"Exhortar a la castidad constituye una incitación pública a ir en contra de la naturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, y toda impurificación de ésta al tacharla de 'impura' representa el verdadero pecado contra el espíritu santo de la vida."

Friedrich Nietzsche

miércoles, 31 de octubre de 2007

En búsqueda de los valores occidentales: Parte I


Hola a todos mis queridos y reflexivos lectores, les habla nuevamente el Gorrión. Hoy quiero trabajar con ustedes un poco la noción, tan poco utilizada en la actualidad, de lo que entendemos aún por Occidente. Si bien la palabra, es usada frecuentemente en la bibliografía de las ciencias sociales, es casi imperceptible, en los medios de comunicación, y ni que hablar en una charla de manera informal. El término Occidente está siendo borrado paulatinamente del mapa y de la mente de las personas, pues lo que, desde hace un tiempo, ha dado en llamarse el “multiculturalismo” intenta o tiende a volver difusas las fronteras entre estos dos mundos tan alejados, tan distintos en el campo de las mentalidades; y cuyo principal motivo se encuentra en la insatisfacción, por rechazo o disconformidad de las personas occidentales, que padecen problemas que, nacen o derivan de cuestiones económicas concretas. Generalmente, nuestras sociedades latinoamericanas, con su obsesión anti-norteamericana, como diría, Jean François Revel, están tomándole demasiada simpatía (a mi juicio, y al de muchos politólogos), a los países de Medio Oriente. Aunque les cueste creerlo, yo he visto un tipo, en la calle, hace poco, con una remera de Bin Laden (y no es broma). Y estamos hablando de un asesino multimillonario que exhorta a su pueblo a librar una “guerra santa” contra el infiel occidente. Y lo repito: Guerra Santa ¿esto no debería erizarnos la piel, acaso; no debería hacernos reflexionar? Soy enemigo, como verán del poder religioso, en especial cuando éste interfiere o se apodera del poder político, pues tengo perfectamente en claro que, cuando el poder religioso se hace dominante, los elementos mágicos y mitológicos comienzan a apoderarse de las mentalidades de las sociedades, y se suele caer en patrones de comportamientos de sociedades cerradas, estáticas y enemigas de los cambios y de las innovaciones. Esto, a la larga va repercutiendo en toda la cultura. Y como decía en antropólogo Levy- Bruhl, “La regla suprema es hacer lo que los antepasados han hecho, y no en hacer lo que no han hecho”. Sólo que Levy- Bruhl, lo decía en referencia a las sociedades más primitivas; sin embargo, muchos de esos elementos subsisten en sociedades altamente complejas, o que aspiran a serlo, como las del siglo XXI.
Esto preocupa por muchas razones, pero principalmente por el hecho de que estamos perdiendo nuestra identidad cultural (que no sería en sí mismo tan grave), para abrazar la de una cultura que apenas conocemos, o que conocemos muy mal; y que siempre fue hostil con Occidente (y no estoy diciendo que los occidentales sean unos santos, por favor, lejos estoy de quererles vender algún paraíso artificial). Pero parece que Europa, prinicipalmente, ha olvidado que el Imperio Romano de Oriente se extendió hasta el siglo XV, y que la propia España estuvo en Guerra con los árabes durante VII siglos.
Hemos olvidado (ay, ay, ay, queridos profesores de historia y sociología, qué es lo que hacen en las aulas) quiénes somos, y de dónde venimos. Nos estamos acostumbrando a despreciar un valor tan sagrado como es la libertad (que a Europa, por ejemplo, le costo cerca de veinte siglos reconquistar, y comprender la dimensión de lo que fue la idea de libertad para sus padres, los griegos), y cuando llegue el momento en que veamos escasear este valor, recién advertiremos que estamos en graves problemas. Los Orientales, no han entendido todavía que la libertad es un valor altamente positivo para el desarrollo del ser humano y hasta de la propia especie humana; pues permite desarrollar capacidades que son insospechadas dentro de una cultura tan poco secularizada como es aquélla. La secularización, o sea la separación del poder religioso de otros poderes (como el político y el científico) es el que le permitió a occidente durante la Modernidad (ya hablaré de ella) construir una interpretación del mundo, donde no tienen lugar las interpretaciones mágicos-religiosas, donde la realidad puede explicarse sin la intervención de las fuerzas malignas, demoníacas o espirituales. El hombre primitivo tendía a explicar todo lo que sucedía en la naturaleza por fuerzas espirituales que la gobernaban. La secularización nos permite ver con claridad dos dominios diferenciados: el de la naturaleza, al que se intenta dominar, y el de la sociedad, a la que se intenta mejorar y beneficiar con el mencionado control de la naturaleza. Algunos verán con justificada preocupación, los peligros de la alta polución producida por las fábricas, o las talas indiscriminadas de árboles; y encontraran en ello, un argumento en contra de “esos valores de la modernidad”; sin embargo, si realmente nos atrevemos a mirar comparativamente, cuáles fueron los mayores peligros o males que sufrieron las sociedades en el tiempo (y hablo desde antes de la invención de la escritura), veremos que son dos: por un lado, las terribles hambrunas, que se llevaban millones de muertos por períodos cíclicos, y por el otro, la falta de reacción para combatir las enfermedades y las escasas expectativas y condiciones de vida.


El problema de una adecuada ruptura con el poder religioso es que sin secularización, se favorece así, la construcción social de teocracias enemigas de las libertades individuales. Su lema sonaría algo así: “La colectividad prima sobre el individuo”. Nadie puede negar determinadas “verdades”, que son siempre tabúes en dichas sociedades. Dichos tabúes no pueden cuestionarse, pues violarlos implica penas muy severas que, incluso se pagan con la muerte. De esta manera se va configurando una mentalidad y un espacio muy acotado de reflexión, donde el horizonte se aplana, donde no hay lugar para el cambio, ni para encontrar respuestas a las innovaciones, a sus “ventajas y a sus desventajas”. Podemos ver en la actualidad en Palestina, por ejemplo, gente que vive tal cual lo hacían en la época de Jesucristo, e incluso antes en el tiempo, como en la antigua Babilonia, Persia, o Sumer. Sin embargo, los poderosos, los ricos de aquellos lugares, como los magnates petroleros, incorporan, sin hesitar un segundo, la tecnología, las comodidades, la producción cultural, y en definitiva, todo aquello que occidente ha creado. ¿Qué relación habrá entre la pobreza generalizada de dichas regiones con la mentalidad arcaica?
El Historiador y filósofo francés, Philippe Nemo, en su obra: “¿Qué es Occidente”, se pregunta dónde estarían los valores o los principios occidentales, y llega a la conclusión de que occidente existe, y que es fruto de cinco pilares que paso a enumerar:
1º) La filosofía griega
2º) El derecho romano
3º) La religión cristiana
4º) La reforma protestante y la contrarreforma
5º) La democracia liberal

Es así, como este autor, ve en estos acontecimientos los generadores de los valores que nos permiten decir de qué hablamos cuando hablamos de Occidente. No sorprende, desde ya, que los griegos y los romanos sigan apareciendo en primer lugar; pero lo que sí, me sorprende a mí, es que de los primeros, solo se destaque el desarrollo del pensamiento racional, a través de la filosofía; nada se dice, por ejemplo de aquello de lo que hemos estado hablando ya en el blog, en relación a las pautas culturales de los mismos.
Con respecto a la religión cristiana, no queda mucho por agregar, ya que es indudable el peso que ha tenido a lo largo de los siglos, nos guste o no.
Quiero terminar este post, con algunas reflexiones de lo que aquí se desprende. Si la democracia liberal se constituyó y se extendió, recién apenas en el siglo XIX en Europa, cómo es posible que hablemos de occidente recién en el siglo XIX; ya que para el autor, si alguno de estos pilares faltase, no nos encontraríamos dentro de occidente. En el siglo XVII, Francia e Inglaterra, ¿no eran occidentales? Otro caso, por ejemplo, los judíos que han vivido siempre en Europa, y que se sienten completamente identificados con los valores propios de occidente: ¿serán considerados para Nemo como Occidentales nomás? ¿Qué pasa con algunos de los países latinoamericanos, por ejemplo, donde la democracia liberal sólo se ha dado en su forma, o de “derecho”, pero no de hecho: seguirán siendo considerados como occidentales? Hay miles de preguntas que, se me ocurre, podemos hacerle al Historiador y filósofo Nemo, pero a ustedes cuáles se les ocurren? Envíenlas a mi correo o publíquenlas en los comentarios.
Nada más por hoy, hay mucha información aquí, y no quiero agotar la paciencia de nadie.

Gorrión pys

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola, Gorrión.

Considero que los países latinoamericanos tienen mayor afinidad cultural con los valores occidentales. Somos los hijos culturales de Europa y de los cinco puntos de Nemo. Como tampoco puede esperarse que occidente sea un conglomerado uniforme y como tiene un centro y una periferia, nosotros -sus hijos- somos marginales y desde esa marginalidad muchos eligen asociarse con países orientales igual de periféricos.

De la misma manera que occidente no es un conglomerado uniforme, tampoco lo es oriente, porque Irán no es igual a Corea.

¿Estoy en tema o me fui de pista?

Claude dijo...

No creo que las identidades sean conceptuables. Más bien son inevitables. Si algún suceso las altera, ese suceso nunca es un discurso, aunque luego surja un discurso que ayuda al lenguaje a no quedar muy rezagado respecto de la identidad.

The Shadow dijo...

Cebolla: antes que nada, disculpá por la demora de mi respuesta. Sí, amigo, "estás en pista". Igual te digo que, por ejemplo, Corea del Sur, a mi juicio, es más occidental que nosotros. Así es, y no me volví loco. Después de la segunda Guerra mundial, Corea quedó dividida como sabés en dos (fruto de la repartición entre las dos potencias de posguerra: La ex URSS Y EEUU). Corea del Sur posee una economía de mercado desde entonces, si bien bajo la "dependencia" (por llamarlo de alguna manera de los EEUU). Corea del Sur posee un Estado de derecho que podría considerarse heredero del romano; un sistema de gobierno presidencialista y parlamentario como sucede con los países europeos y occidentales; sin embargo, no han adoptado el cristianismo, que es uno de los elementos que Nemo considera indispensable para formar parte del núcleo occidental; así y todo, está considerada hoy en día una potencia económica. Como contrapartida, Corea del Norte, es un país que, si bien posee armas nucleares, energía atómica, y otros elementos característicos de los estados comunistas, también padece uno de los grandes problemas que tienen este tipo de regímenes: el hambre generalizado, un estado totalitario, un partido único, y ausencia de libertad de expresión. Creo que, ésta, es una de las características más importantes que han dado a occidente su esencia. No podríamos hablar de occidente sin libertad de prensa, de empresa, de circulación y otras más. El día que la libertad sea un bien escaso, me parece que habrá muerto occidente. La filosofía griega se pudo desarrollar en ese contexto, por ejemplo.

Un abrazo.

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Claude: Aprecio tu comentario, y te agradezco tu visita y tu aporte, ya que disfruté muchísimo de tu talento literario en otro día, un talento poco frecuente en estos días; pero siento discrepar con vos. Mirá, no sé a qué te referís con "diferencias inevitables"; las diferencias son culturales, y la cultura "se hace", aunque tenga dos mil, cuatro mil o cien mil años de existencia: se cultiva, precisamente. Los discursos modelan el imaginario, el imaginario luego crea procesos de legitimación del poder. El poder se da incrustado en los valores, las creencias, y en las mentalidades de las sociedades, que tienen como sabrás un transfondo discursivo. El discurso de la Iglesia legitimó la sociedad de los tres órdenes durante el siglo XII, pero luego de entender muy bien la mentalidad imperante en la Francia de aquél entonces; donde la situación social desde hacía siglos estaba construída sobre la base de un estatismo monstruoso e inhumano, donde florecían las relaciones feudo-vasalláticas, y las prerrogativas de sangre. Nos construímos a partir de las palabras. Ésto, al menos, pienso yo, y la tradición psicológica que arranca con Freud, y antes también. La Programación Neurolingüística también piensa lo mismo.
El atraso de nuestro país también puede explicarse desde las "actitudes mentales", y la relación entre los distintos actores sociales y los poderes que nos gobiernan y han gobernado.

Bueno, gracias por venir y por pensar con todos nosotros.

Un abrazo. Gorrión pys

Claude dijo...

Estimado Gorrión, no mencioné “diferencias inevitables”. Dije que las “identidades” me parecen inevitables y (también me parece) que se desarrollan independientemente de los discursos que intentan comprenderlas y volverlas entendibles, cuando no formarlas o inculcarlas. Las sociedades viven y parte de lo que viven pasa a ser lo que esperan seguir viviendo o no quieren volver a vivir nunca. Para dar un caso minúsculo (y totalmente ajeno a la filosofía y su visión más amplia de las cosas), es muy probable que, habiendo vivido la hiperinflación de fines de la década de los 80’s y la estabilidad de la década de los 90’s seamos para siempre muy intolerantes con la inflación, aunque no sea una gran inflación, y esto no va a cambiar por más que haya colapsado el discurso de la Convertibilidad o por más que el actual Gobierno logre instalar el discurso del dólar alto necesario. En otro orden, muchos de los liberales laicistas del siglo XIX son hoy los católicos conservadores, y no por eso dejan de ser liberales laicistas. Tienen una identidad liberal, laicista, católica y conservadora y esa identidad es inmune al conflicto entre los discursos opuestos que se han construido a partir del liberalismo, el laicismo, el Catolicismo y el conservadurismo. Al menos en mi caso y mi experiencia particulares, a mí las cosas me pasan, de hecho, como las dije, lo cual quizá me aleja bastante de estos temas como para manejarlos con tino. Qué sé yo, igual todo esto está muy bueno.

Sureña dijo...

No sé si Occidente será mejor que Oriente ó viceversa, lo que está claro es lo de siempre: son los líderes (políticos, religiosos...), los que marcan de alguna manera el camino de los ciudadanos de una cultura u otra, y un mal lider o un lider equivocado, puede acabar con una cultura de manera radical, véase por ejemplo, el caso de la "Guerra Santa", y sí Gorrión, estoy contigo, a mí no sólo me eriza la piel, sino que me aterra.

En fin, tratemos de aprender sólo de aquello que nos complete y no nos comportemos como borregos.

Un saludo Gorrión, volveré por aquí.

Anónimo dijo...

Gorrión, ¿me parece a mí o estamos hablando de una identidad occidental construida recientemente? Porque no fue sino hasta hace 150 años que la Europa imperial empezó a democratizarse. Hasta ese momento lo que la distinguía del resto del mundo era la revolución industrial y -tal vez- el cristianismo, factor con el que no cuentan otras democracias como las de Japón, India, Corea. ¿Creés que puede considerárselas occidentales más allá de su desarrollo cultural, surgido de una tradición inevitablemente oriental?

The Shadow dijo...

Hola Cebolla: Mirá, llamé precisamente al artículo "En búsqueda de los valores occidentales", precisamente porque temo que los mismos estén en crisis, a raíz de esto que se llama globalización (sí, sé que a los argentinos esta palabra no les gusta demasiado, pero es así); aunque desde luego que, lo que quiero, es dejar un rastro mínimo (a través de alguna bibliografía seria, como la de Nemo, en este caso) que nos permita comprender de qué estamos hablando cuando hablamos de occidente; sin embargo, nadie de nosotros, ni vos, ni yo, dudaría un segundo al pensar en cuáles son los países que se encolumnarían detrás de eso que llamamos aún occidente: el desafío es tratar de entender por qué somos lo que somos. Sin embargo, tu pregunta es muy interesante, e intentaré respondértela con lo que yo sé y pienso (sea esto mucho o poco). Igual te comento que estoy preparando una segunda parte de este post que, tal vez, salga en una o dos semanas, aún no lo sé; con la intención de retomar el tema.
En primer lugar, Japón y Corea del Sur ya forman parte del bloque económico occidental, La India no; así como tampoco China, ni Afganistán, ni Palestina, ni Arabia Saudita, Egipto, Irak, etc.
Japón y Corea del Sur, ya casi no tienen nada que ver con Oriente, pues han aceptado que los valores como la tolerancia religiosa, el respeto por el derecho internacional público y privado son necesarios dentro de un mundo que creen marcha hacia la libertad y el individualismo (sin ninguna carga peyorativa).
En la India existen aún las castas, por ejemplo; eso ya no existe ni Japón ni en Corea. El desarrollo cultural del que hablás no es otro que el de la aceptación de esos valores que ya señalamos.
El desarrollo de la economía está muy relacionado con el desarrollo de las mentalidades de las sociedades; y para poder tener determinado desarrollo económico y social, es necesario que la gente crea que es necesario alcanzarlo, si no, sólo nos contentaremos con lo que el poder político nos diga que debemos percibir: a la larga, por esta vía se cae en una concepción basada en la desigualdad de las personas.
Cuando un poder cae en la práctica del nepotismo, por ejemplo, es porque la sociedad le dio al mismo, el permiso para que su práctica se haga cotidiana.

Por último, con respecto a lo que Nemo señala, yo no estoy del todo de acuerdo con él (Occidente no se hizo hace 150 años), pues creo que Occidente renace (tras la disolución de su poder central en 476) con Carlomango en el 800, y con los Visigodos en España, y quizás con Alfonso X; porque todos ellos querían rescatar al Imperio Romano de Occidente. Siempre, siempre lo mismo... hasta el mismo Musolini, en 1928 deliró con rescatar al Imperio Romano.
Roma inventó el derecho, y tenía una tradición política republicana basada en cierto grado de repartición del poder (tendría que releer un poco a Polibio) que ha sido la piedra angular del desarrollo de una civilización basada en la libertad.

Bueno... Un abrazo.