto en un cerco bastante justificable de cuestionamientos; pues durante el siglo XIX., la hoy conocida como Escuela alemana (con su centro intelectual ubicado en Berlín), cuya figura más destacada fue el historiador Ranke (1795-1886), creó un método conocido como histórico-crítico, que generaría después de la Primera Guerra Mundial, una catarata de críticas desde todas las disciplinas anteriormente mencionadas, incluyendo a la historia propiamente dicha
Muchos se atrevieron a dudar de que la historia fuese una ciencia, como por ejemplo Collingwood (1889-1943), que sostenía que dicha disciplina se "acercaba a la ciencia" por su búsqueda de un conocimiento razonado, pero se diferenciaba de ésta, en que se ocupaba de lo concreto y particular, por sobre lo abstracto y universal, que predominaba en el conocimiento científico. También en esa línea, Carl Hempel y Patrick Gardiner sostuvieron el carácter no científico de nuestra disciplina, y en sus vaguedades, basadas en la utilización de esquemas pocos rigurosos. William Dray, por otro lado fue más lapidario, y llegó a afirmar que la Historia era una ciencia que no "explicaba", tan sólo describía.
En este clima académico de continuas críticas y debates, surge una posición filosófica, aún más dura que las anteriores, la del filósofo austro-británico Kart Popper, "que, confundiendo abusivamente la condición de ciencia con la capacidad de predecir, negaría a la historia todo valor científico".






Pero, decíamos más arriba, que el fin de la I Guerra Mundial suscitó un intentó reformista de la disciplina en aquellos países europeos que participaron directamente en dicha conflagración. La contienda no sólo dejó millones de muertos, y un nuevo orden político para europea, también despertó inquietudes en el nuevo campo intelectual que, a partir de allí comenzaría a perfilarse.
En Alemania surgieron, por un lado visiones decadentistas, como la de Spengler, y por el otro, un grupo de historiadores que comenzaron a volcar su mirada sobre la vida cotidiana del pueblo, reparando en su idiosincrasia y en las condiciones psicológicas de éste, y no ya sobre la de reyes, de funcionarios, en la cual se narrasen acontecimientos históricos, con protagonistas-héroes a la cabeza, tal como en las novelas de Alexandre Dumas. El historiador holandés, educado en Alemania, Johan Huizinga (1872-1945) escribió una obra llamada "El otoño de la Edad Media", que describía la literatura, el arte y las formas de vida cotidiana, en donde estructuraba una comprensión del período en una visión más compleja, interesada en las imbricaciones sociales y culturales.
Esta tendencia reformista, no fue inmediatamente acogida por los gobiernos de post-guerra, sino que por el contrario, en Alemania e Italia, principalmente se manifestaron como fenómenos marginales; y no es casual que haya sido así, pues estos países, derrotados muy duramente en Versalles, manifestaran pronto más bien una visión reaccionaria de la historia; la exacerbación del ultranacionalismo, que se había iniciado hacia finales del S. XIX, a través de los respectivos gobiernos, se acentuará, pero no ya desde los mismos, sino desde la sociedad, generando un clima favorable para el surgimiento del nazismo y el fascismo, en dichos países.
Si en el bando perdedor se perfilarían tendencias políticas reaccionarias, en los bandos vencedores, como en Inglaterra y Francia, se generarán polos intelectuales donde sí tendrán lugar las voces "progresistas", ligadas con la tradición de la social democracia, sea ésta cristiana o marxista. Tawney y Rostovzeff en Inglaterra, y Jaurès y Simiand en Francia.
Como señala Fontana, todas estas líneas investigativas tienen por objeto responder a la insatisfacción del tradicional modelo de historia, que se circunscribía a describir y dar cuenta de la actividad política, realizada por la "elite" dirigencial, dejando de lado el quehacer de la sociedad en su conjunto.
El economista y sociólogo francés François Simiand (1873-1935) desde principios del S.XX venía combatiendo el historicismo de la historia eventual, que marginaba de sus investigaciones las causas sociales de esos acontecimientos puntuales que se describían. A él podríamos sumar muchos más.
Estos antecedentes, sumados a ciertas condiciones particulares del mundo académico francés de finales de la década del ‘20, darán en Francia como resultado, la aparición de una nueva Escuela: Los Annales de Historia Económica y Social, también conocido como Escuela de las Mentalidades.





El historiador Peter Burke, señala a dos hombres como iniciadores de lo que él llama la revolución historiográfica francesa: Lucien Febvre y Marc Bloch. El primero de ellos, escribió una de las obras revolucionarias del siglo XX: La tierra y la evolución humana.



Según nos refiere Peter Burke, esa obra molestó muchísimo a los geógrafos profesionales, en particular a Ratzel, quien criticó la idea de "posibilidades" que ofrecía la geografía, ya que para él había cierto "determinismo" del ambiente físico sobre el destino humano. En cambio, para Febvre, no era el ambiente físico lo que decidiría para una conducta humana colectiva, sino que eran los hombres, sus modos de vida y sus actitudes las que en última instancia jugarían un papel fundamental sobre la misma. Es claro, entonces, que estamos entrando ya, en el terreno de las mentalidades. Nada más, es todo por hoy.
Un abrazo a todos.
Bibliografía Utilizada:
Peter Burke, La revolución historiográfica francesa: La escuela de los Annales 1923-1984, Gedisa editorial.
Josep Fontana, La historia de los hombres, Barcelona Crítica.
Fernand Braudel, La historia y las ciencias sociales, Editorial Alianza.
Fotografías:
1º) Leopold Ranke.
2º) Cierta idea de progreso.
3º) Clérigos del siglo XVII.
4º) Trincheras de la Primera Guerra Mundial.
5º) El historiador Josep Fontana.
6º) El genial Marc Bloch

11 comentarios:

Claude dijo...

Yo soy un nostálgico total de la época de los fundadores liberales decimonónicos y toda la confianza que tenían en el progreso. El entusiasmo de esa época me fue legado por familia y la verdad es que nunca me preocupé por corroborar cómo fue exactamente en los hechos.
Muy interesante lo de los reaccionarios, aunque más de uno puede aferrarse a una definición estricta para llamar así a gente de progreso. María Sáenz Quesada, por ejemplo, dijo algo que para mí está entre las mejores ideas actuales para este país: “Hay que volver a 1810”. Una frase osada y espiritualmente perfecta que no se refiere a los usos sociales de esa época sino a la voluntad de construir y realizar el país, lo opuesto a la dilapidación actual.

Anónimo dijo...

¿Y cuál es tu opinión, Gorrión? ¿La historia es una ciencia o no? ¿Es importante que sea una ciencia?

The Shadow dijo...

Sí Cebolla, definitivamente la historia es para mí una ciencia, como lo son la economía, la sociología, las ciencias políticas, y casi todas las disciplinas de las ciencias sociales. Con respecto a qué es ciencia, y qué no lo es, tendríamos que hablar de perspectivas epistemológicas y de paradigmas; aun así, sin la historia, los sociólogos, los politólogos, los filósofos, etc. se morirían de hambre, pues sin ella, no podrían hacer, ni establecer "leyes"; por lo tanto para mí, la historia es como la ciencia madre de todas ellas. Qué podría hacer la sociología, por ejemplo, sin los aportes de la economía y de la historia, pues sencillamente nada. Ahora bien, qué sea una ciencia no significa que se encaren desde una misma perspectiva los problemas históricos; pero un buen historiador debería establecer qué es un hecho, y que no lo es (ésto a veces es muy difícil de hacer), y a partir del mismo hacer su investigación. Afortunadamente para los períodos arcaicos, contamos con los aportes de la arqueología; y para los más cercanos contamos con los medios audiovisuales. Sin embargo, la historia que por ejemplo se enseña en Cuba está absolutamente
"digitalizada" por el gobierno comunista de Fidel Castro, y no permite que se abran otras perspectivas (o paradigmas) que no sean las del materialismo histórico. Ésto cierra por completo las posibilidades del desarrollo independiente de la ciencia histórica. En vez de historia lo que se hace, en este país del Caribe (como ocurrió en todos estos regímenes), es una especie de instrucción panfletaria que arranca desde la escuela primaria, y que no termina siquiera en la Universidad. Existen autores prohibidos, y se censura toda forma de pensamiento que se escape al poder totalitario del gobierno.
La historia (así como la memoria individual de los individuos) debe ser siempre crítica, debe molestar un poco (tanto a uno como a los otros), de lo contario, se anula el pensamiento crítico, y con él, al potencial progreso de las sociedades.
Sin posibilidades de crítica de las sociedades, y sin crítica de la historia, todo se estanca (inclusive el pensamiento, desde ya). Yo no adhiero a ninguna forma de pensamiento totalitario o absoluto. Occidente es lo que es, gracias a su libertad de pensamiento (y por qué no de auto-superación). Gracias a la libertad individual, occidente desarrollo todas las ciencias que actualmente conocemos. Algún día, a la Argentina, le llegará la hora de apreciar también la libertad, la innovación y la sana crítica.

Saludos.
GORRIÓN pys

Anónimo dijo...

Coincido con vos en que las ciencias que funcionan bajo regímenes autoritarios se alejan de la idea de ciencia liberal y quedan sin posibilidad de progreso (autónomo).

A lo mejor tiene que ver con eso que comentás del giro reaccionario que tuvieron los países derrotados en la Gran Guerra. Parece ser que a mayor humillación sufrida, mayor es el resentimiento y más marcado se hace el giro hacia la derecha. ¿Hay una relación entre estas cosas?

Por otro lado, ¿qué define que se considere a la historia como una ciencia? ¿Un métodom, un objeto de estudio o ambos?

Victor dijo...

Buen artículo Pofesor Garrion,

Para ser franco lo voy a releer con mas cudado; aparte me complica un poco leerlo en la pantalla ...

Coincido con que la Historia es una ciencia o debería serlo. Basta con tener presente las limitaciones cognitivas del observador. Que lo que un conce es un mapa del territorio, no es el territorio.

Leiste "El olvido de la Razon" de Sebrelli?

Si queres baja el primer capitulo aca:

http://www.perfil.com/docs/Primer_capxtulo._Los_Precursores.pdf


Saludos.

The Shadow dijo...

Cebolla: Vos acabás de hacer una relación entre "el resentimiento y la derecha", y acabás también de establecer una implicancia entre una cosa y la otra que, te hace pensar que esas cosas son causa y consecuencia de un mismo proceso. Ésto es, aunque no lo veas, arbitrario, y lo hacemos todos, todo el tiempo. Uno decide qué cosas son causales y qué cosas son casuales. Sí, así es, y no es ningún chamuyo barato. Esa relación causal que hiciste, aunque te parezca lógica a vos y a otros, y tal vez "necesaria" es una "interpretación" (que en definitiva es discursiva), y que alguno, podría llegar a objetar con otros argumentos. Éstas son precisamente, las dificultades que puede tener el conocimiento, tanto sea el histórico como el de cualquier otra ciencia que no sean las "llamadas ciencias duras" (como la matemática o la química, por ejemplo). Nada, ni en historia, ni en filosofía, ni en ciencias políticas es posible ver las cosas de una única manera posible. Ésto, no impide que se hable de ella como una ciencia. Todo depende de cómo la interpretemos a esa palabra. Todo, pero absolutamente todo trabajo de investigación es necesariamente discursivo (su variable es el discurso; el discurso está mediatizado por las palabras, las palabras entrañan significados, los significados son vagos e imprecisos. Ésto último, no lo digo yo, lo dice la lingüística, la semiótica, el psicoanálisis, etc. ¿Ves que es un quilombo? Bueno, así y todo, yo sostengo que es una ciencia, pues para investigar en historia debés aplicar metodologías de investigación (algunas son experimentales, y otras llevan años de uso).

Bueno, saludos.

GORRIÓN PYS

The Shadow dijo...

Muchas gracias Víctor. Sí, Sebreli mi gusta mucho; he leído varios ensayos suyos y "Los deseos imaginarios del peronismo"; pero no he leído ese texto que, sé es muy reciente. En algún momento le voy a echar un vistazo, ya que intuyo debe ser bueno.

Saludos.
GORRIÓN pys

PD: Leelo tranquilo, Víctor; y si no te parece muy presuntuoso de mi parte... y si tenés una impresora a mano, y ganas de invertir unos centavos, podés imprimirlo para leerlo mejor.

Anónimo dijo...

Eso es lo que hice, para ahorrar, doble faz y draft...

Anónimo dijo...

Muy buena explicación sobre las interpretaciones, Gorrión. Me quedó muy claro. Veo que es un quilombo ser "objetivo" y mantener enfoques múltiples para un mismo objeto de estudio.

¿Vos considerás que las interpretaciones en las que caen muchos profesionales de estas ciencias dificultan la construcción de un saber científico, ya sea en historia, sociología, economía, etc.? ¿Estas interpretaciones eluden la aplicación de metodologías de investigación?

The Shadow dijo...

Cebolla: las dificultades son inherentes a la construcción de dichos saberes; éste es el problema. ¿Hasta qué punto podemos medir la importancia de la economía en la cultura? Sabemos que la tiene, lo sospechamos, pero ¿con qué lo medimos? ¿Es la economía la que regula la cultura, o a la inversa? ¿Hasta dónde podemos establecer la importancia de los hombres en la historia? Pues no lo sabemos de forma absoluta. ¿Es el proletariado víctima de la explotación capitalista de una forma absoluta, como pretende el materialismo histórico, o por el contrario, un producto cultural que se inserta dentro de una subcultura, a la vez creada por las relaciones sociales y de poder, que son previas a lo que el marxismo denomina
"superestructura" (incluyendo en la primera, la educación familiar, las capacidades individuales de los sujetos, el azar, el deseo de superación, etc.)
Una cosa es que seamos iguales en derecho, y otra cosa es que lo seamos por decreto. ¿Las personas que decretan que somos "todos iguales", no tienen acaso poder? Y si tienen poder, ¿dónde está la igualdad?. Lenin no era igual a un obrero de la construcción de la URSS, tampoco Marx es igual al recolector de basura que pasa por mi casa, por más que él, me hubiese jurado que lo era.
Yo, no le creo tampoco a esos banqueros multimillonarios que me juran que son socialistas, como Heller o Soros, por ejemplo.
Los profesionales en ciencias sociales hacemos lo que podemos, man; no existe otro camino para la investigación. Yo, y la mayoría de los profesionales serios y objetivos tenemos el mismo problema. Para investigar tenés que hacer muchas cosas: Un estado de la cuestión, encuestas, selección de fuentes, investigación de fuentes, etc. Una tesis de investigación, bien hecha, te puede llevar años. El promedio de tiempo, por ejemplo, de una tesis doctoral es de alrededor 8 años.

Bueno, viejo. Un saludo

Anónimo dijo...

No te preocupes, Gorrión, que no te pido tanto. Todos hacemos lo que podemos.

Por lo que comentás, parecería ser que el verdadero obstáculo para el conocimiento es el ser humano mismo. Nosotros estamos en el medio. Como también es una inquietud que tengo, la de la equidad y la objetividad, se me ocurre que tal vez jugarse por un criterio y ser fiel a él sea lo más apropiado. En lo posible, sin fanatismos. Porque la importancia de las cosas y las personas nunca puede ser objetiva. Eso es lo que me parece. Varía según los individuos y los momentos y lugares en los que les toca vivir. Yo creo que cuando hablan los marxistas o Lenin o Heller o Soros en realidad lo que hacen es hablar sobre sí mismos cada vez que describen al mundo. Yo siento que ellos no hablan de lo que ven, sino de cómo son ellos, que es, en definitiva, lo que hacemos todos: simbolizarnos.

Esto de las mentalidades es para mí el núcleo de la historia. Vos que sos un profesional, tal vez puedas darme otra óptica.