"Exhortar a la castidad constituye una incitación pública a ir en contra de la naturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, y toda impurificación de ésta al tacharla de 'impura' representa el verdadero pecado contra el espíritu santo de la vida."

Friedrich Nietzsche

miércoles, 13 de febrero de 2008

Estructura de las creencias e Imaginario social



“¿En qué tienes fe? –En esto: es preciso determinar de nuevo el peso de todas las cosas” Friedrich Nietzsche

Las creencias son el motor indispensable para el funcionamiento estructural y/o dinámico de las sociedades, sean éstas: arcaicas, tradicionales o modernas; sin embargo, todas éstas poseen un grado muy diferente de aceptación a lo nuevo: las sociedades arcaicas son prácticamente inmutables y fuertemente estructuradas, las tradicionales son un poco más abiertas, y las modernas se suponen que abiertas al cambio; dicho de otra manera, poseen diferentes niveles de resignificación de su propia materialidad cultural. En las sociedades tradicionales con escaso nivel y desarrollo de los intercambios comerciales, por ejemplo, la importancia de las creencias es mucho mayor que en las sociedades actuales, donde se ha conquistado una opinión pública (ésta, apenas tiene unos 200 años de historia, y es esencial para el desarrollo y sostenimiento de la democracia y de su dinámica). Para comprender la mentalidad colectiva de una sociedad en el tiempo, no sólo es importante, como sostiene Braudel, conocer el marco geográfico y los procesos de larga duración vinculados a la actividad económica, también será necesario, acercarnos a las huellas más persistentes de sus creencias y de sus valores, pues los mismos son más duraderos aún, que las propias mentalidades; ya que éstas engloban a las primeras, y las creencias pueden encontrar la forma de camuflarse para reaparecer en otro momento histórico, con un rostro remozado. La pena capital por razones políticas, por ejemplo, quizás nos estén hablando de una sociedad o de un Estado con fuertes valores tradicionales.






Las creencias dan como resultado, algo así como, una seguridad psicológica a los miembros de las sociedades (se pueden tener diferentes creencias y valores, pero se participa de una misma realidad social, de una misma mentalidad. ¿Se entiende?) Podríamos establecer como principio que cuanto más fuertes y resistentes sean las creencias de una sociedad a la innovación, más perdurables serán las huellas de lo que los sociólogos llaman el “pensamiento tradicional”. Las creencias, como las religiosas, por ejemplo, se hacen más fuertes en las sociedades que se sienten amenazadas de muerte por otro poder (no necesariamente religioso); por lo tanto, cuando un poder amenaza con rebatir a otro poder previo se desencadena una lucha en “campo abierto”. La lucha de poderes lleva a que en algún momento el enfrentamiento de poderes se haga manifiesto (como sucedió cuando se produjo en Europa la Reforma protestante); sin embargo, siempre es posible encontrar de forma latente “un potencial conflicto”: ese potencial conflicto está presente en las mentalidades. ¿Soy claro? Cuando una sociedad se ve amenazada por un peligro externo, las creencias fundacionales resurgen como un amortiguador, y como un estandarte de su esencia (mitos fundacionales); es decir que afloran en ella, los fundamentos que le permiten a la sociedad decir quién es y por qué está en el mundo. Esto, desde ya, es utilizado por los diferentes poderes para recobrar legitimidad en un tiempo histórico determinado.





En las sociedades más tradicionales, donde la ciencia, por ejemplo, no está aún institucionalizada, y sólo se posee algún rudimento del saber científico, es más frecuente encontrar resistencias a los cambios, pues no existe un sucedáneo para suplantar el orden generado por esas creencias, y los sectores dominantes tienden a volverse ultra-conservadores, por temor a perder sus prerrogativas.
Ya hemos hablado en el blog de secularización, de naturaleza del poder, y de huellas culturales; pero aún no hemos dicho nada sobre imaginario.
Para estudiar este último concepto, tenemos que pensar en un sistema ideológico y en postulados teóricos que le den sentido a su campo de estudio. El historiador Georges Duby, en un artículo (Histoire des mentalités, en L’Histoire et ses méthodes. Encyclopedie de la Plèyade) propone los siguientes postulados para conformar un programa para la Escuela de las mentalidades:

1º) El estudio del instrumental mental (el lenguaje, las formas de las percepción, etc.);
2º) Los sistemas de información y educación;
3º) Los mitos y las creencias.





Para Duby, el espacio de lo mental, de las mentalidades y de lo imaginario es distinto a lo real, pero el conjunto de las actitudes mentales dirigen las conductas y las actitudes de los miembros de las sociedades; por lo tanto, las ideologías se insertarán también dentro las mentalidades, que son exteriores a la realidad, puesto que, las ideologías deforman la realidad en beneficio de los grupos de poder. La labor del historiador de las mentalidades será descubrir con las herramientas, que su presente le permita, aquellos signos materiales que una cultura produce para poder estender su mentalidad en un período histórico determinado. Reformulo un poco la idea anterior: las ideologías entrañan una carga significativa de poder para hacer girar a la sociedad sobre ellas. Las ideologías son construcciones imaginarias que el poder fabrica para su propio provecho.
Para el filósofo Cornelius Castoriadis, quien fuera el creador de ese concepto, el imaginario, no tiene que ver con una simple representación de algo, como si fuera una “imagen especular” de la realidad; sino más bien, y ante todo, como la existencia de un “espejo mismo”, que estaría presente en todo momento, regulando las actividades todas de la sociedad, que vive bajo la presencia de determinados signos semióticos. El imaginario, para Caroriadis, es una creación incesante de la sociedad, que se alimenta de las creencias y de las normas que el poder establece. Para Castoriadis, al contrario de lo que piensa Duby, el imaginario es la realidad misma de los individuos de una sociedad dada en el tiempo.





Ejemplifiquemos un poco esto último. Durante el régimen comunista de Stalin, la producción cultural debía ilustrar la gesta revolucionaria de la “revolución proletaria”, mostrándole al mundo, y a su sociedad que ellos habían sido capaz de “hacer una sociedad distinta” donde el poder lo tenía el proletariado; durante parte de la Edad Media, los pintores debían dejarle a la gente en claro que, el espíritu santo había fecundado a María, que los ángeles existían, que los demonios eran lascivos, etc. En el mundo capitalista norteamericano, por ejemplo, la publicidad debe convencer a la gente de que tal producto los hará más libres. ¿Se entiende? Acá en la Argentina, la figura sacrificada de don Domingo Faustino Sarmiento sirvió para construir una sociedad que durante décadas ha creído en la educación como medio para salir de su atraso: esa fue la herencia sarmientina, hoy bastante olvidada.


Bibliografía utilizada:

1º) Zorrilla, Rubén; Principios y leyes de la sociología;
2º) Firpo, Arturo; en Prólogo a Los Tres Órdenes de Georges Duby;
3º) Castoriadis, Cornelius; El imaginario social.
4º) Nietzsche, Friedrich; La Gaya Ciencia.
Fotografías:
1º) Lo real y lo imaginario
2º) Gráfico de la estructura de las creencias.
3º) Cuervos revoloteando sobre los tejados.
4º) Brujas en un aquellarre.
5º) Cornelius Castoriadis.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

El primero es un dibujo de Escher, un señor que dibuja cosas locas como escaleras que llevan a varios lados al mismo tiempo. Todo en lápiz. Un grande.

Preguntás si sos claro. Clarísimo, Gorrión. A mí también me parece que el origen del conflicto está en las mentalidades. Y estoy muy de acuerdo con lo que dice Castoriadis (que se parece mucho al Tío Lucas) sobre el imaginario. Aunque te digo que la herencia sarmientina no ha sido olvidada. Quienes detentan el poder hoy en día saben de su importancia y hacen lo posible por desmantelarla. ¿No te parece?

Claude dijo...

Todo esto de las ideologías y las mentalidades me remite a las “batallas ideológicas” (instalar en la opinión pública un discurso, una agenda política, un paradigma, un mainstream mediante la propaganda y/o el convencimiento) y a los “humores históricos” (lo que una sociedad instintivamente espera de sí misma y de su tiempo, aquello que considera infaltable, trátese de la guerra, el materialismo, el cambio drástico hacia un nuevo régimen o sistema, la perpetuidad de lo que hay o la superación cultural). Creo que el humor histórico es más efectivo a la hora de producir impulsos sociales. Citás el caso de Sarmiento. Bueno, en parte su legado es anímico, moral, relativo al “espíritu de progreso”.

The Shadow dijo...

Cebolla: Sos un irrespetuoso, el tío Lucas era más apuesto que el pobre Cornelius (pero su inteligencia compensaba su fealdad).
¿Qué no ha sido olvidada la herencia sarmientina? Tenés que ir un día a un colegio secundario cualquiera, y después me decís. No creo que, un profesor de la actualidad, se sepa el himno a ese genial y polémico hombre. Sarmiento fue, entre muchas cosas, el mejor escritor que tuvo América Latina en el siglo XIX.

Muchas gracias. Un abrazo.

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Claude: Yo no sé, hoy en día, hasta que punto la opinión pública tenga la impronta suficiente como para ser un instrumento útil de crítica constructiva de la sociedad; realmente lo ignoro. Por ejemplo, los medios de comunicación, en general, me parecen pésimos; y no sólo acá en la Argentina.
Con respecto a eso del "humor histórico", si es que entendí tu concepto (que creo, lo tomás de Norman Mailer, si mal no recuerdo), me parece que no puede estar al margen de los centros de poder: sean períodicos, editoriales, sindicatos, partidos políticos, escritores, ONG, etc. Para mí, todos participamos de una mentalidad determinada, aunque con algunas creencias, posiciones e intereses diferentes. La mentalidad nos trasciende, nos supera, pone en juego mucho de lo que incluso ignoramos concientemente; y que será estudiado dentro de un par de décadas por otras generaciones. Todos somos, para bien y para mal, un poco actores activos y pasivos de nuestra cultura.

Muchachos, muchas
gracias a ambos, nuevamente.


GORRIÓN pys

Victor dijo...

Buenas noches Profesor:

Intuyo que esta muy bueno el texto. Como te dije anteriormente, me cuesta concentrarme en la pantalla de la compu. Arranqué con ganas pero me desconcentré a mitad de camino. De ahi en adelante seguí en diagonal. Lo voy a imprimir mañana en la oficina.

Sin ánimos de criticar la impecable estética de su blog, la letra naranja/roja sobre fondo celeste hace un poco dificil el contraste, por lo menos en mi monitor.

Mañana lo imprimo y lo lea antes de la siesta.

Saludos

The Shadow dijo...

Victor: Vamos viejo, no hay necesidad de ser tan formal conmigo, apenas tengo 30 años, y si no pareciera muy presuntuoso de mi parte, te diría que mi aspecto exterior más que de profesor semeja al de un "star rock". Todavía no he logrado que un alumno me trate de Ud. Están terribles los pibes; pero no me pasa eso a mí solo, les pasa a todos los docentes del país que yo conozco.
Con respecto a tu observación, te digo que, lo de los colores, se debe a que soy un sufrido hincha de San Lorenzo.

Saludos.
GORRIÓN pys

Francis dijo...

Hace rato que en internet no veo cosas tan interesantes como las de este blog.
Gracias, un abrazo

Francis Bean

Viti dijo...

Ah!...esta todo bien master, yo tengo 42 pero parezco de 60... No, mentira, parezco de 30. Igoal esta bueno de "Profesor" etc... no?

CASLA es mi segundo equipo (si ... soy de River) Pero no por Ramon! de mucho antes. Aparte hasta que no se vaya Aguilar no veo partidos de River. Saludos.

PS: un poquito mas oscuro el rojo puede ser?

Viti dijo...

Disculpe que no me haya presentado prefesor; soy Victor pero con traje de noche. Buenas noches.

The Shadow dijo...

Francis y Victor: Muchas gracias.
Espero que la lectura de mis post, les sea provechosa.

GORRIÓN pys

Anónimo dijo...

Es cierto que el tío Lucas era mucho más lindo que Castoriadis.

Entiendo lo que decís de la herencia sarmientina. Si hoy en día está olvidada, yo creo que es porque hay quienes han hecho bien su trabajo: los que se ocuparon de borrar todo vestigio de progresismo.

No sabía acerca de su destacado prestigio como hombre de letras. Gracias por el dato.