"Exhortar a la castidad constituye una incitación pública a ir en contra de la naturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, y toda impurificación de ésta al tacharla de 'impura' representa el verdadero pecado contra el espíritu santo de la vida."

Friedrich Nietzsche

viernes, 5 de octubre de 2007

Segunda aproximación a la noción de Poder


Hola a todos nuevamente, les habla el GORRIÓN pys. He estado reflexionando un poco esta semana sobre lo que tratamos en el post anterior: ¿quedó algo en limpio de todo lo que se dijo? Veamos…
Si me siguieron en el anterior post, recordarán que habíamos dicho que, sin libertad no podía haber un verdadero poder (¿recuerdan?). Bien, que quiere decir este acertijo, que a simple vista parece una contradicción…Bien…Piénsenlo por un momento. Si el poder no logra generar un pequeño malestar (como el que yo me propongo generar en algunos de los que me están leyendo), éste no tiene ningún efecto; pero aún así, se juzga como conveniente, por los participantes, el rol allí desempeñado. Y para generar malestar, es preciso que quien obedezca al poder dude sobre la conveniencia o no, de hacer lo que el que tiene el poder de mandar diga que debamos hacer; pues en la tensión está parte del conflicto que inevitablemente conlleva la noción de poder; la idea de mando y obediencia se hace más difusa, el poder sólo tiene un carácter vertical entre personas que no se reconocen como iguales; es decir, cuando los dominados, no se perciben a sí mismos como libres, ni como personas de derecho y con derechos. El poder, en estos casos, se transforma en dominio, que es unidireccional, no permite reacción de los agentes participantes en la relación. Un ejemplo de ello lo encontramos entre los antiguos griegos y romanos, donde el esclavo (servi, en latín) no podía reaccionar más que arriesgando su vida; también lo encontraremos en las relaciones feudo-vasalláticas. Tal concepción del poder es reaccionaria, se funda en la naturaleza inferior de los agentes participantes; y quien ejerce el poder, no reconoce libertad alguna a dichos agentes; y por consiguiente, se suele caer en la consideración de una naturaleza superior de un señor (dominus, en latín). La asimetría apunta a considerar la naturaleza distintas de los agentes participantes.

Lo que quiero significar con ello, es que para que alguien ejerza un poder sobre otros, éstos, de alguna manera, tienen que conferirle o delegarle, una parte de su capacidad para elegir, o para tomar decisiones; y si se quiere, parte de su libertad (pero sólo una parte…el poder nunca es absoluto, ¿sí?…ya desarrollaremos esta idea). Es, por lo tanto, el poder la resultante de un acuerdo tácito previo, o si se quiere, de una evaluación personal y subjetiva del propio poder; pero aún siendo así, el poder al no estar sujeto más que por la conveniencia de los involucrados en la relación, es débil, tiende a ser inestable; pues sólo en el caso de que estemos ante tecnologías muy sofisticadas de dominación, los libres que se vean involucrados en una relación de poder, no podrían hacer nada para contrapesar sus efectos (Piénsese en el personaje de la novela 1984 de George Orwell).
El filósofo Michel Foucault, fue, en el pasado siglo XX, uno de los tantos que se opuso al determinismo reaccionario de algunos pensadores de finales del siglo XIX, y comienzos del XX. Criticó las concepciones clasistas, como las estáticas y dualistas del marxismo occidental. Se negó a aceptar la oposición dominantes/dominados, o clase dominante/ clase dominada; pues como hemos señalado en un post anterior, y como nos señalaba Esther Díaz, el poder se extiende como una red, que involucra una cantidad importante de agentes difusos que apenas saben a quienes responden (añado yo), que “choca con otros poderes”. Entonces, si el poder choca con otros poderes, es porque no hay sólo uno, sino que son varios los poderes; y si los poderes son varios es porque otros libres optaron por otros poderes, y si optaron es porque son libres. Si no pudiéramos elegir, si nos viésemos envueltos en una red absolutamente vertical, estas palabras no podrían escribirse, ni ustedes podrían cambiar nada, ni sus conocimientos podrían incrementarse, ni sus dudas hacerse presentes jamás, etc. Sólo habría lugar para la voz del Gran Hermano de Orwell. Foucault, también, se va a oponer, al esquema binario de Freud: naturaleza vs. cultura; así como al marxismo imperante en las universidades, que tiene, a su entender, ese carácter reaccionario que mencionábamos más arriba, que marcaba la presencia en la historia de dominantes vs. dominados.
¿Por qué se opondría Foucault a esa concepción freudiana que veía en el paso de la naturaleza a la cultura el punto de inicio del ámbito de lo humano? Porque para Foucault, tanto Freud, como Levi- Strauss, ingenuamente a su entender, entendían que el espacio del poder se circunscribía a una noción meramente jurídica, a una concepción basada en la prohibición del incesto, en la noción de ley o regla, que es insuficiente, para poder dar cuenta de los mecanismos de acción que tiene el poder. Para Foucault, la represión del instinto no es un simple emergente, sino una elaboración interna muy compleja entre el cuerpo, o la naturaleza y los mecanismos de represión culturales. Si la elaboración del poder es interna y subjetiva, entonces podemos ver allí presente la libertad de los participantes en la red del poder, donde los agentes involucrados tienen cierta posibilidad de decidir y contrarrestar los efectos de un núcleo de poder.
Otra cosa que no hemos dicho aún, y que sostiene también Foucault, es que el poder tiene la capacidad de generar goce en los participantes de dicha relación. El que ejerce el poder lo goza, pero también deben gozarlo aquéllos que caen bajo la órbita del poder; siendo así, podemos entender por qué en la seducción, por ejemplo, uno de los agentes del vínculo afectivo y sensual, tiende voluntariamente a ceder el papel activo a uno de los participantes de la relación; éste por lo general es el hombre; aunque, claramente, son ambos los que gozan de la situación de poder. Volveremos en otra entrega sobre esto.

Nada más por hoy.

Un abrazo a todos del GORRIÓN pys.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Interesante Gorrion, como en la naturaleza, perfecto equilibrio, no puede existir lo uno sin lo otro. En cuanto a la manifestación de poder en el sexo, es un juego deliciosamente peligroso, siempre y cuando "las partes" jueguen en los roles que les corresponda, en ambas caras de la moneda, vale decir "Poder y Subordinación" y en viceversa, convirtiéndose así, en un ejercicio provocador y de placeres intensos.