"Exhortar a la castidad constituye una incitación pública a ir en contra de la naturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, y toda impurificación de ésta al tacharla de 'impura' representa el verdadero pecado contra el espíritu santo de la vida."

Friedrich Nietzsche

miércoles, 24 de octubre de 2007

Poder, deseo y sexualidad: Primer enfoque


"Free as a bird " - The Beatles

Hola a todos nuevamente, he aquí el Gorrión una vez más. Me he encontrado en estos días muy ocupado, así que apenas tuve un poco de tiempo para sentarme a escribir; pero finalmente, lo que rondaba mi cabeza, salió a la luz. Espero que les guste el post y que nos sirva a todos para pensar un poco.
Cuando hablamos de la sexualidad tenemos que pensar que, esta palabra está asociada, necesariamente, con esta otra: deseo. No hay sexualidad, ni explícita ni implícita sin deseo. El deseo es el móvil, es el canal por el cual se trasmite la voluntad de vivir de los hombres, y de los demás seres de la naturaleza. La vida necesita del deseo, como la razón necesita de la quietud y el sosiego para hacer surgir los pensamientos encadenados (aunque su génesis pueda estar en cierta dinámica vital), que le den coherencia discursiva a un argumento (como la que en este momento me invade a mí, para poder escribir estas líneas). Los seres humanos vivimos pendulando entre estas dos esferas de la propia naturaleza humana; entre la racionalidad más “pasmosa” y la irracionalidad más “censurable”.



Sin embargo, muchas de las cosas que, a priori, parecen censurables, o que sencillamente lo son para muchos, han perdido, ya, su carácter pernicioso; pues cada vez son más las relaciones de poder en donde vemos involucradas “algunas inocentes palabritas” que, camufladas, revisten un carácter moral, o fuertemente censurador, y que a lo único que apuntan es a intentar frenar nuestra voracidad animal que nos pide a gritos, más y más de todo; aquella irracionalidad de la que hablábamos en el pasado post, que los dioses griegos no podían controlar, que los excedía, que los gobernaba. Muchos, a esta altura de sus vidas, habrán advertido que, aquellos que nos predican ciertos preceptos morales, para “nuestro buen desempeño social”, se burlan por completo del poder que, efectivamente tienen los mensajes en aquéllos a los que dichos mensajes llegan; y eso es lo que no soporto del poder, y lo que me lleva a escribir. Si yo, por ejemplo, les recomendara que fueran “buenos, complacientes o fieles con sus novios/as”, o que “no persigan el poder en sus vidas”, me estaría burlando de ustedes, ya que, yo, creo en lo que les digo; pues sé, soy consciente que está en su propia naturaleza buscar vías para canalizar sus deseos; pues el deseo nos trasciende, y no podemos dominarlo de forma consciente o voluntaria: y como no podemos dominarlo, tampoco pretendo yo dominárselo a ustedes. Facundo Cabral (entre muchos otros “charlatanes de feria”), a mí entender, se burla de aquéllos a los que aconseja “volar bajo porque allí está la verdad”: no existe mentira más grande que la de tratar de imponerle a los hombres barreras a sus capacidades, a sus talentos, a sus voluntades, a sus sueños, a sus verdades que encierran en su interior, y que muchos guardan latentes”. Este hombre es el prototipo de “hombre latinoamericano paternalista”, que viaja por el mundo, se codea con “todos los grandes del escenario”, gana fortunas, y (por qué no decirlo) quizás aún, se acueste con muchísimas bellas mujeres; para luego, predicar a los demás que se queden en sus casas tomando mates con su mujer, escuchando la marcha peronista, y sintiéndose miserables por la impotencia de que nada les salga como hubiesen querido o soñado.
La demagogia latinoamericana es proverbial, y apunta a generar hombres resignados y complacientes, que una y otra vez se vean envueltos en relaciones de poder “unidireccionales”, de la que ya les hablé en un post pasado, donde continuamente se repiten los mismos patrones de comportamiento. Relaciones de poder donde el sujeto pierda su capacidad de reacción, su capacidad de pensar y de decidir libremente sobre su libertad de empresa, sobre su sexualidad, etc. Hay, aún en la actualidad, muchas fuerzas dominantes que quieren construir un orden estático, inmutable. Vivimos entre personas que le temen a la libertad, a su responsabilidad ciudadana, y hasta “salir de su casa un día sábado”. Sucede que la prédica dice que “somos todos iguales en derecho”, pero como decía Orwell, “hay algunos que son más iguales que otros”; pero dichas diferencias se dan por la estructura y dinámica del propio poder, en donde existen personas que disfrutan de los privilegios del poder sin haber hechos méritos suficientes para conseguirlos; y que no hay nada mejor que ir a misa, casarnos, trabajar en un empleo sin futuro, y hablar mal de nuestra mujer (a la que nuestra mentalidad no nos permite entender) con nuestros amigos. Esa es la vida con la que sueñan muchos políticos, y algunos imbéciles de nuestra querida Latinoamérica.
Durante el siglo XIX, Inglaterra fue la potencia mundial por excelencia que, aquí en Latinoamérica sentó las bases para su enriquecimiento, y para ejercer su influencia política y cultural, que los historiadores han convenido en llamar Imperialismo; no obstante, han sido tantas las cosas, que a pesar de ello, les debemos a los ingleses, que sería de una necedad asombrosa negarlo. Los ingleses se convirtieron, sin embargo, en los “enemigos” de Latinoamérica, pues a lo único que aspiraban, según muchos, era a enriquecerse con “nuestro trabajo”. España, la verdadera causante de muchos de nuestros males, (si tomásemos un tiempo de larga duración), raras veces aparece maldecida en el discurso populista, pues muchos creen que con los españoles, antes de la “Independencia de nuestros países”, no estábamos tan mal, por estas latitudes. Es increíble, pero hay muchos que aún piensan así. Sólo habría que pararse en algunas estadísticas serias para darnos cuenta de que ello no tiene ningún sustento, que es un verdadero disparate; y que es, francamente, un insulto a nuestra inteligencia: que la modernización y las instituciones republicanas, se dieron cuando Inglaterra decidió auspiciar el comercio en estos lugares. Sin embargo, a nuestros jóvenes, en las escuelas, se les dice lo siguiente: Inglaterra, la malvada de la historia, y posteriormente, EEUU, su incondicional aliado, sólo han expoliado a nuestros países, y podríamos prescindir de lo que ellas nos han dado, y vivir “como queramos” sin tener que fijarnos en lo que ellas hacen (suelten por favor, una carcajada desopilante, no la repriman). España, va a seguir sin tocarse, nunca se la ve como "enemiga", y es porque España nos trajo la Iglesia católica, que como creen los marxistas (y que comparto) es, fue, y será el opio de los pueblos ignorantes.
Volvamos al tema de la sexualidad por un momento, y a Esther Díaz, nuestra amiga: ella nos dice que la sexualidad es un “invento moderno”, es decir de la modernidad (siglos XVII, XVIII).
Sin embargo, más arriba habíamos dicho que sin deseo no había sexualidad, lo cual no significa que con el deseo haya necesariamente sexualidad; ya que como dijimos el término aparecerá recién en la modernidad. ¿Qué significa ésto entonces? Significa que durante la historia de la humanidad sin bien hubo, desde luego, genitalidad (pues los seres humanos se reprodujeron, sin duda); no hubo hasta la modernidad cierta necesidad de encauzar el deseo dentro de determinadas pautas y normas que configuraron un imaginario social sobre el deseo. La cuestión será, entonces, desear de una forma legítima, de una forma ideal para que los hombres y mujeres se vayan constituyendo en padres y madres modernos; es decir, en miembros de lo que actualmente conocemos como familia nuclear. Generar ese espacio molecular dentro de la nueva estructura social insurgente, dentro del nuevo esquema que propone la Revolución Industrial; de esta manera, es posible entender por qué, durante la Edad Media, por ejemplo, la sexualidad no fue, ni un problema ni una preocupación; pues el deseo estaba orientado a otro lugar, a un espacio no terrenal: estamos en presencia del período de la historia con mayor desarrollo de la sublimación libidinal. Lo que se irá descubriendo, con el transcurso de las décadas posteriores, hasta llegar al siglo XX, es que las personas se empiezan a enfermar por este nuevo dominio de la sexualidad (y del poder). Los psicólogos explorarán el inconciente, y el comportamiento humano en relación a las inhibiciones y las frustraciones sexuales.




Les dejo una pregunta de tarea para que la piensen: ¿Cómo suponen que la Iglesia Católica considera adecuado encauzar el deseo? A ver, por qué creen que censurará la promiscuidad, la homosexualidad, la falta de compromiso social en las relaciones, el uso de preservativos… en definitiva, la liberalidad de las conductas.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece que la Iglesia Católica es un poder uniformizador de conciencias y por eso reprime las manifestaciones sexuales aberrantes, todas ellas válidas en muchas sociedades precristianas. ¿No es así? Además, al administrar la sexualidad de los demás se controla al grupo. Si sos gay, no tenés hijos. Si sos promiscuo, no te hacés cargo de tus hijos. Si usás algún método anticonceptivo, no tendrás hijos para engrosar las legiones católicas. En definitiva, si sos libre, no te afecta el poder unidireccional y paternalista. Y lo que quiere el poder vertical es controlarlo todo. ¿Más o menos estoy encaminado?

The Shadow dijo...

Hola Cebolla: Ni más, ni menos, es lo que trato de que a los lectores les quede claro. Sí, amigo; así es, la Iglesia Católica, en particular, es la gran culpable de construir una mentalidad tan rezagada, tan necesitada de "miserables y de mendigos"; sin miseria, la Iglesia Católica no existiría. "Es una piedra en el zapato del occidente liberal". Ella, desde luego, sabe acomodarse muy bien a las vicisitudes históricas; ha sobrevivido a todo, y por eso reina en el tercer mundo; y desde hace dos mil años en buena parte de la humanidad. Una pavada de tiempo ¿no?
La Iglesia Católica ha colaborado y ha sido la responsable principal en construir mentalidades resignadas, hombres sin expectativas de vida, etc.

Un abrazo. Gorrión pys

Anónimo dijo...

Seres manipulables, viviendo en la cultura del miedo y del pecado... Esa es la lógica de la Focking Iglesia Católica. [bien resumido]

Un beso mi querido Gorrión
¡Excelente post!

Ahora hay que preguntarse por qué hay gente tan perturbada sexualmente hablando...

The Shadow dijo...

Hola Pao: Mirá tu pregunta es intere(santísima)[es broma]
Desgraciadamente, no soy psicólogo como para poder respondértela; aún así, puedo intentar o ensayar una líneas argumentativas.
No creo que los psicólogos tomen en cuenta demasiado esto que voy a decir; pero el vivir en una sociedad donde, por un lado, se te ofrecen múltiples productos de consumo masivo, donde se te satura la cabeza enviándote mensajes publicitarios cargados con fuertes contenidos eróticos; y por el otro, encontrás una situación cultural dominada aún por fuertes tabúes, no es muy saludable que digamos. He trabajado en Colegios católicos, y sé perfectamente que no podés mencionar allí el término "preservativo" (ya mismo te ponés a rezar tres "padre nuestro", ¿me entendiste?). Los adolescentes crecen en un contexto de disociación del deseo: se hacen expertos en reprimirlo, y muchas veces en su vida adulta quedan fuertemente marcados por esto; o por el contrario, realizan "sus asuntos" con una gran culpa. Las mujeres viven proyectando fantasías, y atreviéndose muy poco a ser lo que desean (esto genera histeria). Esta problemática, es aún más compleja, y no incluye, desde luego, a todos los grupos humanos dentro de nuestras sociedades. En los sectores populares, donde la presencia de los sacerdotes es aún más fuerte, no se da esto de la disociación, por el contrario; allí, se tiene una mirada más permisiva sobre la sexualidad de los adolescentes, donde las clases medias suelen ser más rígidas en este tema. El tema es que las expectativas de vida y de progreso material, en aquellos grupos es mucho menor a la de las clases medias; entonces, da igual si lo hacés o no. Total, ellos saben que muchos con suerte van a pasar los treinta y cinco años. Podés encontrar muchachos muy maduros de 16 años, por ejemplo, con varios hijos.

Bueno, cerrá el pico Gorrión.

Un abrazo y gracias por comentar.

Anónimo dijo...

Sabes lo que yo creo Gorrión, puede que sea una estupidez lo que voy a decir, pero siento que se debe a la necesidad de "IR MÁS ALLÁ". Todo es tan explícito en estos tiempos, tan obvio, que no queda nada a la imaginación, y la gente se arma sus propias historias, no sé si me entiendes, pero es una búsqueda de sensaciones nuevas. Usé la palabra "Perturbada", justamente porque hay un trastorno, que como bien dices, pruducto del masivo bombardeo en los medios en general, que han trastocado y desviado la palabra Sexualidad y por otro lado tenemos a la Jodida Iglesia Católica, que todo lo oculta, lo desvaloriza y lo manipula. Siento que se perdió la magia, el erotismo, lo lúdico del sexo.

Bueno, yo me haré lesbiana porque estoy aburrida de la mediocridad, de la poca imaginación y del mal uso del pajarraco jajajajajaja....

Un abrazo.

The Shadow dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
The Shadow dijo...

Hola Paola: Mirá, nuestra amiga, Esther Díaz, dice lo mismo que vos en un capítulo de su libro: La Posmodernidad. A lo que vos señalás lo llama "La postsexualidad". De cualquier manera, a mí, me parece una tesis muy polémica. No se puede armar una generalización tan arriesgada, a partir de una tendencia que se observa, en relación al impacto de las nuevas tecnologías de información. De cualquier manera, te recomiendo el artículo (podés pinchar en la palabra E. Díaz, y buscarlo aquí).

Un abrazo. Gorrión pys

Anónimo dijo...

Thanks por el dato, voy a pasar a verlo inmediatamente. Pues veo, que no soy la única que piensa de esa forma... me alegra.

cariños

Anónimo dijo...

Soy un joven estudiante de Caracas, me siento muy identificado en su blog. Quisiera conocer mâs sobre eyaculacion precoz. Hace ya un mes estoy saliendo con una chica y no he podido concretar, dewbido a este flagelo.

Daniel Vicente Carrillo dijo...

¿Sabría resumir todo este escrito en una o dos tesis?